Mide unos 57 milímetros de longitud y tan sólo 25 milímetros de altura. Son 14,25 centímetros cuadrados; probablemente menos si descontamos el área que se pierde por las esquinas curvas. Es sólo un pequeño trocito de papel adhesivo colocado detrás de la etiqueta. Si se tratara de una obra de arte, hablaríamos de “técnica mixta”, con una holografía plateada, una impresión de trama un tanto burda con el logotipo de la D. O. Bierzo, un pequeño mapa de (casi toda) España con un punto rojo y un par de líneas de impresión matricial. Y es precisamente uno de esos dos renglones temblorosos el que nos invita a detenernos, fijar nuestra mirada en esos 14,25 centímetros cuadrados de papel adhesivo y dedicarle un párrafo que para algunos será una simple pérdida de tiempo.

Pero en mi caso, en la contraetiqueta de este Cantariña Villafranca, es la primera vez en la que leo ‘Vino de Villa’ en el mismo espacio donde hace algunos años era habitual leer ‘Crianza’. Y esa pequeña línea temblorosa consigue hacerme esbozar una sonrisa de satisfacción por el mero hecho de confirmar que el ‘dónde’ se ha impuesto sobre el ‘cómo’, que la procedencia de la materia prima tiene por fin más peso que el número de meses que esa materia prima permanece encerrada en el interior de una barrica.
Cantariña Villafranca Vino de Villa 2022 es una nueva referencia de Cantariña Vinos de Familia que, como explican desde la bodega “recoge la identidad de las viñas centenarias de mencía de las laderas de Valtuille y Villafranca para expresar la tradición y el paisaje de nuestra Villa”.
Se trata, así, de un vino varietal de Mencía con un pequeño aporte de Palomino, Doña Blanca y Godello procedentes de viñas centenarias de los parajes de Las Gundiñas y Valdeobispo, laderas con suelos de arcilla con vetas de arena, canto rodado y cuarcitas con altitudes de entre 550 y 600 metros.
Tras una vendimia manual y un despalillado parcial, se produce la fermentación espontánea en tinos de roble francés, seguida de una crianza de 12 meses en barricas usadas de roble francés de 225 y 500 litros, así como tinos de 5.000 litros.
Todo esto se traduce en un vino de color rojo picota cuya nariz entrega aromas a fruta roja fresca con notas balsámicas y herbales, monte bajo, especias y violetas. Este auténtico “paseo nasal por el campo” da paso a una boca de excelente acidez, un trago intenso, de buena longitud y un tanino domado con un toque terroso que el tiempo promete acabar de pulir. Es fresco y a la vez complejo, con ligeras notas torrefactas que achacamos más a la fruta y a la elaboración que a la crianza. Es delicioso, varietal y a la vez personal. Pero, sobre todo, es un vino que nos permite disfrutar de un lugar, de un paisaje y del triunfo del ‘dónde’ sobre el ‘cómo’.
Vino | Alcohol | Producción | Precio (75 cl) |
---|---|---|---|
Cantariña Villafranca Vino de Villa 2022 | 13,5 % | 7.000 botellas de 75 cl | 20 euros |

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Cantariña Villafranca Vino de Villa 2022: The victory of ‘where’ over ‘how’
On the back label of this Cantariña Villafranca, it’s the first time that I read ‘Vino de Villa’ (Village Wine) in the same space where a few years ago it was usual to read ‘Crianza’ (Aged). And that small line of matrix printing manages to make me smile with satisfaction for the mere fact of confirming that the ‘where’ has prevailed over the ‘how’, that the origin of the raw material finally has more weight than the number of months that this raw material remains locked inside a barrel.
Cantariña Villafranca Vino de Villa 2022 is a new reference from Cantariña Vinos de Familia winery that, as explained by the winery, “collects the identity of the century-old Mencía vines on the slopes of Valtuille and Villafranca to express the tradition and landscape of our Village”.
This is a varietal wine made from Mencía with a small contribution of Palomino, Doña Blanca and Godello from century-old vines in Las Gundiñas and Valdeobispo estates, hillsides with clay soils with veins of sand, pebbles and quartzites at altitudes ranging 550 to 600 metres.

After being hand harvested and partial destemmed, spontaneous fermentation takes place in French oak vats, followed by a 12-month ageing in used French oak barrels of 225 and 500 litres, as well as 5,000 litre vats.
All this translates into a cherry red wine with aromas of fresh red fruit on the nose with balsamic and herbal notes, scrubland, spices and violets. This authentic “nasal walk through the countryside” gives way to a mouthful of excellent acidity, an intense, long aftertaste and a tamed tannin with an earthy touch that time promises to polish. It’s fresh and complex at the same time, with light roasted notes that we attribute more to the fruit and the elaboration than to the aging. It’s delicious, varietal and at the same time personal. But, above all, it’s a wine that allows us to enjoy a place, a landscape and the triumph of the ‘where’ over the ‘how’.