Son innumerables los elaboradores que han comenzado su proyecto berciano en la bodega de Raúl Pérez, y uno de ellos es nuestra protagonista de hoy, Verónica Ortega. Y es que esta gaditana, que estuvo trabajando en Priorat, Borgoña y Ródano, eligió El Bierzo para desarrollar su proyecto personal e intentar sacar todo el provecho de una zona donde abundan las cepas viejas y hay una gran variedad de suelos y orientaciones.
Quite 2017 es un monovarietal de Mencía proveniente de cepas de 90 años plantadas sobre suelos de arena y arcilla. Tras una vendimia manual en cajas, las uvas son despalilladas y fermentan en acero inoxidable con pocos remontados para evitar una excesiva extracción. El vino tiene una crianza de ocho meses en foudres de roble francés (40 %) barricas usadas (35 %) y ánforas de barro cocido (25 %).
De un bonito color cereza traslúcido, a nariz parada encontramos unas ligeras notas de reducción que desaparecen en cuanto el vino empieza a oxigenarse para dar paso a la fruta roja, al monte bajo y al azúcar quemado. En boca es profundo, sedoso con muy buena acidez; una boca en la que encontramos regaliz, fruta negra, cacao, notas balsámicas y lácteas en un vino de intensidad media pero de posgusto persistente al que le han sentado de maravilla los años en botella.
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Countless producers have started their wine project in Bierzo in Raúl Pérez’s winery, and one of them is our protagonist today, Verónica Ortega. And it’s that this woman from Cádiz, who has worked in Priorat, Burgundy and Rhône, chose El Bierzo to develop her personal project and try to take full advantage of an area where old vines abound and there is a great variety of soils and orientations.
Quite 2017 is a Mencía single-varietal from 90-year-old vines planted on sandy and clay soils. After a manual harvest in boxes, the grapes are destemmed and fermented in stainless steel tanks with few pump-overs to avoid excessive extraction. The wine is aged for eight months in French oak foudres (40%) used barrels (35%) and fired clay amphorae (25%).
With a beautiful translucent cherry color, on the nose we find slight notes of reduction that disappear as soon as the wine begins to oxygenate to give way to red fruit, scrubland and burnt sugar. In the palate it’s deep, silky with very good acidity; a palate in which we find liquorice, black fruit, cocoa, balsamic and dairy notes in a wine of medium intensity but with a persistent aftertaste that has been wonderfully served by the years in the bottle.