Cuando la filoxera arrasó el viñedo de Borgoña, Joseph Leflaive, ingeniero naval, decidió dar un giro a su vida, dejar la fábrica que dirigía en la localidad de Saint-Etiénne, y comprar 25 hectáreas de viñedo; acababa de nacer el Domaine Leflaive.
Hoy es su nieta, Anne-Claude Leflaive, quien dirige la empresa familiar, quien decidió pasarse a la biodinámica hace casi ya un cuarto de siglo y quien, junto con el enólogo Franck Grux, es responsable de crear una gama de vinos de enorme calidad en la que los inaccesibles Grand Cru Classé conviven con otros populares como este delicioso joven Chardonnay.
Olivier Leflaive Bourgogne Chardonnay 2017 es un monovarietal elaborado con uvas procedente de viñedos de terceros, de unos 30 años de edad, plantados sobre suelos arcillosos limosos a una cota de entre 250 y 300 metros de altitud. La mitad de la uva procede de vendimia manual, solo la mitad se despalilla, y cada parcela se vinifica por separado. Una vez ensamblado, el vino descansa durante 10 meses en depósitos de acero inoxidable (el 95 %) y foudres (5 %), se clarifica, se filtra y se embotella.
A pesar de tratarse de un vino de gran producción, su nariz es impecable, fresca, muy frutal, con aromas a manzana verde y cítricos que dan paso a una boca en la que manda la acidez. Si cerramos los ojos casi podemos transportarnos a un campo de manzanos y sentir que la brisa nos acerca aromas de hierba fresca, de hinojo…
Quizá algún día podamos probar las elaboraciones top de la bodega. Hasta entonces, nos conformaremos con el impecable recuerdo de este formidable Chardonnay y de su igualmente pulcro Pinot Noir 2015.
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Olivier Leflaive Bourgogne Chardonnay 2017 is a single-varietal made with grapes from 30 years old vines planted on silty clay soils. Half of the grapes are hand harvested, half are destemmed, and each plot is vinified separately. The wine rests for 10 months, is clarified, filtered and bottled.
Its nose is clean, fresh, very fruity, with aromas of green apple and citrus that give way to a joyful acidic palate. If we close our eyes we can almost move ourselves to a field of apple trees and feel the breeze bringing us aromas of fresh grass and fennel.
