Me llaman “caracol”, así, sin más, aunque yo prefiero “gasterópodo”, que significa que ando con la tripa. A ver quién es el guapo de vosotros que sabe hacerlo, ¿eh? Pero hoy no estoy aquí para hablaros de mí. Bueno, un poco sí: vengo a hablar de mi libro o, más bien, de mi vino, de ese en el que salgo en la etiqueta: Nosso Verdejo Natural 2020.
Y ¿qué hace un caracol en la etiqueta?, os preguntaréis. Pues muy sencillo. Llevo hollando la tierra (con mi tripita, sí) desde el Cretácico, antes de que nacieran vuestros antepasados más remotos. La naturaleza y yo somos la misma cosa, y en el interior de esta botella hay naturaleza para dar y tomar. Me explico: Nosso se elabora a partir de viñedos ecológicos, y en todo su proceso no se añade nada que no venga del campo. Las uvas de Verdejo se vendimian a mano de viñedos plantados en suelos arcillosos calcáreos y pedregosos con cantos rodados en la zona de La Seca (en Valladolid). No hay que olvidar que donde ahora hay piedras estuvo el mar de Tetis, en el que mis antepasados ya convivían con la naturaleza. Una vez en bodega, que me lío, el mosto fermenta espontáneamente con sus levaduras a una temperatura de entre 18 y 24 grados. Posteriormente, se deja al vino hacer la maloláctica, se trasiega a un depósito en el que se trabaja con sus lías finas durante un par de meses, se clarifica usando bentonita, se embotella y, lo más importante, se reviste con la etiqueta más chula del mercado; los gasterópodos no tenemos abuela, un inconveniente del hermafroditismo.
Nosso Verdejo Natural 2020 tiene un color amarillo limón con reflejos dorados. En la nariz hay fruta, mucha fruta, tanto de hueso (melocotón) como cítrica, matices minerales y un leve toque a azufre que desaparece en cuanto se oxigena. En boca es ancho, de acidez vibrante. Es un vino muy cítrico, tiene notas de hinojo, menta, monte bajo, un toque amargo, otro toque goloso, un resto carbónico, buena intensidad, un final medio y un retronasal frutal y fresco.
Yo, para ser sincero, no suelo beber vino, pero os garantizo que en el interior de esta botella hay naturaleza para dar y tomar; palabra de gasterópodo.
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They call me «snail», although I prefer «gastropod», which means that I walk with my belly. Let’s see who can do it, eh? But today I’m not here to tell you about me. Well, in some way I am: I’m here to talk about my book (this is a Spanish joke) or, more specifically, about my wine, the one in which I appear on the label: Nosso Verdejo Natural 2020.
And why is a snail posing on the label? Well, quite simple. I’ve been treading the earth (with my belly, yes) since the Cretaceous, before your most remote ancestors were born. Nature and I are the same thing, and inside this bottle there is nature in large amount. Please allow me to explain myself: Nosso is made from organic vineyards, and in all its process nothing that doesn’t come from the land is added. Verdejo grapes from vineyards planted on calcareous and stony clay soils with pebbles in the La Seca area (in Valladolid) are hand harvested. We must not forget that where now there are stones, it was once the Thetis Ocean, where my ancestors already lived in peace with the Nature. Once in the winery, forgive my ramblings, the must ferments spontaneously with its yeasts at a temperature between 18 and 24 Celsius degrees. Subsequently, the wine is left to make the malolactic conversion, racked into a tank where it is worked with its fine lees for a couple of months, clarified using bentonite, bottled and, most importantly, it is coated with the coolest label in the market. We gastropods don’t have a grandmother, a drawback of hermaphroditism (this is a one more an Spanish joke you don’t need to understand).
Nosso Verdejo Natural 2020 shows a lemon yellow colour with golden reflections. On the nose there’s fruit, a lot of fruit, peach and lemon, mineral nuances and a slight touch of sulfur that disappears as soon as it becomes oxygenated. In the palate it’s wide, with vibrant acidity. It’s a very citric wine, it shows hints of fennel, mint, countryside, a bitter touch, another sweet touch, a carbonic residue, good intensity, a medium finish and a fresh and fruity aftertaste.
To be honest, I don’t usually drink wine, but I guarantee that inside this bottle there’s more than enough Nature; gastropod word of honor.
