No fue una añada fácil en Ribera del Duero. Temperaturas altas, poca agua y una fuerte helada a finales de abril pusieron muy difíciles las cosas a las cepas y a los viticultores en 2017. Todo eso añade más valor si cabe a vinos como este Dehesa de los Canónigos 2017, un varietal de Tempranillo (88 %) con un pequeño aporte de Cabernet Sauvignon y Merlot (12 %) procedentes de cepas plantadas en suelos arcillosos calcáreos que se ha criado durante 15 meses en barricas de roble americano.
Estamos ante un vino de color picota con el halo violáceo que en nariz nos entrega aromas claros a fruta madura, una fruta negra persistente bajo la cual hay toques de madera, de humo y de vainilla. Pero es su boca la que verdaderamente nos atrapa con un ataque intenso, que baja poco a poco hasta diluirse lentamente.
Es una ola, una ola en la que las sensaciones de esa fruta madura sacuden tus papilas gustativas, con una acidez alta, taninos suaves y un trago largo, sedoso y largo, adictivo y largo, elegante… y largo. Y mientras vuelves a buscar la copa con los labios una y otra vez, mientras encuentras un vino que se muestra más y más redondo a medida que se va oxigenando, probablemente te cueste asimilar que 2017 no fue una añada fácil en Ribera del Duero.
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Dehesa de los Canónigos 2017: A good Ribera del Duero wine from a difficult vintage
It wasn’t an easy vintage in Ribera del Duero. High temperatures, little rain and a strong frost at the end of April made things very difficult for the vines and for the vine growers in 2017. All this adds even more value to wines like this Dehesa de los Canónigos 2017, a Tempranillo varietal (88 %) with a small contribution of Cabernet Sauvignon and Merlot (12%) from vines planted in calcareous clay soils that have been aged for 15 months in American oak barrels.
This is a cherry-color wine with a purplish rim that gives us clear aromas of ripe fruit on the nose, a persistent black fruit under where there are touches of wood, smoke and vanilla. But it’s its palate that truly catches us with an intense attack, taht gradually descends until it slowly fades. It’s like a wave, a wave in which the sensations of that ripe fruit shake your taste buds, with high acidity, soft tannins and a long, silky, addictive and elegant sip. And while you look for the glass with your lips again and again, while you find a wine that appears more and more round as it becomes oxygenated, it’s probably difficult for you to assimilate that 2017 was not an easy vintage in Ribera del Duero.
