Hace ya un par de años visitamos Tesalia, la bodega y el viñedo que Richard Golding posee en una finca ubicada en Arcos de la Frontera, a los pies de la sierra de Grazalema, como te contamos en este enlace. Fue un viaje provocado directamente por una botella de Tesalia 2016 que cayó en nuestras manos y nos sorprendió. Jamás habríamos ubicado aquel suculento y expresivo varietal de Petit Verdot en un clima cálido si lo hubiéramos catado a ciegas, y eso era suficiente para espolear nuestra curiosidad.
Desde entonces, hemos tenido la oportunidad de probar Arx y Tesalia en varias ocasiones, pero hasta ahora no habíamos tenido la ocasión de catar Iceni, la tercera marca de la bodega ni, por supuesto, de poder degustar toda la gama junto a dos de sus principales artífices: Richard Golding, “el que firma los cheques”, según el mismo se define jocosamente, e Ignacio de Miguel, el director técnico del proyecto.
Una cita con Richard Golding e Ignacio de Miguel
Richard es, en cualquier caso, algo más que “el que firma”. Empresario de origen británico afincado en España desde hace 40 años, planteó Tesalia desde una doble perspectiva. Por un lado, era algo que, obviamente, le apetecía hacer. Pero por otra parte la bodega debía contar con un plan empresarial sólido que la hiciera rentable y que permitiera amortizar la finca, además de estar completamente adaptada al cambio climático.
–El plan a cinco años se está cumpliendo, a pesar de la pandemia, con la que nadie contaba –confiesa Richard, quien, no obstante, bromea en el ambiente distendido de la comida en la que degustamos sus vinos–. ¿Sabes cuál es el secreto para hacer una bodega y acabar con una pequeña fortuna? Empezar a hacer la bodega con una gran fortuna.
Más allá de las bromas, Richard no da puntada sin hilo, y para poner en marcha el proyecto contó con el asesoramiento de algunos de los mejores expertos que hay en el mundo del vino. Así, José Ramón Lissarrague, director del Máster de Enología y Viticultura de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), fue quien planteó el viñedo desde cero, analizando los suelos de toda la finca, y eligiendo las variedades óptimas (fundamentalmente, uvas de ciclo largo), el marco de plantación y el sistema conducción que se ha aplicado a cada variedad y orientación, una de las características más singulares del viñedo de Tesalia y una de sus principales armas contra el cambio climático. Si tienes el privilegio de visitar su viñedo te sorprenderán los sistemas de conducción y poda, con plantas muy altas para alejar los racimos de la radiación térmica del suelo y con la materia foliar agrupada a modo de paraguas para proteger las uvas de la radiación solar.
Por su parte, Ignacio de Miguel fue uno de los primeros flying winemakers de España. Enólogo y licenciado en Ciencias Químicas, asesora a diversas bodegas de prestigio de toda España, y tiene claro que el éxito depende del trabajo.
–Con técnica y conocimiento se consigue un vino de 8,5 –afirma Ignacio–. El resto de la nota hay que trabajarlo mucho.
Inicialmente, el proyecto también contó con la ayuda de Cees Van Casteren, un Master of Wine, periodista y consultor cuyo papel fue crucial para orientar sobre el estilo de vino más acorde con algunos de los mercados internacionales.
En la actualidad, hay otras dos personas clave en Tesalia: la enóloga Valle Lozano, que lidia con el día a día del viñedo y de la bodega, y la hija de Richard, Natalia Golding, ex deportista de elite, master en enología y viticultura y directora general de la bodega.
Pero hoy son Richard e Ignacio quienes nos acompañan, y quienes nos van a ayudar a entender un poco más los sorprendentes vinos de esta bodega ubicada a los pies de la gaditana sierra de Grazalema.
Iceni 2020
De las tres etiquetas de Tesalia, Iceni es la más reciente y, de hecho, vamos a catar su segunda añada, que es la que actualmente se encuentra a la venta. Ignacio nos explica que cada uno de los vinos se articula en torno a una uva, que en este caso es la Tintilla de Rota. Arx, por su parte, da protagonismo a la Syrah, mientras Tesalia está armado en torno a la Petit Verdot.
En cualquier caso, Iceni 2020 es un coupage de Tintilla y Petit Verdot a partes iguales, fermentado en depósitos troncocónicos de acero inoxidable con control de temperatura y criado durante cinco meses en foudres.
En la copa encontramos un vino de color cereza con tonos fresa que en nariz nos entrega aromas de fruta roja, toques de regaliz y agradables notas herbales. Cuando lo llevamos a la boca nos sorprende su buena estructura y un toque licoroso. ¿De verdad tiene solo cinco meses de crianza en barrica? Y, por otra parte, ¿de verdad cuesta solo once euros?
Ignacio nos comenta que la idea era elaborar un vino “fácil de beber sin caer en la simplicidad, reflejando el carácter de la zona y del viñedo”. Por su parte, Richard nos habla del nombre del vino, que homenajea a la tribu de los icenos, antiguos pobladores del sureste de inglaterra que hasta en dos ocasiones vencieron a los romanos.
Pero, más allá del significado del nombre de los vinos, que de alguna forma unifican siempre el mundo del vino y el de la hípica, las dos grandes pasiones de los Golding, se trata siempre de marcas muy pensadas, sometidas a estudios de naming para comprobar que funcionan en las principales lenguas y a clinics en los que los participantes evalúan lo que les sugieren estos nombres. Y es que Richard no deja absolutamente nada al azar, no da nada por supuesto, y el hecho de que la bodega sea para él una auténtica pasión no implica que deje de ser un negocio que ha de rentabilizarse.
–En España hay 50.000 etiquetas de vino. Hay que ser un idiota para lanzar uno nuevo –bromea Richard tratándonos de hacer entender el reto que supone crear una nueva marca en un mercado tan sobresaturado mientras saboreamos este “vino de acceso”; un chascarrillo que no deja de esconder una gran verdad. Y es que el éxito es siempre una suma de factores, entre los cuales no hay duda de que una buena etiqueta es uno de los que suman, mientras una marca desacertada indudablemente resta. Parece obvio, pero no es algo que todo el mundo tenga claro.
Arx 2018
El segundo vino que cantaremos es también el que fue el segundo lanzamiento de la bodega: Arx, un vino cuyo nombre homenajea la población de Arcos de la Frontera, en Cádiz, donde se sitúa la bodega y que, como ya hemos comentado, da protagonismo a la Syrah, que forma el 60 % del coupage. Tintilla de Rota (30 %), Petit Verdot (8 %) y Cabernet Sauvignon (2 %) completan una mezcla en la que, como nos comenta Ignacio de Miguel, “cada uva tiene su función”.
Para elaborar Arx 2018, las uvas maceran en frío durante cuatro días antes de pasar a fermentar, por separado, en depósitos troncocónicos de acero inoxidable con control de temperatura, donde permanecen entre 20 y 25 días. Posteriormente, el vino se trasiega a barricas de roble francés, en las que se criará durante 12 meses.
El resultado es un delicioso vino de color cereza y aromas a fruta roja, monte y notas especiadas. En boca es redondo; un vino que parece querer ofrecerlo todo: equilibrio, longitud, intensidad, complejidad… Tiene un trago de entrada moderadamente vertical y un posterior toque goloso que coquetea con tu boca mientras intentas descifrar todos sus matices. Probablemente es el vino que ofrece una sensación más fresca sin renunciar a esa elegancia tan característica de todos los productos de esta bodega gaditana.
Tesalia 2019
Acabamos la cata con el buque insignia de la bodega, con el vino que dio comienzo a todo: Tesalia. Vamos a catar la añada 2019 después de que 2018 no saliera al mercado por no considerar sus responsables que fuese suficientemente bueno.
Como ya hemos comentado, en Tesalia 2019 la protagonista es la Petit Verdot, que representa aproximadamente el 65 % del coupage, complementada por la Syrah (25 %), con un pequeño aporte de Merlot (5 %) y Cabernet Sauvignon (5 %). La elaboración es prácticamente idéntica a la de Arx, al igual que la crianza, de 12 meses.
Cuando lo catamos, encontramos un vino exuberante, aunque un poco menos refinado que en otras ocasiones, quizá por haberse lanzado al mercado algo antes de que comience a abrirse su ventana de consumo óptimo. En cualquier caso, es un vino muy estructurado, muy serio, con una agradable nariz en la que los aromas de fruta negra madura y las notas herbales se mezclan con matices tostados y especiados. Según vamos abriéndolo en la copa, muy lentamente, va ganando en expresividad, va puliéndose un poco y comienzan a aflorar nuevos aromas como el de regaliz. Es, definitivamente, un vino fantástico para alargar la sobremesa tanto como sea necesario.
Y, precisamente, eso es lo que hacemos: alargar una sobremesa en la que Richard e Ignacio nos cuentan su visión de los vinos, de la viticultura, su oposición al fanatismo de atacar las variedades consideradas “no autóctonas”, su visión del cambio climático, del futuro de las grandes zonas vitivinícolas como Champagne o Burdeos… Y en un momento de la conversación, Ignacio nos da un dato que nos invita a reflexionar: “Cuando yo estudiaba enología, mi manual decía que el vino es el zumo de la uva fermentado con un volumen de alcohol de al menos el 9 %, excepto en el caso de los txakolis, que es del 7 %. Ahora encuentras txakolis de 14 grados. Yo no entro en sí el cambio climático lo está produciendo el hombre o es un ciclo de la naturaleza, pero los datos son innegables, y el mundo del vino tiene que adaptarse”.
Vino | Alcohol | Producción | Precio (75 cl) |
Iceni 2020 | 14 % | – | 11 euros |
Arx 2018 | 14 % | 54.600 botellas de 75 cl | 18 euros |
Tesalia 2019 | 14,5 % | – | 30 euros |