Dos contraventanas que se abren rompen la oscuridad en el interior de una vivienda. Nos dejan ver, de espaldas, la silueta de una mujer anónima que a continuación abre las hojas de la ventana, enrolla la persiana, ata su cuerda cuidadosamente y desaparece de la escena mientras las paredes y la propia ventana enmarcan el paisaje. Así comienza Y a la viña también, un corto documental en el que las mujeres y “el paisaje” son el eje sobre el que gira todo.
Mientras observamos esa escena no somos aún conscientes de su simbolismo, de todo lo que encierra, pero no habrá pasado ni media hora cuando el corto concluya y nuestras cabezas se llenen de preguntas (muchas sin respuesta), de reflexiones y de conclusiones. Las mujeres, decíamos, son las protagonistas, son las viticultoras que, bien por inercia –en las generaciones precedentes– o bien por elección –en las actuales– trabajaron, trabajan y trabajarán la viña de un modo muchas veces silencioso, casi secreto, sumando esa labor a los cuidados de la familia, de los mayores y de sus hogares.

Y a la viña también no es solo un título, sino casi un salmo que se repite en cada uno de los testimonios de las mujeres de San Martín de Unx, de un pueblo de Navarra en el que todo gira en torno a la viticultura, un pueblo que podría ser Cebreros, Utiel, A Rúa, Cenicero, Escaladei o Valtuille de Abajo.
Y a la viña también es una sucesión de testimonios, un relato tan desenfadado como desgarradoramente honesto. No hay una tesis que quiera demostrarse a través del mensaje de las viticultoras. Hay, sencillamente, una realidad, con sus luces y sombras, con testimonios cargados de injusticias junto a mensajes esperanzadores.

Y a la viña también pone en evidencia que la viticultura puede ser el motor económico y social del entorno rural. Algunos testimonios, como el de la viticultora María Abete, muestran un presente y un futuro repleto de esperanza, mientras las mujeres más mayores recuerdan el papel de unas viticultoras en la sombra que sí “servían” para vendimiar o recoger sarmientos y no para podar, para llevar la uva a la bodega o para cotizar en la seguridad social.
No hay más… ni menos. Y a la viña también acaba en una fiesta de mujeres, un día soleado; una fiesta en el campo, en la que las viticultoras de todas las edades comparten mesa y risas mientras descorchan el vino que elaboran en San Martín de Unx.
Y tras la proyección, Tao Platón (director técnico de Península Vinicultores y presentador del evento) nos invita a compartir las reflexiones de una mesa redonda en la que participan Irene Guede, María Abete, Pilar de Haya (Lavinia), María Díez Nepomuceno (Oive), Bárbara Requejo (bodega Las Pedreras), Cristina de la Calle (Taberna Verdejo) y Nacho Civera (Bodeboca), un debate que acaba con los asistentes –como las mujeres de San Martín de Unx– compartiendo mesa, risas y, por supuesto, vino.