Si recorres la antigua “nacional sexta”, hoy carretera LE-713, entre Cacabelos y Villafranca del Bierzo, disfrutarás de un precioso paisaje de viñedos, árboles frutales, algunos “poulos” (como se conocen en El Bierzo los campos sin cultivo ni labor), olor a monte bajo y esa presencia constante de los peregrinos que viajan a Santiago y que no siempre llevan bien la rampa que se encuentran a su paso por Pieros; y a mitad de esa cuesta, en la margen derecha del camino, en el conocido como paraje de Las Parras, encontrarás Godelia.
Pero en esta ocasión no somos nosotros quienes vamos a viajar al Bierzo, sino que es El Bierzo el que viaja a nosotros, y precisamente lo hace a través de los vinos de Godelia, con Olga Verde, su directora técnica, ayudándonos a entender sus singularidades.
Godelia Cuvée Brut Reserva
Nuestro encuentro con El Bierzo tiene lugar en el sótano de Madrid & Darracott, una vinoteca ubicada en el Madrid más castizo y turístico. Cuando aún nuestros ojos están haciéndose al ambiente oscuro del lugar, Lucía Arias, la responsable de exportación de la bodega, nos recibe con una copa de Godelia Cuvée Brut Reserva, un espumoso de método tradicional elaborado con uva Godello que hace una crianza en rima de 22 meses. A pesar de este tiempo, las levaduras no tienen demasiado peso; el vino se siente fresco y bastante frutal, y hemos de confesar que nos alegramos de reencontrarnos con un vino que habíamos catado hace unos meses y que, en aquella ocasión, nos pareció claramente menos expresivo. ¿Una mala botella, quizá? Quién sabe.
El caso es que la historia de este vino merece ser contada, ya que de alguna forma es un puente con el germen del cual nace Godelia: Agribergidum, una bodega con vinos de corte clásico que, guiada por la buena acidez de la Godello, un día decide elaborar un espumoso con esta variedad que no llega a lanzar. Catando unas botellas “abandonadas”, en Godelia deciden retomar la idea, lanzan una primera marca hoy desaparecida, Fructus, y en diciembre de 2016 sale a la venta la primera añada de un vino que llegó para quedarse y del cual actualmente se elaboran 6.000 botellas anuales.
“Su elaboración es muy artesanal –nos comenta Olga–, ya que no tenemos gyropalettes ni el equipo para hacer el degüello porque la producción es muy pequeña”.
Godelia Godello 2019
A continuación y tras hablarnos de cómo en 2009 da comienzo la historia de Godelia con 35 hectáreas de viñedo propio que hoy son ya 50, Olga nos presenta Godelia Godello 2019, un coupage de Godello (90 %) y Doña Blanca (10 %) elaborado con uvas de viñedos de entre 30 y 60 años (en el caso de la Godello) y de entre 60 y 80 años en el de la Doña Blanca.
La vendimia es manual (como en todos los vinos de Godelia), y el viñedo se cuida, siempre que es posible, con criterios orgánicos. Tras seleccionarse tanto en el viñedo como en mesa, las uvas son despalilladas y prensadas con atmósfera inerte, el mosto se somete a un desfangado estático de 24 horas, y la fermentación se lleva a cabo en depósitos de acero inoxidable, con levaduras neutras, a una temperatura de 15 ºC, vinificando cada variedad por separado. Posteriormente, el vino hará una crianza sobre lías de cinco meses, con batonages.
Sobre el color, poco puede decirse. El sótano de esta vinoteca es muy acogedor, con una luz muy tenue y a la vez muy cálida, fantástico para crear una atmósfera íntima y disimular la falta de ventanas, pero poco adecuado para catar un vino. Por lo demás, es un Godello chulo, varietal, con aromas de pera, toques anisados y un trago fácil, fresco, de buena intensidad.
Godelia Selección Godello 2016
Del siguiente vino habíamos catado alguna añada antigua, con distinta etiqueta (puedes verla aquí), que nos había dejado una buena impresión. Godelia Selección Godello es un monovarietal elaborado con uvas procedentes de un viñedo con 80 años y suelos pedregosos con cuarcita ubicado en el paraje de Val de Paxariñas, en el municipio de Quilós; uvas que llegan a bodega en cajas de 15 kilos tras haberse realizado una selección exhaustiva en la viña. Tras macerar en frío, a 5 ºC, las uvas pasan una nueva selección en mesa, se despalillan, se prensan nuevamente con atmósfera inerte, y el mosto desfangado por decantación durante 24 horas fermenta en un depósito de acero inoxidable a 15º C.
Pero lo interesante de este Selección comienza cuando acaba la fermentación. El vino se trasiega a cuatro barricas nuevas de roble francés de 350 y de 500 litros elaboradas por Francis Miquel, que además de artesano tonelero (o, mejor dicho, antes que artesano tonelero) es también maestro sumiller de la Unión de Sumillería Francesa, y él es personalmente quien aconseja formatos, volúmenes, tostados, la finura del grano y, en definitiva, la “receta” de los recipientes con la que el enólogo (Olga, en el caso de Godelia) cocinará su vino durante la crianza, que en este vino se prolonga durante ocho meses. Y, además de en barricas, otra parte del vino se criará en un huevo de cemento.
A la hora de catarlo, intuimos un color más intenso, más dorado, y nos sorprende una nariz muy fresca, también muy varietal, concentrada, con mucha fruta blanca. En boca es fino, fresco, directo pero amplio, y juega al siempre complicado equilibrio de mostrar la madera en una capa mientras la fruta se mantiene al frente; muy rico. Dentro de unos años prometemos repetir la cata para comprobar si el equilibrio sigue estando allí.
Godelia Mencía 2016
Y después de los blancos, que en Godelia, como su nombre hace suponer, tienen mucho peso, es hora de pasar a la Mencía. En este caso, se trata de un coupage de parajes, de viñedos viejos (de 60 a 100 años) con diversidad de suelos y cotas de 545 a 770 metros de altitud.
Como de costumbre, hablamos de una selección de uva en el viñedo, de vendimia manual, maceración en frío (a 10 ºC), mesa de selección, despalillado suave y, a pesar de tratarse de la misma uva, elaboración independiente para cada parcela, con fermentaciones en cubas de acero inoxidable a 25 grados pero con extracciones ajustadas al potencial de cada parcela. Tras entre 18 y 22 días de maceración, el vino hace una crianza de 12 meses en barricas de roble, nuevas y usadas, de 400 litros.
Olga nos comenta que “se trata de un vino de paisaje. En añadas más frescas se emplea una menor cantidad de roble nuevo, mientras que en las más cálidas se hace lo contrario”. Nosotros encontramos una Mencía amable, fácil (que no simple), de nariz golosa, con fruta roja y notas de madera; uno de esos vinos que apetecen siempre.
Godelia Selección Mencía 2015
Con permiso de su hermano Godello, Godelia Selección Mencía es el vino más serio de la casa. Para elaborarlo, se emplean uvas de distintas parcelas de Sobrado, Corullón y San Pedro de Olleros, de viñedos más que centenarios, algunos de ellos con suelos pizarrosos. Las uvas se someten a una selección en el viñedo, maceración en frío (a 10 ºC) y nueva selección de racimos y bayas, un despalillado cuidadoso (dejando unos pocos racimos con raspón) y una fermentación en barricas nuevas, abiertas, de 400 litros, de roble francés, empleando levaduras autóctonas. Durante los entre 20 y 30 días que dura la maceración, se hacen pigeages (inmersión del sombrero), se deja acabar la maloláctica y, posteriormente, se tapan las barricas y se deja que el vino se críe en ellas durante 16 meses.
Olga nos comenta que trabaja con mucha reducción, con muchas lías, y que a raíz de la zonificación aprobada por la denominación de origen están pensando en hacer un “vino de paraje” de alguna de las tres parcelas con las que se elabora Selección, como Peraliña (la de Corullón) o Penedón (en San Pedro de Olleros). “Mucha gente ahora está haciendo vinos de paraje, por la novedad, pero no tiene sentido hacer un paraje si tienes una viña de mucha producción situada en una vaguada… Al final solamente quedarán los mejores”, nos comenta la enóloga.
Cuando catamos Selección Mencía encontramos un vino serio pero a la vez moderno. Hay fruta madura, pero no compotada, y las notas lácteas quedan marcadas en el posgusto largo de un vino estructurado, claramente tánico pero a la vez amable. Se percibe cariño, mucho trabajo en un vino complejo y muy equilibrado que, posiblemente, tenga más sentido con el ensamblaje de estos tres parajes que si se separa cada uno de ellos… o quizá no; quién sabe.
Libamus 2015
La cata de Godelia concluye con un vino tan original como el que abría el fuego. Pero ahora no hay burbujas ni hay Godello; ahora hay azúcar residual y vendimia tardía en un vino de postre (por definirlo, no por encasillarlo) naturalmente dulce de Mencía, una propuesta única que, solamente por eso, ya tiene toda nuestra simpatía.
Lo cierto es que Libamus es un viejo amigo. Ya habíamos probado, justo hace dos años, un Libamus 2012, pero en esta ocasión catamos la siguiente añada, 2015, ya que es un vino de los que se elaboran cuando el viñedo quiere.
Esto es así porque las uvas de este monovarietal de Mencía se vendimian muy tarde, algo que en El Bierzo, donde llueve bastante al final del verano y durante el otoño, no siempre es posible. “Al principio vendimiábamos antes y hacíamos asoleo, pero era un follón, ya que tenías que implicar a toda la gente de la bodega, puesto que en esa época ya no hay vendimiadores, y había que extender las uvas por el día y recogerlas antes de la noche”, nos comenta Olga.
Para elaborarlo, se emplean uvas parcialmente pasificadas en la propia cepa, procedentes de un viñedo de unos 80 años, al cual se le hace mucha poda en verde; un viñedo ubicado en el paraje de Las Chas, a la entrada de Pieros desde Cacabelos, una zona preciosa en la que conviven pequeñas huertas y pequeñas viñas con zonas de bosque, monte bajo y arroyos, muy protegida por la falda de la sierra del Ancares.
Las uvas fermentan con racimos enteros a 20 ºC y, cuando se alcanza un 14,5 % de volumen de alcohol, se detiene la fermentación con frío, se filtra para retirar las levaduras, se sulfita y se trasiega a barricas muy usadas de 225 litros, en las que permanece entre ocho y diez meses.
Libamus 2015 es un vino goloso pero no empalagoso, muy redondo, con aromas muy limpios a fruta compotada y una boca muy estructurada, densa, glicérica, en la que nos sorprende su tanicidad, que le da un perfil muy diferente al de la añada 2012. Olga nos explica que en aquella ocasión había mucho más azúcar residual, mientras que en esta no supera los 80 gramos por litro, un valor relativamente bajo para un vino dulce.
Nos vemos en El Bierzo
Y con este peculiar vino dulce se cierra el círculo de una cata que comenzó con un vino igualmente peculiar de una de las bodegas más interesantes de la D. O. Bierzo. Mientras apuramos la copa de este goloso néctar de Mencía, nuestras anfitrionas nos comentan proyectos de futuro en los que aparecen la Alicante (Garnacha Tintorera), la Merenzao y la Estaladiña, que prometen ganar protagonismo en los vinos de El Bierzo tras haberse igualado su estatus al de la Mencía en la denominación de origen.
Y en un momento dado nos damos cuenta de que los vinos han convertido la presentación de esta bodega en una charla abierta, un intercambio de sentires y de pareceres, haciendo, en definitiva, lo que deben hacer los buenos vinos. Nos despedimos con la promesa de devolver muy pronto la visita, recorrer el precioso paisaje de viñedos, árboles frutales, algunos “poulos”, olor a monte bajo y observar la presencia constante de los peregrinos que viajan a Santiago y que no siempre llevan bien la rampa que se encuentran a su paso por Pieros, esa cuesta en la cual, en la margen derecha del camino, en el conocido como paraje de Las Parras, encontramos Godelia.