Muchas veces no basta con pararse un segundo y barrer el paisaje con la vista. Hay que saber observar los detalles para entender el todo. Puedes llegar a entender muchas cosas de un vino, de un terruño o hasta de una persona mirando atentamente los detalles, aunque, por supuesto, puedes también equivocarte si no los interpretas adecuadamente.
Cuando vas caminando entre las cepas de una terraza que se asoma a un meandro del Ebro en los últimas días del invierno y puedes ver el brillo de los ojos de Carmen al observar los viejos esqueletos de esas vides plantadas por su abuelo hace casi 100 años, esqueletos inertes que muy pronto volverán a brotar, es fácil entender que hay una conexión profunda entre la persona, la tierra y sus vinos, una conexión que ya se intuye cuando los degustas por primera vez y que, sencillamente, trasciende a cualquier frío descriptor o a cualquier constreñida técnica sistemática de cata.

Ese “algo más” que habíamos encontrado repetidamente en los vinos de Villota es lo que nos ha traído a este viñedo, a este meandro de la finca de San Rafael que el río Ebro dibuja, caprichoso, a su paso por Laserna, la pequeña población de Laguardia (Álava) donde se encuentra el viñedo viejo de Villota; una finca de 113 hectáreas de las cuales 97 son viñedo y sólo 4,5 hectáreas corresponden a nueva plantación.
San Rafael: Un meandro del Ebro a su paso por Laserna
Estamos, así, en ese caótico tramo fronterizo en el que es el propio serpenteante río el que pinta la línea que separa Álava y La Rioja. Hoy toca Álava, y es la propia Carmen quien nos explica que, por muy cerca que estemos de Logroño, el suelo de su finca es el suelo típico de Rioja Alavesa. Carmen nos explica también, con permiso de un viento huracanado que pretende convertirse en el protagonista del relato, que en realidad la finca tiene tres terrazas muy diferenciadas, y con ello tres suelos igualmente distintos, algo que ha pretendido reflejar en su vino Villota.
Carmen, por cierto, es Carmen Pérez Garrigues, ingeniera agrónoma, máster en medio ambiente y máster en viticultura, enología y dirección de empresas vitivinícolas, pero por encima de todo, es el alma mater del proyecto Villota. Es de esas personas que podría mirarte por encima del hombro pero, por el contrario, te mira a los ojos con complicidad mientras esgrime una de esas sonrisas que nacen muy adentro, de esas personas que disfrutan compartiendo momentos, compartiendo historias y compartiendo vinos.

Mientras recorremos sus parcelas comparte con nosotros la historia de Villota, desde su bisabuelo, quien compró la finca cuando volvió de Chile, hasta el nacimiento del proyecto Villota, pasando su abuelo, también agrónomo, que “diseñó el viñedo”, y pasando también por la etapa en que su padre (nuevamente agrónomo), en los años 70 se asoció con CVNE para crear Viñedos del Contino.
Desde 2013, cuarenta años después de aquella asociación, la familia Pérez Villota emprende su propio camino, y parte del viñedo del que nacían los mejores vinos de Contino comienza a destinarse a los vinos Villota.
Villota: tres terrazas y tres suelos
A medida que hablamos y escuchamos, con permiso del viento, vamos visitando diferentes parcelas de San Rafael, de esta finca cuya zona más alta y alejada del río se encuentra a 420 metros sobre el nivel del mar, y vamos descubriendo algunas de las pistas, de los detalles que nos hacen entender un poquito mejor los vinos de Villota.

Los suelos de esta zona son calcáreos, frente a los arcillosos con cascajos de la zona intermedia y los arenosos de la parte más baja, la que se asoma al río, ubicada a 380 metros de altitud. En esta última se encuentra la que para Carmen es la joya del viñedo: Viña Gena, la única parcela que ha catalogado como Viñedo Singular y cuyo nombre homenajea a Genara, su abuela.
De alguna forma, San Rafael es como un miembro más de la familia, un miembro que también ha ido creciendo, envejeciendo, transformándose durante su vida. Antes de que el bisabuelo Ricardo Pérez Pérez la adquiriera, era una finca agrícola que había pertenecido al marqués de Selva Nevada, a quien también se homenajea con una de las etiquetas de Villota.
Poco después sería el abuelo Ricardo Pérez Calvet quien plantaría el viñedo más viejo (como, por ejemplo, Viña Gena), eligiendo las variedades, los lugares, las orientaciones… Y ya en los años 70, con el padre de Carmen, Ricardo Pérez Villota, al frente, se acometería la transformación integral de la finca en viñedo, siempre con el cerro de la mesa de testigo, una formación que, según nos cuenta Carmen, protege la viña de los vientos, aunque hoy parece estar de vacaciones.

Recorriendo el viñedo más viejo observamos abundantes faltas. Aunque se cubren con una selección masal procedente de la propia viña, no siempre resulta fácil que prosperen. Al no usar herbicidas y tener que labrar toda la finca, algunas plantas caen por descuidos con la maquinaria durante el laboreo, pero ese es uno de los peajes que hay que pagar en una finca en la que hasta las nuevas plantaciones se conducen en vaso.
Una inmersión horizontal y vertical en los vinos Villota
Casi sin darnos cuenta, acabamos frente a La Abejera, un acogedor txoko construido sobre una vieja casa de labor rehabilitada cuyo nombre alude a la explotación de colmenas que se llevaba a cabo antiguamente en la finca. Allí nos espera una auténtica inmersión en el universo de los vinos Villota.
Selvanevada Blanco 2021
Siempre lo decimos: los buenos vinos blancos de Rioja no están suficientemente valorados, no solamente por su calidad, sino también por su tipicidad. El blanco básico de Villota es un varietal de Viura (94 %) con un aporte (6 %) de Garnacha Blanca, Malvasía y Tempranillo Blanco.
En la que es su segunda añada encontramos una nariz bastante expresiva y floral para lo que suele ser la Viura, con evocadores aportes de fruta blanca, hinojo y un fondo que nos lleva al campo en primavera. Su boca muestra una fantástica acidez, buen volumen y una estructura que nunca esperaríamos ni en un escalón de acceso ni en un vino blanco tan relativamente joven; un vino que, no obstante, tiene una crianza de seis meses en barricas de roble francés de 225 y de 500 litros.
Carmen nos explica que “este vino es una oportunidad para mostrar la añada, ya que sale a la venta antes que los demás vinos de esa añada”, por lo que puede ser un buen embajador de sus compañeros que están por venir. Y además de eso, nosotros añadiríamos que es una ganga.
Villota Selección Blanco 2020, 2019 & 2018
La “expresión blanca de la finca” tiene la Viura como columna vertebral, mientras la Malvasía se encarga de aportar un toque de expresividad, y la Garnacha Blanca añade un extra de volumen y, quizá, de equilibrio.
Probamos tres añadas de este varietal de Viura (70 %) procedente de cepas viejas de bajo rendimiento, cepas que “se regulan solas”, según confiesa Carmen, quien, cuando le comentamos que lo encontramos más untuoso que Selvanevada, reconoce que en este vino, para el que solo se utiliza el mosto flor, hay un mayor trabajo con las lías.
En realidad, es uno de esos vinos que te conquista por su discreción, por su equilibrio y, sobre todo, por su profundidad, y que, según va abriéndose, va mostrando unos ahumados suaves que acompañan a unas perceptibles notas minerales, siempre con la fruta muy presente pero sin destacar, marcando ese equilibrio que da tanto carácter a este vino.
Cada añada revela sus matices y, aunque los tres están en su ventana de consumo óptimo, creemos que mejoran cuanto más permanecen en botella al tiempo que la acidez va puliéndose.
Sin querer realmente elegir, nos reservamos la copa de la añada 2018 para revisitarla al final de la cata y comprobar que, después de toda una legión de tintos no exentos de carácter, no solamente no se viene abajo sino que, al contrario, este Villota Blanco se muestra enorme si lo eliges como “punto final”.
Selvanevada Tinto 2021
Tras los blancos, comenzamos con el vino de acceso a la gama de tintos, un vino muy frutal, casi goloso, en el que se potencia ese lado de la “fruta roja” de la Tempranillo, con aromas a fresa fresca, casi como “de caramelo masticable”.
Su boca, sin embargo, es muy estructurada; toda una sorpresa detrás de esa nariz tan “juvenil”. Hay además una buena acidez, taninos presentes, casi rústicos, y una persistente nota láctea en un posgusto largo; unas sensaciones de “vino serio” que, obviamente, nos encanta encontrar y nos hacen repetir la fase olfativa de la cata casi pensando que hemos cometido algún error, que quizás nos hemos confundido de copa y estamos probando un vino diferente a este varietal de Tempranillo (82 %), Graciano (9 %), Garnacha (2 %), Mazuelo (4 %) y variedades blancas (3 %) criado seis meses en barricas francesas.
Villota Tinto 2020
Conocimos Villota a través de la añada 2018 de este vino y nos enamoramos. Nos cogió totalmente sin aviso, sin saber qué esperar. Cuando lo catamos, hace casi dos años, escribimos: “Nos vuelve locos la Rioja auténtica, la de las cepas viejas, los viñedos de bajo rendimiento, los coupages de variedades clásicas e incluso los coupages de parcelas; esa Rioja en la que el equilibrio y la complejidad no son sino la suma de las partes, esa Rioja que hemos encontrado en el interior de esta botella”. Hoy podríamos escribir lo mismo de este 2020.
Este varietal de Tempranillo (84 %) se complementa con un aporte de Graciano (11 %) y Garnacha (5 %), se cría 18 meses en barricas de roble francés de grano extrafino y, posteriormente, se afina ensamblándose en depósito de hormigón.
Al catarlo, encontramos un vino muy frutal, si bien con el perfil de la fruta negra del Tempranillo más serio, muy alejado del perfil “juvenil” de Selvanevada. En boca, hay un gran equilibrio, la madera está impecablemente integrada, y el tanino es muy fino y elegante.

Viña Gena 2019 & 2020
A continuación cataremos dos añadas del viñedo singular de Villota: la 2020, actualmente a la venta, y la 2019, que aún no ha sido comercializada, una oportunidad de descubrir cómo esta viña vieja es capaz de expresar diferencias de añada cuando se elabora con cariño y con honestidad.
El 2019 fue un buen año en la zona, con un invierno seco, una primavera tormentosa, un verano de temperaturas moderadas y una vendimia algo adelantada. En cuanto a 2020, su invierno fue igualmente seco, y en la primavera hubo abundantes lluvias, con alguna granizada en junio y algo de lluvia durante la vendimia.
Cuando catamos Viña Gena 2019 encontramos al “niño bueno”, encontramos un vino que enamora por su finura y por su elegancia, ese vino que sabes que, si lo sirves en casi cualquier mesa, vas a triunfar; tanto si hay vinófilos como si no. Por el contrario, la añada 2020 probablemente sea algo menos universal, es el “niño rebelde”, un vino que va a necesitar algo más de botella pero que tiene un potencial inmenso y que te enamora con un carácter mucho más frutal; seguramente se convierta en nuestro favorito de la cata.
Con 18 meses de crianza en barrica y un posterior afinamiento en depósito de hormigón, ambos, en cualquier caso, son vinos muy complejos aromáticamente, muy bien estructurados en la boca, con una acidez que les asegura una larga ventana de consumo.

Villota Graciano 2019 & 2021
Un cambio de tercio nos lleva a acabar con los monovarietales de Villota. Su Graciano se elabora con ese clon de la “uva menuda” que nos recuerda más al Graciano del sur. Lo habíamos probado anteriormente, en el Salón Riojas de Pueblo que la Asociación de Bodegas Familiares celebró en Madrid el verano pasado, donde lo encontramos claramente más rústico. Hoy su tanino está mucho más dócil, y nos enamora su nariz, con un intenso aroma de violetas, fruta, hierbas silvestres y una sugerente nota ahumada que asociamos más a la variedad que a la madera.
Además de la añada 2019, actualmente a la venta, Carmen nos da a probar una muestra de 2021, que nos sorprende con el mismo perfil aromático, quizá algo más intenso, y un trago vertical, muy fresco, si bien, lógicamente, nos pide más botella.
Villota Garnacha 2018 & 2021
Del Graciano pasamos a la gran olvidada, la Garnacha, que llegó a ser la uva más plantada en Rioja. Procedente de una única parcela, La Pajera, en la terraza superior de la finca, a los pies del cerro de La Mesa, fue plantada en 1979.
Se trata de una microvinificación llevada a cabo en un siemprelleno de 700 litros, con bazuqueos manuales y una posterior crianza en una barrica nueva de roble americano de 500 litros. El resultado es un vino con aromas a rosas, cerezas y notas especiadas que en boca resulta amable, con un toque licoroso.
La muestra de la añada 2021 es, quizás, más voluptuosa, muy rica, frutal, con un muy agradable toque mentolado y un carácter más láctico… Aunque a estas alturas de la cata ya nos cuesta afinar cuando se trata de sacar matices.
Villota Mazuelo 2021
Para terminar, Carmen nos sorprende con una nueva muestra: un monovarietal de Mazuelo, otra variedad que hoy reivindica su lugar entre los vinos de calidad. Nos encanta su nariz, con intensos aromas a violetas y una sugerente nota ahumada. Hay también fruta, lo que concuerda con una boca carnosa, taninos dulces y una nota sápida.
Casi aliviados aunque, en realidad, tremendamente agradecidos, terminamos este curso intensivo sobre el universo de Villota entre las acogedoras cuatro paredes de La Abejera, si bien en realidad la cata es solamente el principio de ese segundo tiempo en el que el vino deja de convertirse en el protagonista para colocarse en un segundo plano, para transformarse en el catalizador, el hilo conductor de las conversaciones, el picoteo, las risas, las confidencias y las miradas cómplices; la argamasa que une los detalles sin los cuales es imposible comprender el todo.
Vino | Alcohol | Producción | Precio (75 cl) |
Selvanevada Blanco 2021 | 13,5 % | 17.733 botellas de 75 cl | 10 euros |
Villota Selección Blanco 2020 | 14 % | 3.333 botellas de 75 cl | 19 euros |
Villota Selección Blanco 2019 | 14,5 % | 540 botellas de 75 cl | 19 euros |
Villota Selección Blanco 2018 | 13,6 % | 3.548 botellas de 75 cl | 19 euros |
Selvanevada Tinto 2021 | 14 % | 70.767 botellas de 75 cl | 11,50 euros |
Villota Tinto 2020 | 14,5 % | 28.759 botellas de 75 cl 364 botellas de 1,5 l | 20 euros |
Viña Gena 2019 | 14 % | 6.500 botellas de 75 cl 200 botellas de 1,5 l | 35 euros |
Viña Gena 2020 (muestra) | – | – | Próximamente |
Villota Graciano 2019 | 14,5 % | 742 botellas de 75 cl | 35 euros |
Villota Graciano 2021 (muestra) | – | – | Próximamente |
Villota Garnacha 2018 | 15 % | 580 botellas de 75 cl | 27 euros |
Villota Garnacha 2021 (muestra) | – | – | Próximamente |
Villota Mazuelo 2021 (muestra) | – | – | Próximamente |


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