Araia y Tiaso son las nuevas etiquetas con las que la bodega aragonesa Sommos quiere poner en valor la influencia del terruño en el vino. Araia suena a arado, a trabajo y a esfuerzo, al fruto de la tierra, algo que ya los pueblos celtíberos descubrieron donde hoy hunden sus raíces las cepas de Garnacha de las 90 hectáreas de viñedo propio repartidas en 200 parcelas con las que Sommos trabaja en el entorno de la localidad aragonesa de Murero.
Por su parte, Tiaso nos sugiere “techado”, protección. No en vano los celtíberos cubrían sus casas con piezas de pizarra que extraían de esa misma tierra en la que cultivaban hace ya más de 3.000 años.
Así que estas dos voces, araia y tiaso, que en lengua celtíbera designaban lo que hoy conocemos, respectivamente, como arcilla roja y pizarra gris, son el nombre perfecto para dos vinos monovarietales de Garnacha cuya principal diferencia es la composición del suelo de los viñedos con cuyas uvas se elaboran en la bodega de Sommos.

Sommos Garnacha Araia 2020
Las uvas con las que se elabora Araia proceden de pequeñas parcelas con escasa pendiente y suelos de arcilla roja de las zonas de Orcajo y Banarro, plantadas entre 1958 y 1965, con rendimientos ligeramente superiores a los 1.500 kg/ha.
Tras una vendimia manual a primeros de octubre, las uvas se despalillaron, sin estrujado, y pasaron por una mesa de selección óptica. Cada parcela fue vinificada independientemente en pequeños depósitos de acero inoxidable, y la fermentación se llevó a cabo con levaduras autóctonas. El mosto permaneció encubado con las pieles entre 20 y 24 días, y para la crianza se optó por barricas de roble francés de 500 y 600 litros usadas por tres vinos, en las que Araia permaneció durante 14 meses.
Cuando lo servimos, encontramos un vino frutal, con predominio de la fruta roja fresca, notas de violetas y toques especiados. En boca se presenta con una buena acidez, buena intensidad, ese carácter frutal que predominaba en la nariz y taninos domados, aunque con un toque de rusticidad. Se trata, en definitiva, de un vino de buena calidad, muy versátil, perfecto tanto para chateo como para acompañar una comida; un vino que además es capaz de agradar a un amplio espectro de público.
Sommos Garnacha Tiaso 2020
Las pequeñas parcelas con cuyas uvas se elabora Tiaso se encuentran en la zona de Murero, donde abundan las laderas con alto contenido de pizarra gris. Se trata de viñas viejas, plantadas entre 1920 y 1970, con pendientes de hasta el 20 % y rendimientos de entre 750 y 1.000 kg/ha.
La vendimia, manual, se llevó a cabo a finales de septiembre y, al igual que ocurre con Tiaso, las uvas se despalillaron, pasaron por mesa de selección óptica, se encubaron y vinificaron por parcelas en pequeños depósitos de acero inoxidable. La maceración del vino y los hollejos duró entre 20 y 24 días, y Tiaso tuvo igualmente una crianza de 14 meses, pero en lugar de hacerlo en madera, se crió en tinajas de arcilla de 700 litros.
Cuando lo catamos, la primera diferencia “salta a la vista”, ya que Tiaso es un vino de capa algo más baja. En nariz, encontramos un vino igualmente frutal. Los aromas a fruta roja continúan al frente, con matices florales en un segundo plano. Pero es en boca donde se manifiestan con mucha claridad las diferencias.
Tiaso es un vino más fresco, con una mayor sensación de acidez, un trago más afilado, un cuerpo con menor volumen pero, sobre todo, un tanino más dócil, mucho más pulido, y esas notas ferrosas tan embaucadoras…
No cabe duda de que Sommos ha escogido sus mejores parcelas para elaborar estos dos vinos que, además de mostrarnos la importancia del terruño a través de un práctico ejercicio, transmiten auténtica pasión por la viticultura y el trabajo bien hecho a cada trago.
Vino | Alcohol | Producción | Precio (75 cl) |
Sommos Garnacha Araia 2020 | 15 % | 4.586 botellas de 75 cl | 24,90 euros |
Sommos Garnacha Tiaso 2020 | 15 % | 3.446 botellas de 75 cl | 24,90 euros |
