Crear un proyecto en torno a un clon de Tempranillo en peligro de extinción no es algo que pase muy a menudo, pero eso es lo que hizo Guillermo Eguren cuando en 1991 creó, bajo el amparo del grupo Viñedos y Bodegas Sierra de Cantabria, la bodega Señorío de San Vicente. Se trata de un proyecto que nace en torno a un viñedo, La Canoca, y a una uva, el Tempranillo Peludo; un proyecto que acoge a un solo vino y que, añada tras añada, demuestra que Señorío de San Vicente fue una gran idea.
Situada en San Vicente de la Sonsierra, La Canoca es una viña de 18 hectáreas plantada en 1985 sobre suelos arcillosos calcáreos. En ella crece el clon de Tempranillo Peludo con el que se ha elaborado San Vicente 2018. El viñedo de La Canoca es cultivado sin utilizar productos sistémicos ni herbicidas, realizando una viticultura integrada y usando abonos orgánicos.
Las uvas con las que se elabora San Vicente son vendimiadas de forma manual y con una cuidadosa selección de racimos en el viñedo y en la bodega. Tras ser despalilladas, fermentan a una temperatura controlada de entre 28 ºC y 30 ºC con dos remontados diarios durante la primera semana, que se van espaciando en el tiempo hasta llegar a un remontado cada dos días al final de los 21 días que dura la maceración con hollejos. La fermentación maloláctica se lleva a cabo en barricas de roble. Posteriormente, el vino tiene una crianza en barricas nuevas de 225 litros de roble francés (90 %) y americano (10 %) con trasiegos cada cuatro meses.
San Vicente 2018 se presenta en copa con un bonito color rojo picota de capa media alta y halo traslúcido. En nariz manda la fruta roja acompañada de mentolados, hierbas aromáticas, notas de monte bajo, especias y regaliz. En boca nos muestra muy buena acidez y un tanino pulido, ligeramente rústico, en un trago mineral, complejo, intenso y largo, con un final balsámico. Es un gran vino que muestra todo el potencial de un clon de Tempranillo y un terruño que han demostrado que merecían tener su propio proyecto.
Vino | Alcohol | Producción | Precio (75 cl) |
San Vicente 2018 | 14,5 % | 50.000 botellas de 75 cl | 40-45 euros |
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San Vicente 2018: A Wine to celebrate Tempranillo Peludo
Creating a project around an endangered clone of Tempranillo is not something that happens very often, but that’s exactly what Guillermo Eguren did when he created, under the umbrella of the Viñedos y Bodegas Sierra de Cantabria group, the Señorío de San Vicente winery in 1991. It’s a project centered around a vineyard, La Canoca, and a grape, Tempranillo Peludo; a project that embraces only one wine and, vintage after vintage, proves that Señorío de San Vicente was a brilliant idea.
Located in San Vicente de la Sonsierra, La Canoca is an 18-hectare vineyard planted in 1985 on clayey limestone soils. It is home to the clone of Tempranillo Peludo used to produce San Vicente 2018. The La Canoca vineyard is farming without using systemic products or herbicides, practicing integrated viticulture and using organic fertilizers.
The grapes used to elaborate San Vicente are hand harvested with a careful selection of clusters in the vineyard and at the winery. After destemming, they ferment at a controlled temperature between 28 ºC and 30 ºC with two daily pump-overs during the first week, gradually spacing them out until reaching one pump-over every two days at the end of the 21-day skin maceration. Malolactic fermentation takes place in oak barrels. Subsequently, the wine undergoes aging in new 225-liter French oak barrels (90%) and American oak barrels (10%), with rackings every four months.
San Vicente 2018 presents itself in the glass with a beautiful cherry red color of medium to high intensity and a translucent rim. On the nose, red fruit takes the lead, accompanied by menthol, aromatic herbs, notes of scrubland, spices, and licorice. On the palate, it shows very good acidity and polished, slightly rustic tannins, in a mineral, complex, intense, and long sip, with a balsamic finish. It’s a great wine that showcases the full potential of a Tempranillo clone and a terroir that have proven they deserved their own project.