Riojas de Pueblo. Cata
A través de 15 catas temáticas y de la presencia de 45 productores de la asociación de Bodegas Familiares de Rioja, el evento Riojas de Pueblo nos ha permitido conocer la realidad de los pequeños productores de esta histórica denominación de origen, un colectivo centrado en reivindicar la diversidad de terruños, variedades y estilos de vinos muchas veces eclipsados por las consolidadas referencias de las bodegas clásicas.

El madrileño Palacio de Neptuno acogió recientemente el evento Riojas de Pueblo, un encuentro con 45 de las 54 bodegas que componen la asociación de Bodegas Familiares de Rioja. Hablamos de evento, pero casi deberíamos hablar de “eventos”, ya que, mientras que en la planta baja se celebraba la tradicional feria con mesas en la que cada productor da a conocer sus elaboraciones y su proyecto, en el piso superior se habían habilitado puestos individuales de cata con un menú de 15 catas temáticas que daban a conocer la diversidad de esta Rioja de pequeños productores a través de un centenar de vinos.

Finca Vistahermosa

No es la primera vez que hablamos de este proyecto en el que el protagonista es un impresionante viñedo de 163 hectáreas encuadrado en una finca de 400 hectáreas en la localidad de Tudelilla. Aunque la mayoría de la uva que cultivan se vende a otras bodegas, Finca Vistahermosa cuenta con su propia bodega, donde su autora, Clara Herrero, elabora sus vinos Conversa: un monovarietal de Garnacha vieja, un rosado elaborado con Garnacha y Viura, y un blanco de Garnacha Blanca y Sauvignon Blanc. Como novedad, la bodega riojabajeña presentaba su exclusivo Conversa Colección Blanco 2019, elaborado igualmente con Garnacha Blanca (70 %) y Sauvignon Blanc (30 %), fermentado en foudre de roble francés de 1.000 litros y criado durante 10 meses en bocoy de roble francés. Solo se han elaborado 420 botellas de esta joya; si te cruzas con una, no dejes que se te escape.

Riojas de Pueblo. Finca Vistahermosa. Vinos Conversa.

Arizcuren Vinos

Javier Arizcuren elabora en su bodega urbana de Logroño una fantástica colección de vinos con uvas procedentes de viñedos familiares ubicados en Quel, en la sierra de Yerga, en Rioja Oriental. En esta ocasión, este vitivinicultor y arquitecto nos sorprendió trayendo a Madrid algunos vinos de su serie Apuntes, elaboraciones experimentales con las que el principal objetivo, según él mismo nos cuenta, es aprender. Pero el aprendizaje de Javier es también nuestro disfrute, especialmente cuando probamos un espectacular rosado de 2017 con crianza que nos lleva a pensar –no se ofenda nadie– en una especie de versión aligerada del mítico Viña Tondonia Gran Reserva Rosado, de López de Heredia.

Otro de sus Apuntes nos permite comprobar cómo se conserva el Mazuelo sin adición de sulfitos, un experimento con el que Javier pretende reducir el aporte de SO2 en sus vinos futuros.

Riojas de Pueblo. Javier Arizcuren

Catamos igualmente algunos de sus vinos comerciales, como Monte Gatún, en el que comprobamos el importante peso del Mazuelo y la Garnacha, a pesar de constituir entre ambos apenas un 30 % del coupage de un vino en el que el 70 % de Tempranillo pasa casi a un segundo plano. Acabamos con el tremendo Barranco del Prado, un auténtico museo líquido de la viticultura de la zona 100 años atrás, con la Garnacha como protagonista acompañada de variedades muy minoritarias como Calagraño y Tinto Velasco.

Berta Valgañón & Pretium

Y si hasta ahora habíamos visitado las mesas de viejos conocidos, nuestra tercera parada nos permite descubrir un proyecto del que nada sabíamos antes de nuestra visita al palacio de Neptuno, pero al que prometemos prestarle la máxima atención a partir de ahora; un conjunto de vinos de los que te ponen la carne de gallina. Agrónoma, enóloga y viticultora de sus 10 hectáreas de viñedo, que cultiva de manera orgánica, Berta elabora sus vinos en la zona más occidental de Rioja.

Riojas de Pueblo. Pretium. Berta Valgañón

Comenzamos catado un rosado de delicioso corte mineral, seguido de Berta Valgañón Tempranillo 2019, donde la protagonista es una fruta de calidad vendimiada en el momento justo que nuevamente vuelve a marcar el terruño en su paso por boca. Continuamos catando un monovarietal de Garnacha de Viñedo Singular de su gama Pretium, del que se elaboran 400 botellas en tinaja de barro. Y acabamos con Región I, un monovarietal de Maturana Tinta en hormigón que nos teletransporta directamente al viñedo riojalteño. 

Bodegas Juan Carlos Sancha – Ad Libitum

Dando apenas unos pocos pasos nos trasladamos a la zona del Najerilla, donde Juan Carlos Sancha elabora sus vinos a partir de 5,5 hectáreas de viñedo ecológico. Comenzamos catando un monovarietal de Maturana Blanca de corte marcadamente mineral para pasar a degustar su Ad Libitum Maturana Tinta 2020, un delicioso vino fermentado en barrica que nos deja un intenso recuerdo a regaliz. A continuación probamos un monovarietal de una uva minoritaria: la Monastel, conocida también fuera de Rioja como Morenillo. Encuadrado en la familia Ad Libitum (al igual que los anteriores), es un tremendo vino con aromas a fósforo, especias y tostados que expresa claramente su fermentación en barrica.

Riojas de Pueblo. Juan Carlos Sancha. Ad Libitum

Cambiamos de gama y de uva con Peña El Gato 2020, un monovarietal de Garnacha fermentado en barrica y criado nuevamente en barrica durante 11 meses que, con su fantástica acidez, rebosa frescura. Cuesta creer que con las mismas uvas de la misma parcela, plantada en 1917, se elabore Peña el Gato Tinaja 2019, un vino que repite acidez, sensación fresca, pero con un perfil goloso, casi de gominola. Y acabamos con Cerro La Isa Tinto 2019, monovarietal de Garnacha de un viñedo de 1906 en el que la fruta es la protagonista, con un trago largo de increíble posgusto.

Paco García

Cambiamos nuevamente de mesa y de región para dirigirnos a los viñedos del Iregua y el Leza, donde nos esperan los vinos de Paco García, bodega de la que habíamos probado verdaderas maravillas y que, por tanto, queríamos conocer más en profundidad. Empezaremos con Paco García Tempranillo Blanco, un estupendo monovarietal de esta uva que por menos de 12 euros, que es lo que cuesta al público en su web, es, sencillamente, un regalo de vino. Le seguirá Paco García Seis, un monovarietal de Tempranillo con seis meses de crianza en barricas de roble francés. Sencillo, goloso, realmente rico y con un precio de 8,5 euros, es otro regalo. Pasamos a Experiencias de Paco García Mazuelo 2018, criado en barrica de 500 litros y tres usos. A pesar de que la Mazuelo se ha usado históricamente siempre en porcentajes bajos para acidificar el Tempranillo, nosotros encontramos aquí un vino redondo, para nada difícil o demasiado ácido.

Riojas de Pueblo. Paco García

Villota

Y una vez más, cambiamos no sólo de mesa sino también de zona para visitar la Sonsierra, donde Carmen Pérez Garrigues nos recibe con los vinos de su bodega Villota. Comenzamos catando Villota Selección Blanco 2018, del que ya habíamos probado la añada previa aquí, un espectacular monovarietal de Viura de viñedo viejo que en esta ocasión encontramos más mineral. Pasamos a los tintos, con Selvanevada 2019 como escalón de acceso; un estupendo Tempranillo con seis meses de crianza en barrica al que no le faltan la acidez, la estructura y la intensidad que esperarías encontrar en un buen crianza, pero con la frescura de un vino más joven. A continuación probaremos un monovarietal de Graciano de 2019 que no todos los años se elabora, un vino rústico pero aun así adictivo. Y terminaremos con Viña Gena, el buque insignia de la bodega: monovarietal de Tempranillo de un viñedo de 1930 que entrega formidables aromas de violeta y monte bajo, y que nos deja con la sensación de que cualquier vino que catemos con la etiqueta Villota va a ser un acierto.

Riojas de Pueblo. Villota

Bodegas Zamaca – Cor de Mei

Acabamos nuestra visita sin movernos de zona. Cor de Mei, en Gimileo, nos recibe con su Martina 2016, un monovarietal de Tempranillo  Blanco con seis meses de crianza en barrica y una buena estancia en botella que nos muestra sus aromas de flores y miel, que preceden a una boca elegante y equilibrada. A continuación probamos Cor de Mei Reserva 2016, un monovarietal de Tempranillo con 24 meses de crianza en barrica; impecable, carnoso, nuevamente elegante, como todos los vinos de la casa. Grazia de Cor de Mei Reserva 2016 es un coupage, a partes iguales, de Graciano y Tempranillo, un vino serio que nos regala intensos aromas de violetas y nos muestra una gran estructura en su paso por boca, con taninos marcados pero muy controlados. Y acabamos con la añada más joven de Cor de Mei Tinto, un 2020 que entrega fruta roja, notas mentoladas, monte bajo…. Un vino que nos lleva directamente al campo, a la Sonsierra, a la Rioja Alta, pero, sobre todo, a esa Rioja auténtica en la que los pequeños productores nos hablan de terruños, variedades y estilos de vinos alejados del convencionalismo de las bodegas clásicas.

Riojas de Pueblo. Cor de Mei
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