Cuando se cumplen 10 años de la llegada al Bierzo de la familia Moro, sus godellos alcanzan su mayoría de edad. Han sido 10 años de aprendizaje, 10 años de búsqueda, 10 años de consolidación de un proyecto que comienza a enseñar su cara más amable.
Patricia Sánchez Moro, directora general, nos explica el origen del proyecto. Nos explica que la llegada al Bierzo de Emilio Moro nace de la inquietud de la tercera y la cuarta generación de la familia por elaborar unos vinos blancos que hasta hace nada estaban proscritos en Ribera del Duero. Sin ataduras, sin compromisos y buscando siempre una variedad que les permitiera hacer vinos de guarda, la Godello fue una elección sencilla.
Patricia nos explica que la eligieron por su buena acidez, su frescura, su intensidad y potencial de guarda; querían una uva que les permitiera elaborar vinos de largo recorrido con un claro potencial gastronómico.
Y si Patricia nos ha dejado claros los motivos por los que eligieron la Godello, Álvaro Maestro, director técnico de Emilio Moro, nos habla de por qué prefirieron El Bierzo a Valdeorras o a Monterrei: clima continental, acidez, frescura y la composición de los suelos.
Diez años después de su llegada al Bierzo, en 2023 han hecho la vendimia, por primera vez, en su nueva bodega, y han decidido hacer un rediseño de las tres etiquetas que componen la gama de sus blancos bercianos: Polvorete, El Zarzal y La Revelía.
Las nuevas etiquetas adoptan un diseño limpio en el que los nombres de los vinos comparten su protagonismo con motivos de pinturas rupestres encontrados en la cueva del Moro, ubicada en la localidad berciana de Librán, en el término municipal de Toreno.
Así, Polvorete incorpora en su etiqueta una figura humana con la que la bodega reconoce el calor de las gentes de esta comarca, que les han acogido con los brazos abiertos. En El Zarzal encontramos un sol que simboliza ese clima único del Bierzo, mientras La Revelía muestra un símbolo que parece una especie de árbol, un sello de identidad para el vino de mayor recorrido.
Cata de Polvorete 2022, El Zarzal 2022 y La Revelía 2021
Sin más preámbulos, comenzamos por el vino más joven, Polvorete 2022, una referencia que empezó a elaborarse con la vendimia de 2019 para ofrecer un vino de acceso, más económico, perfecto para beber por copas, bien frío, sin pensar en nada.
Este monovarietal procede de viñedos jóvenes plantados en espalderas pero vendimiados a mano. Su mosto fermenta con levaduras neutras seleccionadas en depósito de acero inoxidable, y hace una crianza de cuatro meses con sus lías finas antes de pasar a la botella.
En la copa encontramos un vino de color pajizo y nariz discreta, con aromas levemente frutales, toques florales, mantequillas y una nota de hinojo. En boca es sencillo, equilibrado, untuoso y ofrece una agradable acidez. Lo disfrutamos acompañado de una deliciosa tapa de arroz meloso con gamba roja; un maridaje en el que la acidez del vino aporta un refrescante complemento a la intensidad de los sabores del plato sin hacerles sombra.
Pasamos a catar El Zarzal 2022, el vino que dio comienzo al idilio de Emilio Moro con El Bierzo en la añada de 2016. Su elaboración es similar a la de Polvorete, si bien aquí la vendimia es algo menos temprana, con fruta de mayor concentración, jugando con la complejidad que aportan las laderas de la finca El Perdigón y sus diferentes orientaciones, así como con una crianza de ocho meses en foudres ovalados de 2.500 litros.
De color amarillo entre pajizo y limón, El Zarzal nos ofrece una nariz un poco más intensa, en la que nuevamente no hay nada que domine, con una amalgama de fruta blanca y de hueso, flores y mantequillas.
En boca es nuevamente un vino muy equilibrado, caracterizado por una destacable acidez y un trago algo más largo, untuoso y de agradable final. Lo catamos con un sublime ravioli de centollo en su bechamel, y una vez más esa acidez cítrica aligera el bocado sin restarle ni un ápice de protagonismo a la comida.
Acabamos con La Revelía 2021, un vino que fermenta en barricas de 500 litros y tostados ligeros, nuevas y usadas, procedentes de cuatro tonelerías diferentes y que posteriormente hace una crianza de 10 meses en barricas de gran formato.
Este vino de color limón claro añade a los aromas de sus hermanos una nota ahumada, mientras que en boca vuelve a dominar el equilibrio, si bien ahora encontramos ya un vino de cierta longitud y una boca claramente untuosa mientras lo maridamos con cecina del Bierzo acompañada de almendras marconas y aceite de oliva virgen extra; un maridaje en el que esta vez sí hay un equilibrio de intensidad que sugiere que el vino más serio del trío ofrece cierto potencial gastronómico.
Tras catar los tres vinos una y otra vez, nos sorprende encontrar un aire de familia, una identidad entre los tres que no hemos encontrado tan claramente en otras ocasiones. Vemos, con agrado, que hay una evolución muy positiva en cuanto a calidad en las tres referencias y, muy especialmente, en las dos más jóvenes, y entendemos que con esta añada los godellos de Emilio Moro alcanzan una mayoría de edad que invita a volver a encontrarse con ellos.
Vino | Alcohol | Producción | Precio |
Polvorete 2022 | 12,5 % | 120.000 botellas de 75 cl | 9,80 euros (75 cl) 24,50 euros (1,5 l) |
El Zarzal 2022 | 12,5 % | 50.000 botellas de 75 cl | 15,90 euros (75 cl) |
La Rebeldía 2021 | 13,5 % | 25.000 botellas de 75 cl | 24,90 euros (75 cl) 49,80 euros (1,5 l) |
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