Veintiséis viñas, seis hectáreas, tres municipios y una única zona vitícola rebosante de viñedo muy viejo, una zona casi desconocida para los profanos donde las montañas separan Bierzo y Valdeorras con las Médulas como testigo mudo mientras el serpenteante río Sil dibuja sus meandros imposibles… Estos son los mimbres con los que se teje Pago de los Abuelos, la apuesta de Nacho Álvarez por el viñedo viejo, por la Mencía, por el Godello y por la tierra que le vio nacer.
Para conocer esta increíble zona y su viticultura vamos a contar con un guía de excepción. Quedamos con Nacho a la entrada de Puente de Domingo Flórez, un pueblo berciano fronterizo con Galicia que ha crecido a la sombra del Sil y la pizarra, y enseguida nos encontramos “trepando” en su pick up por estrechas pistas de montaña hacia la primera de las viñas que visitaremos en el vecino municipio de San Pedro de Trones, donde Nacho tiene ocho parcelas.
Viñedo Rosendo: Un pequeño tesoro de Godello viejo
Comenzamos en una de las cotas más altas de la zona. Ligeramente abancalado, el viñedo Rosendo es un pequeño tesoro de cepas de Godello viejo salpicado de plantas de “Jerez” (Palomino) y “Alicante” (Garnacha Tintorera), una parcela que nos revela algo que descubriremos que es una constante en la viticultura de Nacho Álvarez: todas sus cepas son realmente viejas (en este caso datadas en 1920) y están “reconduciéndose” con la ayuda de palos.
En realidad, no se trata tanto de influir en cómo se forma el vaso, algo que en viñedos de semejante edad no es posible cambiar, sino en cómo se podan y conducen las varas, cuyas puntas pueden atarse al palo para permitir que las hojas formen un paraguas con el que protejan el racimo dándole sombra y evitando el impacto directo del granizo al tiempo que lo dejan aireado, ya que no hay materia foliar por debajo de él. De paso, esta conducción permite un laboreo mucho más fácil alrededor de la cepa y, por supuesto, da estabilidad a aquellas plantas que lo necesitan.
Viñedo Clos Chaos: Recogiendo el fruto de tres años de recuperación
Seguimos ruta y, a unos pocos metros, encontramos el viñedo Clos Chaos, una parcela que Nacho lleva recuperando desde hace ya tres años, y que esta temporada va a ser vendimiada por primera vez.
Como todas las viñas del proyecto, está identificada con un auténtico monolito de pizarra en el que, bajo el logo de Pago de los Abuelos (que es, por cierto, una foto en duotono del abuelo de Nacho) encontramos datos sobre edad, altitud y pendiente.
Durante nuestra ruta, Nacho nos comenta que éste ha sido un año especialmente bueno en lo que se refiere a enfermedades fúngicas, y tan solo ha tenido que dar un par de tratamientos. Sí ha habido problemas con la helada que se produjo en primavera y que precisamente en donde estamos, en San Pedro de Trones, ha mermado considerablemente la producción de uva.
Nuestra visita tiene lugar a mediados de agosto, cuando falta prácticamente un mes para que dé comienzo la vendimia. Las plantas muestran, en general, un aspecto impecable, aunque sí observamos una maduración un tanto desacompasada de las uvas, con racimos que no parecen querer terminar de enverar, un fenómeno que hemos visto repetidamente en otras zonas del Bierzo durante estos días. Nacho nos explica que es algo habitual en algunas variedades como la Aramón, pero que cuando pruebas la uva te das cuenta de que la falta de pigmentación no implica necesariamente que no se haya completado la maduración.
Como en la práctica totalidad del viñedo viejo del Bierzo, las parcelas de Nacho ofrecen un surtido de variedades, con la Mencía como protagonista, acompañada de cepas salpicadas de Garnacha Tintorera, Estaladiña, Palomino, Aramón y Negreda, conocida en Galicia como Mouratón y en Arribes como Juan García.
–Con la uva de estas parcelas elaboro el rosado –nos comenta Nacho–. De hecho, creo que lo que hace que este vino sea especial son las uvas de Aramón y Estaladiña. Algunas de ellas entran en la bodega sin enverar, como habéis visto, pero en realidad están maduras –afirma un enfático Nacho mientras examina uno de los racimos.
Basta compartir unos pocos minutos con Nacho para darse cuenta de que es directo, muy directo (puede que, para algunos, demasiado), una de esas personas con ideas claras, enérgico, alejado (incluso) de la diplomacia… Su cabeza no para de dar vueltas, de planear, de hacer proyectos, y es fácil que, cuando hables con él, saltes de un tema a otro. Pero, por encima de todo, Nacho es un enamorado de su tierra, y vive apasionadamente tanto sus éxitos como sus fracasos. Sufre hablando del estado ruinoso de Las Médulas o del abandono de las canteras de pizarra que ya han sido explotadas del mismo modo que su cara se llena de alegría cuando una nube “se rasga” y empieza a descargar a unos cientos de metros de nosotros en uno de esos días raros en los que el sol no deja de jugar a asomar y esconderse.
Viñedo Borrunde: Una pared con viñas
Seguimos recorriendo a media altura la ladera orientada hacia el norte del valle que dibuja el río Cabrera, afluente del Sil, una abrupta ladera coronada por el propio pueblo de Puente de Domingo Flórez. Paramos en algunas parcelas, como la dedicada al Tío Enrique, que lleva también tres años en recuperación, y por fin llegamos a una auténtica pared vertical en la que incomprensiblemente alguien decidió que era lógico plantar una viña.
Los bancales del viñedo Tío Enrique son solamente un aperitivo para cuando llegamos al escarpado viñedo Borrunde, en la zona alta de la ladera del valle por el que discurre el río Cabrera.
Viñedo Borrunde es una especie de escenario de Escher en el que se fusionan la viticultura y el alpinismo. Nacho nos explica que esta parcela perteneció al bisabuelo de su mujer, y que fue la primera viña del proyecto que compró en San Pedro. También nos cuenta que el año pasado dio cerca de 1.000 kilos de uva… Y sólo con pensar en los vendimiadores sacando cajas de esta parcela ladera abajo se nos encoge el alma.
Teiró: Una de las viñas más viejas del Bierzo
El viñedo Bancales, en la misma ladera pero en una cota algo más baja y con menor pendiente, será el siguiente hito antes de llegar a una de las joyas del proyecto de Nacho: Teiró. Su edad asusta; está datada en 1888, por lo que es sin duda una de las viñas más viejas del Bierzo. No hay que olvidar que la filoxera alcanzó la región entrando justo por donde hoy estamos a través de la cuenca del río Sil. Está documentada su llegada al vecino Barco de Valdeorras en un lejano 1867, por lo que muy probablemente fue una de las primeras viñas en replantarse con pies americanos, con unos portainjertos que insisten hoy en ocupar el sitio de algunas cepas ya desaparecidas hace tiempo y nunca replantadas.
–Estoy cubriendo las faltas de los viñedos de San Pedro con Estaladiña, aunque debido al año excesivamente caluroso y seco que estamos teniendo no están cuajando las nuevas plantas –nos explica el vitivinicultor berciano.
Tras visitar el viñedo Bancales, llegamos a la viña más vieja de Pago de los Abuelos y, posiblemente, de todo El Bierzo. Sus cepas se plantaron en 1880, apenas una docena de años después de que la filoxera entrara a la comarca desde Valdeorras por el valle del Sil. Ver y tocar estas cepas de más de 140 años, algunas de ellas enormemente desarrolladas y cargadas de racimos, es un acontecimiento que te conecta directamente con la historia.
Teiró nos muestra unos vasos robustos, con una poda alta de dos brazos y un marco de plantación bien definido a pesar de lo irregular de un terreno que sigue fielmente los quiebros de la montaña. Nacho nos explica que tardó tres años en recuperarla, si bien la sensación que nos transmite esta viña es que no ha estado mucho tiempo abandonada, con algunos “cepones” que parecen auténticos monstruos de retorcidos brazos de madera vieja, casi más altos que nosotros y cargados de kilos de racimos prietos de Godello mientras sus raíces se hunden sorteando cuarcitas y esquistos de pizarra. De esta parcela nace el godello en ánfora de Nacho, una auténtica joya de la que hablaremos algo más adelante.
Barreiros: La viña del abuelo de Nacho
Nuestro breve pero intenso viaje remontando el Cabrera nos lleva hasta el viñedo Barreiros, una hectárea y media que perteneció al abuelo de Nacho y que ha sido recientemente abancalada, de forma que ahora puede trabajarse con un pequeño tractor. Con las uvas de esta parcela nacen 9.000 botellas Godello y 1.000 más de Mencía etiquetadas con el nombre de este viñedo.
Pero, si hay algo mejor que hablar tanto de vinos, es catarlos. Y el lugar ideal para hacerlo es precisamente aquí, en la viña, en una fantástica atalaya de madera construida sobre la caseta guardaviñas del viñedo Barreiros. Las nubes amenazan con aguarnos la fiesta y, de hecho, hacen algo más que amenazar, pero en un año seco y caluroso como ha sido este 2022, estas cuatro gotas no van a conseguir que busquemos refugio tan fácilmente.
Cata de los vinos de Pago de los Abuelos
De los Abuelos Rosado 2021 es el encargado de abrir fuego. Se trata de un varietal de Mencía con un aporte de otras variedades tintas de cepas centenarias procedentes de viñedos de San Pedro de Trones; en esencia, las viñas que hemos visto esta mañana. Las uvas se vendimian en cajas de 18 kilos, se refrigeran en cámara durante una noche, pasan a la prensa, se hace un desfangado estático, y el mosto fermenta en barricas de roble francés de 600 litros envinadas con Albariño, en las que hace una breve crianza. Posteriormente, se clarifica con proteína de guisante y pasa a la botella.
Es un rosado serio, de un color intenso rosa asalmonado con reflejos metálicos. La fruta roja fresca y los aromas a monte bajo e hinojo comparten el protagonismo de una nariz que da paso a una boca fresca, equilibrada, con buena acidez y un punto goloso más por la carga de fruta que porque haya azúcar residual. Intenso, serio, largo, con un vago recuerdo a un caramelo de fresa ácida, es uno de esos vinos adictivos que no puedes dejar de beber y que demuestran que los rosados pueden no ser solo un refresco de terraza.
Mientras lo catamos, Nacho nos comenta que este año piensa elaborar un rosado en un depósito de pizarra de 500 litros que le han construido expresamente. Para darle vida empleará las uvas del Palomar, un viñedo que hoy no hemos visitado; quizá otro día toque.
De los Abuelos Viñedo Barreiros Godello 2021 es el siguiente vino de la cata, un monovarietal de Godello (procedente de la última viña que hemos visitado) fermentado en barricas nuevas de 600 litros con una posterior crianza en las mismas barricas.
Se trata de un Godello claramente varietal, con aromas a pera dulce, manzana y cítricos sobre una capa tenue de mantequilla. En boca es directo, con una acidez equilibrada, elegante e intenso. Deja que se note la madera, aunque nunca domina. Hay mucho nivel en este vino.
A continuación probaremos la joya de la corona: De los Abuelos Teiró 2020. Se trata de un monovarietal de Godello del viñedo Teiró que, como apuntábamos, es uno de los más viejos del Bierzo (si no el que más). Para evitar que la madera pudiera tener el más mínimo protagonismo, Nacho optó por fermentar la uva (previamente macerada con pieles durante un par de horas) en una ánfora de terracota que compró en 2017. El vino hizo una posterior crianza de un año en el ánfora, con batonages una vez al mes.
Cuando lo probamos, encontramos un vino claramente varietal, con atractivos aromas a pera dulce y un toque cítrico. En boca es elegante, fino, complejo, vertical e impecable, y Nacho nos comenta que ha comprado una segunda ánfora de 500 litros para elaborar parte de la próxima añada de Barreiros y ensamblarlo con la parte que se cría en barricas.
Los vinos tintos de Pago de los Abuelos
Cambiamos de banda con De los Abuelos Viñedo Saturno Mencía 2021, un monovarietal elaborado con uvas de una parcela de San Juan de Paluezas plantada en 1904. Fermenta en depósito troncocónico de madera de 2.500 litros. Cuatro días después, se prensan los hollejos, y el ensamblaje del vino del depósito junto con el de la prensa acaba la fermentación, tras lo cual el 50 % se cría en barricas, mientras que el otro 50 % lo hace en el foudre.
Nuevamente encontramos un vino varietal, con aromas a fruta roja fresca y especias que en boca repite las sensaciones de la nariz en un trago de buena intensidad, longitud y equilibrio.
Acabamos la cata con De los Abuelos Viñedo Barreiros Mencía 2019. La versión tinta de este paraje fermenta en depósito de acero inoxidable para posteriormente criarse en barricas de roble francés de 225 litros durante ocho meses.
El perfil de este vino es sorprendente, con aromas a fruta negra, regaliz y especias, y una boca increíble que te lleva directamente al Ródano a través de un trago de taninos dulces, elegante, complejo y mineral.
Pago de los Abuelos: Límite 50.000 botellas
Como de costumbre en estos casos, la cata acaba alargándose algo más de la cuenta mientras disfrutamos de los vinos, del paisaje y de la compañía, y de paso aprovechamos para poner en orden unas cuantas ideas del proyecto, así como para preguntarle a Nacho por proyectos futuros.
–Este año voy a hacer una barrica de 225 litros de uva tinta de San Pedro de Trones como prueba. También tengo dos botas muy viejas de Jerez en las que estoy haciendo Palomino con crianza oxidativa. Lo fermenté en las botas y lo fortifiqué hasta 17 grados. Por ahora lleva un año, pero seguirá bastante más allí –nos cuenta el enólogo berciano, quien también nos desvela que, a diferencia de lo habitual, comenzó su proyecto exportando buena parte del vino a Alemania, Italia, Reino Unido, Suiza, Países Bajos… pero su mercado nacional es cada vez más amplio.
En cualquier caso, su idea no es crecer demasiado, y se marca un límite de 50.000 botellas, que es la capacidad con la que quiere poder trabajar cómodamente en su futura bodega, ya que, a día de hoy, Nacho elabora en bodega ajena.
Cuando finalmente emprendemos el camino de vuelta, vemos el paisaje con ojos diferentes, como ocurre siempre que has tenido la ocasión de poner pie a tierra, de hablar y de escuchar a quienes han enraizado allí. Vemos el paisaje con ojos diferentes y sentimos una profunda admiración por las gentes que han luchado por modelar el viñedo imposible de esta zona olvidada del Bierzo más occidental, ganando la batalla a la filoxera, a la gravedad y casi incluso al tiempo, heredando el legado de padres, abuelos, bisabuelos… de viticultores borrados por el tiempo a quienes el proyecto de Nacho rinde tributo a través de sus vinos.
Vinos de Pago de los Abuelos catados durante la visita
Vino | Alcohol | Producción | Precio (75 cl) |
De los Abuelos Rosado 2021 | 12 % | – | ~26,35 euros |
De los Abuelos Viñedo Barreiros Godello 2021 | 13 % | – | 21,25 – 62,50 euros |
De los Abuelos Teiró 2020 | 14 % | – | 144 euros |
De los Abuelos Viñedo Saturno Mencía 2021 | 13 % | – | ~30,00 euros |
De los Abuelos Viñedo Barreiros Mencía 2019 | 13,5 % | – | 50,00 – 79,40 euros |