Nueve vinos monovarietales de diferentes regiones de España nos acercan a la uva Syrah

La Syrah, conocida también como Shiraz –especialmente en Australia, donde llegó hacia 1830–, es una variedad cultivada en numerosas zonas vitícolas del mundo que tiene su origen en Francia –muy probablemente en el norte del Ródano– como consecuencia de un cruce natural de dos variedades hoy minoritarias: Dureza y Mondeuse Blanche.

Antes de que la genética aportara luz en el mundo de la botánica, se creía que la Syrah provenía de de la ciudad persa –hoy iraní– de Shiraz debido a su innegable parecido fonético. Por el mismo motivo, su origen había sido también erróneamente ubicado en la siciliana Siracusa.

Pero el estudio de la genetista norteamericana Carole Meredith zanjó las discusiones, si bien no sirvió para saber cuándo se produjo el cruce de papá Dureza y mamá Mondeuse Blanche y, por tanto, para determinar cuál es la edad de nuestra protagonista.

Lo que sí sabemos es que la presencia de la Syrah en España es muy reciente, ya que su llegada se atribuye a Carlos Falcó, Marqués de Griñón, quien la introdujo en 1982 por consejo del enólogo Emile Peynaud en su toledano dominio de Valdepusa –convertido hoy en denominación de origen–, y desde entonces la extensión del viñedo de esta variedad no ha dejado de crecer.

¿Cómo es la Syrah y qué se supone que aporta al vino?

Considerada en España a finales del pasado siglo como “variedad mejorante” y empleada, por tanto, como parte minoritaria en coupages con otras uvas para aportar estructura o complejidad, cada vez es más frecuente encontrarla en monovarietales.

Y es que la Syrah es una variedad de grano menudo y piel gruesa que va bien servida, por tanto, de taninos y antocianos. Pero no es oro todo lo que reluce, ya que requiere de climas entre templados y cálidos para madurar completamente y producir vinos con niveles entre medios y altos de acidez y taninos.

En los climas templados, como el norte del Ródano, la Syrah es capaz de producir vinos equilibrados con aromas a fruta negra fresca, notas herbales y toques de pimienta, mientras que en zonas más cálidas (como en Australia o en numerosas áreas de nuestro país) los vinos pueden tener mucho cuerpo, altos porcentajes de alcohol y un perfil de fruta negra compotada con aromas a regaliz.

Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), las cepas de Syrah tienen pámpanos frágiles, por lo que es una variedad sensible al viento y se recomienda una poda corta, con las plantas guiadas en espalderas. Es, además, muy sensible a clorosis, acarosis y botrytis, y está mal adaptada a los suelos calizos. Sin embargo, es resistente al mildiu, al oídio y a la excoriosis, por lo que requiere especial atención si se cultiva en climas húmedos.

El MAPA recomienda además evitar un exceso de rendimiento y sobremaduración, y apunta al potencial enológico de la variedad para la elaboración de “vinos tintos de buen grado alcohólico aptos para un envejecimiento de gran calidad, de color intenso (azulado), muy aromáticos, finos y complejos, con aromas que recuerdan la violeta, el cuero, el tabaco y el regaliz; tánicos, con estructura y relativamente poco ácidos”.

También reconoce su potencial para “elaborar vinos rosados muy afrutados e interesantes”, pero hoy no vamos a encontrar ningún rosado entre los vinos que vamos a catar, aunque sí esperamos disfrutar de diferentes estilos y calidades en los nueve monovarietales que hemos seleccionado para conocer un poco más esta uva foránea que cada día parece ganar peso en nuestro país.

Nueve vinos monovarietales de Syrah de diferentes zonas de España

La Syrah se encuentra presente en prácticamente toda la geografía española, si bien es poco habitual en la cornisa cantábrica, y tampoco abunda en Castilla y León. Está autorizada en (al menos) 58 denominaciones de origen de nuestro país, aunque se cultiva también en regiones donde no está amparada. De hecho, de los nueve vinos que vamos a catar, cuatro están certificados por su correspondiente D. O., mientras los cinco restantes están amparados por la indicación geográfica protegida de la zona en la que se elaboran.

Todos son, por tanto, “vinos de calidad”, al menos sobre el papel, con precios de venta al público que oscilan entre unos 15 euros y más de 120 euros por botella. En todos los casos se trata, además, de referencias y añadas actualmente a la venta o de inminente lanzamiento, y todos los vinos han sido catados a ciegas –en orden elegido por sorteo– por un grupo de expertos profesionales del mundo del vino. Y ya, sin más dilación, vamos a ver lo que nos ofrecen los nueve monovarietales españoles de Syrah.

Arrayán Syrah 2021

“Diseñado” por el australiano Richard Smart con variedades internacionales, el viñedo de Arrayán en la finca La Verdosa fue plantado en 1999 con una alta densidad de plantas que llega a las 4.000 cepas por hectárea. Bajo los suelos pobres arenosos de esta finca ubicada en los montes del toledano municipio de Santa Cruz del Retamar, las raíces de estas cepas todavía jóvenes luchan entre sí por extraer los escasos nutrientes que tienen a su alcance.  Desde 2009, Maite Sánchez es la enóloga al frente de Arrayán. Y aunque ha apostado por reinjertar parte del viñedo de Syrah con variedades propias de la zona, sigue elaborando un monovarietal con las uvas de unas plantas que entiende a las mil maravillas.

Arrayán Syrah 2021 es un vino procedente de vendimia manual cuyas uvas son despalilladas y encubadas por gravedad para, tras una maceración en frío que se alarga durante tres días, fermentar en depósito de acero inoxidable, con levaduras autóctonas y a temperatura controlada. La maceración con los hollejos dura 20 días, tras los cuales el vino se descuba a barricas en las que hará la conversión maloláctica antes de criarse durante 12 meses en madera francesa y otro año más, al menos, en botella.

La opinión es unánime: Es un vino que se presenta con una nariz impecable, en la que abunda la fruta roja, con aromas a fresa, toques florales y alguna nota herbal. Tras esa sugerente paleta aromática encontramos una boca fluida, muy fácil, y un trago relativamente fresco que invita a repetir.

Sin ninguna duda, es uno de los triunfadores de la noche; un vino que, quizá, se beneficia de no buscar ese espíritu de “gran vino de guarda” que intentan alcanzar las elaboraciones más tradicionales de Arrayán, dejando un papel de gama media para el que al final es uno de los tintos más equilibrados de este elaborador, beneficiado, además, por uno de los precios más competitivos de los vinos que cataremos hoy.

Habla Treinta 2020

Cuarenta y dos parcelas de suelos pizarrosos que totalizan 200 hectáreas en Trujillo (Cáceres) son el punto de partida de un viñedo en el que la tecnología y la ecología se dan la mano. Malbec, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Tempranillo, Syrah y Sauvignon Blanc conviven en estos suelos ácidos que la joven bodega extremeña ha conseguido poner en valor a través de una gama de vinos de impecable presentación.

Este monovarietal de Syrah pertenece a la exclusiva colección Números, y cuenta con una botella específica serigrafiada que solamente se emplea en los vinos de esta serie elaborados con la mencionada uva.

Estamos ante un vino de la añada 2020 que ha fermentado en depósitos de acero inoxidable y ha pasado 12 meses criándose en barricas de roble francés para permanecer otros dos años largos en el botellero de la bodega antes de llegar a nuestras manos.

Cuando lo catamos, nos damos cuenta de que estamos ante un vino tímido que requiere de un tiempo para desarrollar en la copa todo su potencial. Una vez que el oxígeno ha hecho su trabajo y el vino ya se ha abierto, nos encontramos con un tinto de corte clásico, cálido, en el que los aromas secundarios de la crianza adquieren un destacado protagonismo, mientras que los aromas de la fruta se expresan con sutileza.

Como curiosidad, la bodega ofrece esta referencia por 50 euros en su página web, si bien es posible encontrarla en diferentes tiendas on-line por precios que se sitúan entre los 23,30 y los 30 euros.

Enate Syrah – Shiraz 2019

Enate es siempre sinónimo de calidad, y su monovarietal de Syrah es un ejemplo más de la acertada interpretación que Jesús Artajona hace siempre de las variedades francesas adaptadas al Somontano. Hablamos de monovarietal, si bien en la bodega aragonesa prefieren hablar de coupage, ya que este vino se elabora con “Syrah de nuestro viñedo de Cregenzán y Shiraz del valle de Alcanetos”.

Así que la herencia del Ródano y de Barossa Valley se dan la mano en el terruño prepirenaico a través de unas uvas que fermentan en depósitos de acero inoxidable, tras lo cual el vino se descuba a barricas nuevas de roble europeo y americano para realizar la maloláctica y permanecer en las mismas barricas durante 15 meses, afinándose posteriormente en depósito hasta el momento de su embotellado.

Cuando catamos este Enate Syrah – Shiraz encontramos un vino que cuenta muchas cosas, y en general buenas. La variedad aparece claramente en nariz, con mucha fruta negra, claras notas de campo y regaliz. Una segunda capa olfativa entrega aromas de evolución, sutiles pero francos, acordes con un halo que va mostrando tonos tirando a teja.

En boca es un vino que no esconde la madera, pero es una madera de nivel, de las que no pelean con la fruta. Es un vino complejo y ya maduro, a pesar de que mantiene una acidez que le hace aún suficientemente fresco. Hay longitud, equilibrio y, en general, buen hacer, y si lo “recatamos” algo más tarde descubriremos una amabilidad y un toque de finura que no encontramos en la primera cata.

Finca Río Negro Cerro del Lobo 2020

No es la primera vez que probamos el parcelario monovarietal de Syrah de Finca Río Negro y, desde luego, no queríamos que faltara en nuestra cata. La bodega de Cogolludo lleva 20 años empeñándose en demostrar que las laderas de esta finca de 600 hectáreas ubicada al abrigo de la sierra Norte de Guadalajara son un fabuloso terruño para la elaboración de vinos de calidad, y este monovarietal es un buen ejemplo de esa pasión e ilusión que ha movido a la familia de José Manuel Fuentes a entender Río Negro como un auténtico proyecto de vida.

Cerro del Lobo comenzó a elaborarse en 2016 porque el depósito de esta parcela siempre destacaba sobre los demás –huelga decir que la bodega vinifica todo por parcelas–. Se trata, así, de un vino cuyo nombre viene dado por la familia de lobos que habita en la zona, un monovarietal de Syrah de una ladera de fuerte pendiente, suelos pedregosos y bajo rendimiento (5.000 kilos por hectárea) cuyas uvas, tras una vendimia manual, en cajas de 18 kilos, fermentan a una temperatura controlada de 23 ºC con 12 meses de crianza en barricas de roble francés de 500 y 225 litros, tanto nuevas como de segundo año.

Tras dejar que se abra convenientemente, encontramos un vino de muy buena acidez, con fruta negra madura, especias, violeta, toques de tapenade, una nota ahumada claramente presente, un posgusto láctico y un gran peso en boca sin ser un vino cálido. Nuevamente, el equilibrio es la mayor virtud y, quizás, el peor enemigo de un vino voluptuoso pero a la vez muy técnico y claramente tánico, que deja aflorar una nota balsámica que acaba destacando y aportándole un plus de personalidad.

Syrah de Matasnos 2020

Jaime Postigo abandera este proyecto familiar que convierte una finca de Peñaranda de Duero (Burgos), ubicada a 940 metros de altitud, en un ecosistema en el que insectos, animales y vides forman parte del Bosque de Matasnos; un lugar único en el corazón de la Ribera del Duero donde se encuentra una viña de Syrah sorprendentemente vieja para tratarse de esta variedad. Con sus uvas se elabora un vino criado durante 12 meses en barricas de 500 litros de las cuales la mitad son nuevas y la mitad son de segundo uso.

Cuando catamos la Syrah de Matasnos, encontramos un vino de sugerente nariz con aromas a fruta compotada y toques de pimienta negra. Su boca presenta un delicioso fondo frutal que transmite la calidad de las uvas con las que ha sido elaborado, si bien sus taninos secantes nos hacen pensar que esta añada no ha llegado a su momento óptimo de consumo. Un final láctico completa una boca voluminosa, y el vino en general nos lleva a pensar que la Syrah se adapta bien a la altitud de esta zona, si bien el vino requiere de un tiempo largo de afinamiento para dulcificar esa carga tánica que le dota de una poderosa estructura.

Finca Legardeta Syrah 2020

Situada en Villatuerta, 40 kilómetros al suroeste de Pamplona, la Finca Legardeta ocupa 245 hectáreas de las que 103 están dedicadas al cultivo de la vid. Caracterizada por su clima frío y su gran variedad de suelos, se encuentra en una zona de transición entre los Pirineos y la cuenca del río Ebro, a una altitud media de 450 metros.

Allí la Syrah con la que se elabora este monovarietal se vendimia a mano en cajones de 200 kilos para, ya en la bodega, pasar por mesa de selección y ser encubada por gravedad en tanques de acero inoxidable de 20.000 kilos, en los que el mosto fermenta a temperatura controlada con remontados manuales que buscan una suave extracción. Concluida la fermentación, el vino se trasiega a barricas de roble francés, donde permanecerá durante aproximadamente 12 meses.

En la nariz de Finca Legardeta Syrah encontramos un vino impecable, con un destacable peso de los aromas florales que acompaña a los de la fruta, así como un toque vegetal que se manifiesta especialmente en la boca pero que, lejos de producir rechazo, aporta complejidad a un vino de posgusto levemente goloso que muestra un buen equilibrio, cierta elegancia y personalidad. Sin duda, se trata de uno de los favoritos de la cata.

Hacienda La Quintería Syrah 2022

Hacienda La Quintería es una gama de vinos elaborada por Santiago Jordi en el Marco de Jerez sin someterse a las rígidas normas de su denominación de origen. En este proyecto se elaboran vinos tranquilos –sin encabezar, como las elaboraciones más habituales de Jerez– que pretenden mostrar la diversidad y el potencial de la zona.

Este monovarietal de Syrah se elabora con uvas de cepas plantadas en el célebre pago de Balbaína, con suelos de albariza, y se cría durante 12 meses en barricas de roble francés. Se trata de una muestra de un vino recién embotellado que ni siquiera cuenta con su etiqueta definitiva, si bien el productor quiso facilitarnos esta botella debido a que su puesta en el mercado estaba cercana.

Durante la cata de Hacienda La Quintería Syrah, el vino demostró no ser una muestra representativa de lo que el consumidor encontrará en la botella que finalmente llegue a su mesa. Y es que los aromas a violetas, especias, y fruta negra madura (moras) mostrados por este vino quedaban solapados por otra capa olfativa que los enturbiaba y que achacamos a la naturaleza de la muestra facilitada con tanta premura por un elaborador cuyos vinos se caracterizan, precisamente, por una fantástica complejidad aromática y por ese hilo argumental que aportan los suelos de albariza.

Clunia Syrah 2019

Las cepas con cuyas uvas se elabora este monovarietal de Syrah proceden de la finca “La Encina”, ubicada en Coruña del Conde (Burgos), a 975 metros de altitud. Tras completar la fermentación en depósitos de acero inoxidable, el vino se trasiega a barricas de roble francés, donde hace la maloláctica y permanece durante 12 meses.

Nada más llevarnos la copa de Clunia Syrah a la nariz nos damos cuenta de que estamos ante un vino serio, con un carácter marcadamente especiado en el que la pimienta, la tinta china y el café torrefacto envuelven los aromas de la fruta. En boca es uno de los vinos más frescos de la cata, muy amable, estructurado, fluido pero a la vez complejo, con un trago largo que acaba en un posgusto lácteo.

Catado a ciegas, como el resto de sus contendientes, fue hasta este momento el único vino que nos llevó hasta el Ródano, aun a sabiendas de que necesariamente venía de “alguna” zona de nuestro país.

Finca Garbet 2016

Casualmente, el último vino de la cata es también el más caro, el más viejo y el mejor valorado por los catadores de forma unánime. La exclusiva Syrah de Peralada procede de una empinadísima ladera plantada en bancales con suelos pizarrosos y vistas a la Costa Brava. La fermentación tiene lugar en un tino, a 23 ºC, en el que el vino macera con sus hollejos, con dos remontados manuales diarios. Tras descubarse, Finca Garbet tiene una crianza de dos años en barricas bordelesas nuevas de roble francés Tronçais, seguida de un largo afinamiento en botella, que en nuestro caso supera los cinco años.

Su nariz ofrece deliciosos aromas a fruta negra, flores, especias y leves notas de evolución, aromas que se amalgaman formando una fragancia homogénea muy sugerente. Su boca es fina, elegante, compleja, equilibrada, de buena intensidad y gran longitud, con un fondo balsámico y taninos sedosos, mientras que su buena acidez nos hace pensar que, aunque posiblemente se encuentre en su momento cumbre, aún le quedan años por delante para poder ser disfrutado.

Algunas conclusiones sobre los monovarietales españoles de Syrah

Acabada la cata, repasamos los vinos y llegamos a algunas conclusiones que pueden ser bastante interesantes si tenemos en cuenta que entre los catadores se encuentran elaboradores de muy alto nivel.

La primera de las conclusiones es que el clima de muchas de nuestras regiones favorece una sobremaduración de la Syrah que hace que algunos de los vinos, independientemente de su calidad, sean muy alcohólicos y algo pesados.

En esta línea, los dos vinos de Burgos, cuyas viñas se desarrollan a una gran altitud, se han mostrado más equilibrados que los de otras zonas claramente más cálidas, si bien es cierto que el mejor valorado ha sido un vino de clima 100 % mediterráneo, lo que nos lleva a creer que una viticultura bien adaptada a las condiciones de la zona puede hacer que la Syrah dé grandes resultados también en climas cálidos.

Quizá esa diferencia de climas ha provocado que no exista una clara línea que identifique inequívocamente todos estos vinos como monovarietales de Syrah. Sí es cierto que casi siempre encontramos fruta negra, a veces compotada, un toque especiado y alguna nota herbal, pero en el conjunto no se detecta la uniformidad que sí hemos visto en otras catas de monovarietales.

Sea como fuere, nos queda claro que la Syrah es una uva capaz de producir vinos de guarda, con acidez, con estructura y una voluptuosa carga de fruta negra; vinos que agradecen la madera y el tiempo, que se disfrutan mejor si se beben con calma, en copa ancha, dándoles tiempo a abrirse; vinos que se disfrutan en una buena mesa, bien maridados y, sobre todo, en buena compañía. 

Los nueve vinos monovarietales de Syrah de diferentes zonas de España

Hostal Restaurante Canadá: Un paraíso para los amantes del vino

Ubicado en la localidad de Toral de los Vados, en la comarca leonesa de El Bierzo, el Hostal Restaurante Canadá lleva más de medio siglo ofreciendo comida y alojamiento a viajeros y trabajadores de la zona. José Potes y su hermana Pilar regentan hoy este negocio familiar cuya carta de vinos cuenta con la más amplia oferta de referencias del Bierzo, sin olvidar otras denominaciones de origen, incluidas algunas internacionales como Champagne.

Más allá de su soberbia carta de vinos y de una cocina en la que el producto de calidad tratado con respeto es el protagonista, el Hostal Restaurante Canadá ha acabado convirtiéndose en punto de encuentro de los enólogos y viticultores de la zona, y gracias a su desinteresada colaboración ha sido el lugar en el que hemos llevado a cabo esta cata a ciegas de monovarietales de Syrah de diferentes zonas de España.

Por cierto, si decides visitarlo, no dudes en preguntar por el pescado fresco que pueda haber fuera de carta y en comenzar tu comida con una copa de Godelola, el Godello elaborado con uvas de su propio viñedo.

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