Es transgresor, fermenta parcialmente con las pieles y envejece en barricas. Muchos godellos ni siquiera le hablan; se giran y le enseñan la etiqueta trasera. “Tú no eres un Bierzo”, se atreven a decirle; godellos pálidos, casi transparentes, sin maduración, sin maceraciones. Pero a Mundo Zeppelling Palomino de Pueblo 2017 le importa más bien poco lo que digan esas cepas jóvenes crucificadas en una espaldera.
Cuando lo probamos por primera vez, dijimos “tiene cuerpo, estructura, es glicérico y untuoso. Huele a manzana asada y a fruta de hueso, e incluso, al final, te trae recuerdos al vino fino. Cuando lo bebes es intenso y persistente, con notas de madera, pero muy escondidas. Te calienta la boca y, sin darte cuenta, ya no queda nada en la botella”. Nada de eso ha cambiado; la botella sigue vaciándose de forma misteriosa, pero ahora todo eso se encuentra un poco más amalgamado, ahora hay más matices, y en especial un fondo mineral… Ahora es más sencillo percibir el terruño, percibir esos suelos de pizarras y arcillas o, quizá simplemente, somos nosotros los que sí hemos cambiado. Quién lo sabe.
Y como no se trata de repetir la cata, nos hemos dicho: vamos a maridar musicalmente esto: Intensidad, algo de chulería, orgullo y experiencia, una boca untuosa que te envuelve pero no te empalaga. Este Palomino no tiene un vozarrón, pero sí que desborda personalidad, y esa Doña Blanca que completa el coupage le hace unos buenos coros. Y, por supuesto, como todo gran vino, según va abriéndose va viniéndose arriba. Damas y caballeros: Santiago Auserón y la Original Jazz Orquesta acompañan musicalmente a Mundo Zeppelling Palomino de Pueblo 2017 con La negra flor; que lo disfruten.
