Fue amor a primera vista. La cuenta de Instagram de Francisco de Jesús, el vitivinicultor que se encuentra detrás de Llamoricas, estaba llena de fotos y pequeños vídeos de sus cepas, su fauna, su vegetación… de esos muros de piedra sin argamasa que dibujan las lindes de las parcelas, de uvas recién cuajadas, uvas enverando, uvas vendimiadas en sus cajas mientras la familia de vendimiadores repone fuerzas y alguien toca una gaita; escenas de la vida de Aliste, de la comarca del norte de Zamora que se cobija al regazo de la castigada sierra de la Culebra, escenas sin el glamour del postureo pero con el glamour de la autenticidad.
En estas tierras pobres nace Llamoricas, el vino que Francisco Javier de Jesús Pérez elabora con lo que hay en sus viñas: Tempranillo (76 %), Syrah (12 %), Garnacha Tintorera (6 %), Garnacha (3 %) y la blanca Godello (3 %), a la que en esta zona se le llama Verdejo.
Con un rendimiento medio de 1.500 kilos por hectárea, las uvas proceden de cepas de una edad media de 50 años plantadas en vaso en cuatro diferentes parcelas de suelos con cuarcitas, pizarra y piedra mollar –esa piedra arenisca de color ocre típica de Zamora–; cepas que se trabajan en secano, con poda en verde y cultivo biodinámico, y cuyas uvas fueron vendimiadas a lo largo de dos días, en cajas.
Las uvas de Llamoricas llegan a la bodega
Ya en la bodega, se despalillaron tanto el Tempranillo como la Syrah –el 88 % de la uva–, sin estrujar, mientras el resto –el 12 %– fermentó con raspón, pisando la uva. Tras una maceración en frío, con hielo seco, la fermentación se llevó a cabo en 12 barricas abiertas de roble francés de 300 litros –para el Tempranillo y la Syrah– y en una barrica giratoria de 500 litros –para las uvas despalilladas y pisadas–, siempre, por supuesto, con levaduras autóctonas.
Tras el prensado, el vino se crió durante un año en siete barricas de 300 litros de roble francés, de las que una era nueva, tres de tercer año, dos de cuarto año y una de quinto año. Clarificado con albúmina, estabilizado por frío natural y sin filtrar, el vino se embotelló y acabó en nuestras manos.
Así que tenemos en la copa un vino de color rojo picota con aromas a fruta negra y roja, especias, tapenade y un punto herbal. En boca es impecable y tremendamente personal, con un trago frutal, buena acidez, taninos domados con un toque terroso, perfecta longitud e intensidad y un postgusto láctico. Según va abriéndose va ganando en complejidad, ofreciendo toques de fresa ácida, café, notas minerales…
Llamoricas, que recibe su nombre de una de las parcelas de Francisco –una ladera con el 30 % de pendiente orientada hacia el sur– no es sólo un buen vino, honesto y bien elaborado, sino que representa perfectamente la esencia del terruño de la sierra de la Culebra, donde seis productores han unido sus fuerzas para sacar adelante una denominación de origen que ampare estos vinos de enorme potencial que el mundo entero merece conocer; vinos creados sin el glamour del postureo, pero con el glamour de la autenticidad.
Vino | Alcohol | Producción | Precio |
Llamoricas 2021 | 15 % | 2.612 botellas de 75 cl 100 botellas de 1,5 l | 16,53 euros (75 cl) 33,06 euros (1,5 l) |
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