El valle del Ródano se extiende de norte a sur por el este de Francia, desde la localidad de Vienne (en el departamento de Isère) hasta la ciudad de Aviñón, abarcando 1.317 municipios y una amplia extensión de viñedo con dos zonas diferenciadas: el valle norte del Ródano (desde Vienne hasta Livron-sur-Drôme) y el valle del Ródano meridional (desde Montélimar hasta Aviñón).
Resumir el Ródano en dos vinos es materialmente imposible, pero sí que podemos hacernos una idea del potencial de este terruño descorchando un vino blanco y otro tinto como los que vamos a catar hoy, procedentes ambos de la gama media alta de una de las bodegas icónicas del Ródano: Maison Brotte.
Comenzamos con Les Hauts de Barville 2020, un coupage de Garnacha Blanca, Clairette, Roussanne y Bourboulenc vendimiadas a mano, al alba y prensadas para dejar que el mosto fermente durante dos semanas en depósitos de acero inoxidable, donde el vino tendrá una crianza de seis meses.
Cuando lo catamos encontramos un vino de color amarillo limón bastante intenso. Su nariz, claramente mineral, ofrece también aromas de fruta blanca y hierba fresca. Su boca muestra una buena acidez y un trago elegante, complejo, equilibrado, fino, largo e intenso, pero, por encima de todo: delicioso; con un final de trago mineral y un ligero toque amargo. Hay tantas cosas en este vino que quizá la fruta queda en un segundo plano, algo que en este caso es de todo menos un defecto.
Dejamos Châteauneuf-du-Pape, al sur del Ródano, para desplazarnos a la cercana Gigondas, de cuyo viñedo nace La Marasque 2020, un coupage de Garnacha y Syrah que, tras un despalillado parcial y un suave estrujado, fermentan a 28 ºC. Tras cuatro semanas de maceración, el vino se cría durante 12 meses en tinos centenarios de roble y barricas de roble francés.
Cuando lo catamos, encontramos un vino de color rojo picota y capa media. Su nariz, inicialmente cerrada, ofrece fruta negra, violetas, notas de campo, regaliz y balsámicas, con una madera muy bien integrada. En boca muestra una muy buena acidez y un trago estructurado, largo, complejo, elegante y equilibrado, así como un marcado postgusto balsámico, toques lácticos y notas de verdor que, lejos de poder considerarse un defecto, le dan una marcada personalidad.
Quizás un poco más de tiempo en la botella acabaría de redondear unos taninos vivos pero nunca molestos en un vino con el que la Maison Brotte ha pretendido hacer un homenaje al licor marrasquino (de ahí su nombre), a las cerezas con las que se elabora y, en definitiva, al terruño de ese Ródano que hemos conocido un poco más a través de estas dos fabulosas etiquetas.
Vino | Alcohol | Producción | Precio (75 cl) |
Les Hauts de Barville Châteauneuf-du-Pape 2020 | 14 % | 28.000 botellas de 75 cl | 46,20 euros |
La Marasque Gigondas 2020 | 15 % | – | 32,34 euros |
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Les Hauts de Barville 2020 & La Marasque 2020: Pure Southern Rhône in white and red versions
We begin our trip through the Rhône with Les Hauts de Barville 2020, a blend of Grenache Blanc, Clairette, Roussanne and Bourboulenc harvested by hand, at dawn and pressed to let the must ferment for two weeks in stainless steel tanks, where the wine will be aged for six months.
When we taste it, we find a fairly intense lemon yellow wine. Its nose, clearly mineral, also offers aromas of white fruit and fresh grass. Its palate shows good acidity and an elegant, complex, balanced, fine, long and intense drink, but, above all: it’s delicious; with a mineral ending and a slight bitter touch. There are so many things in this wine that perhaps the fruit remains in the background, something that in this case is anything but a defect.
We leave Châteauneuf-du-Pape, in the south of the Rhône, to travel to nearby Gigondas, from whose vineyard La Marasque 2020 is born. It’s a blend of Grenache and Syrah that, after partial destemming and gentle crushing, ferments at 28ºC. After four weeks of maceration, the wine is aged for 12 months in century-old oak vats and French oak barrels.
When we taste it, we find a cherry red wine with a medium rim. Its nose, initially closed, offers black fruit, violets, countryside hints, licorice and a balsamic touch, with a very well integrated wood. In the palate it shows a very good acidity and a structured, long, complex, elegant and balanced drink, as well as a marked balsamic aftertaste, lactic touches and notes of greenery that, far from being considered a defect, give it a deep personality.
Perhaps a little more time in the bottle would round out the lively but never annoying tannins in a wine with which the Maison Brotte has attempted to pay homage to the maraschino liqueur (hence the wine’s name), to the cherries with which it is made and, ultimately, the terroir of that Rhône that we have gotten to know a little more about through these two wonderful labels