No hay viñas más allá de Secastilla, hacia el norte. Hay montañas, barrancos, estaciones de esquí… Secastilla no es, en realidad, ni siquiera una parte del Somontano, sino de la vecina Ribagorza, que se extiende hasta Francia. No lo es geográficamente, aunque su viñedo sí forma parte del territorio de esta denominación de origen.
Pasear por el viñedo de Secastilla tiene algo de irreal. Sus bancales de cepas viejas van dibujando líneas de nivel, como en un mapa vivo. En un momento dado, detenidos junto a un grupo de olivos, parece que nos encontremos en el escenario de un anfiteatro cuyos espectadores son las cepas, mecidas por un viento constante que les hace ulular y romper el silencio de este valle en calma mientras las rapaces parecen observarnos desde las alturas.
No es de extrañar que cuando Pedro Aibar, antiguo enólogo de Viñas del Vero, descubrió este tesoro de la enología, convenciera a la bodega para hacerse con él, recuperarlo y elaborar una gama de vinos exclusivamente con sus uvas.
Así que hoy es un día especial para nosotros, ya que vamos a catar los tres vinos de acceso de este singular terruño en el que ya los romanos, desde el siglo I, se establecieron trayendo con ellos la viticultura; una cata con la que pretendemos viajar a ese viñedo a través de la copa.
La Miranda Secastilla Garnacha Blanca 2020
Comenzamos nuestro viaje sensorial como mandan los cánones, catando el vino blanco, un monovarietal de Garnacha Blanca cuyas uvas proceden de las laderas pedregosas del pago La Miranda, en el viñedo de Secastilla.
Los racimos se vendimiaron a mano en pequeñas cajas, fueron despalillados, estrujados e introducidos en la cuba de maceración a los pies del propio viñedo. Posteriormente, la cuba se trasladó a la bodega, donde se separó el mosto flor, único empleado en la elaboración de este vino. Después de fermentar y ser trasegado tres veces, el vino fue introducido en barricas de roble, donde permaneció durante cuatro meses. Finalmente, fue filtrado y embotellado, tras lo cual descansó al menos un año (más de dos, en nuestro caso) en la botella antes de ser descorchado.
En la copa, La Miranda Secastilla Garnacha Blanca muestra un color amarillo pajizo con reflejos verdosos. En su nariz hay abundante fruta blanca y cítricos, así como aromas florales. En su boca nos sorprende su vivacidad, con una acidez muy marcada que da paso a un trago de media intensidad, con toques anisados y una textura densa, muy glicérica.
Es un vino con personalidad, con un claro carácter gastronómico, mucho más serio de lo que su ajustado precio nos sugiere; una buena muestra de que Secastilla es un paraje único.
La Miranda Secastilla Garnacha Rosado 2021
Para elaborar su derivada rosada, Viñas del Vero selecciona uvas de Garnacha de las parcelas Maruja y La Cometa, en el viñedo de Secastilla. Los racimos, vendimiados a mano, se despalillaron, estrujaron y encubaron en el propio viñedo. Ya en la bodega, el vino se sometió a tres trasiegos, tras lo cual se llevó a cabo una crianza de cuatro meses en barricas de roble francés de 500 litros, antes de ser filtrado y embotellado.
Cuando lo servimos encontramos un vino de color rosa pálido con reflejos anaranjados. En nariz hay una abundante carga de fruta roja fresca, acompañada de notas herbales, mientras que en boca es fresco y combina una buena acidez con un cuerpo glicérico.
Es un vino fácil de beber pero no exento de un toque de complejidad y una cierta estructura, lo que hace de él un rosado perfecto tanto para quienes realmente disfrutan de los vinos de trago largo como para quienes, además de refrescarse, buscan algo más.
La Miranda Secastilla Garnacha 2020
La Miranda, Prudencia, La Mata y La Pirámide son las viñas de Secastilla con cuyas uvas se elabora este monovarietal de Garnacha. Como en las anteriores elaboraciones, los racimos son despalillados a pie de viña, sus granos se encuban allí mismo, y el depósito se traslada a la bodega donde, tras una maceración prefermentativa en frío, se lleva a cabo la fermentación alcohólica, a 25 ºC, durante 12 días. El vino se estabiliza por decantación, se trasiega tres veces y se lleva a barricas de roble francés, en las que permanece durante ocho meses. Finalmente, se filtra y se embotella.
De entrada, nos sorprende encontrar en su nariz aromas intensos a caramelo quemado que, poco a poco, van cediendo paso ante la fruta negra madura. Hay también una destacada presencia de ahumados y tostados.
Su boca nos sorprende con un mayor frescor de lo que esperábamos tras la fase olfativa. Tiene una buena acidez y un carácter frutal, aunque serio, con la madera en un segundo plano y unos taninos domados.
Es un buen vino que nos descoloca por esa discordancia entre nariz y boca, un cierto recuerdo a los caramelos duros de frutas y una nota alcohólica que invita a beberlo un par de grados por debajo de la temperatura de un “tinto serio”.En cualquier caso, estos tres vinos nos recuerdan la importancia del terruño y nos permiten viajar a él a través de una copa. Basta con dar un sorbo, cerrar los ojos y dejar que la imagen de esos bancales de cepas viejas que dibujan líneas de nivel como en un mapa vivo invada nuestra mente mientras nos encontramos en el escenario de un anfiteatro cuyos espectadores son las cepas, mecidas por un viento constante que les hace ulular y romper el silencio de este valle en calma en el que las rapaces parecen observarnos desde las alturas.
Vino | Alcohol | Producción | Precio (75 cl) |
La Miranda Secastilla Garnacha Blanca 2020 | 13,5 % | – | 9,50 euros |
La Miranda Secastilla Garnacha Rosado 2021 | 14 % | – | ~10 euros |
La Miranda Secastilla Garnacha 2020 | 13,5 % | – | 10,15 euros |
Hemos creado este espacio para ti
Si quieres que los lectores de Nos Vamos de Vinos accedan a la web de tu bodega, distribuidora, tienda, vinoteca, hotel rural… a través de un enlace con foto como éste, te sorprenderá lo económico que es.