Hay un poco de magia en todas las botellas de Forlong; en algunas, incluso, más que un poco. Forlong Rosado 2019 es ya la séptima referencia que probamos de entre los sorprendentes vinos que Alejandro y Rocío elaboran en Cádiz, en El Puerto de Santamaría, y es también quizás, para nosotros, el más convencional.

Hablamos de un coupage de Cabernet Sauvignon (60 %) y Tintilla de Rota (40 %) procedentes de un viñedo de 50 años con suelo de albariza y cultivo ecológico. La vendimia es manual, se hace una selección de uva tanto en el viñedo como en la bodega, se prensa y se introduce el mosto en depósitos de acero inoxidable a 15 grados. Arrancada la fermentación, se baja la temperatura a 12 grados y, seis semanas más tarde, cuando las levaduras han hecho su trabajo, el vino se trasiega con las lías finas que hay en suspensión a una cuba hermética, donde decantará por gravedad antes de ser embotellado sin clarificación y sin filtrado.

Forlong Rosado 2019 se presenta en la copa con un color rosa asalmonado. Su nariz es discreta; con frutas rojas y flores como protagonistas. En boca nos encanta su acidez; es fresco, fácil, con recuerdos a esa fruta roja que estaba en la nariz, un toque amargo y un punto especiado. No es nada goloso, no se desvanece si comes mientras bebes, y quizás se echa en falta algo más de terruño, de esa albariza, de esa magia de la que rebosan otras elaboraciones de Forlong.

🇬🇧
Forlong Rosado 2019 is a blend of Cabernet Sauvignon (60%) and Tintilla de Rota (40%) from a 50-year-old vineyard with albariza soil and organic farming. The grapes are manual harvested, selected in the vineyard and in the winery, pressed and the must is fermented at low temperature. Then the wine will decant by gravity before being bottled without clarification nor filtering.
Forlong Rosado 2019 shows a salmon pink color. Its nose is discreet, with red fruits and flowers. On the palate we love its acidity. It’s fresh, easy, with hints of that red fruit that was on the nose, a touch of bitterness and a touch of spice. It’s not at all sweet, it doesn’t fade if you eat while you drink, and perhaps we miss a bit of terroir that’s always a Forlong hallmark.
