Si juntas tradición familiar, viticultura orgánica, el terruño de tu infancia y una sólida formación técnica y empresarial, tienes buenos ingredientes para armar un buen vino. Este es el caso de Joan Àngel Lliberia, ingeniero agrónomo y máster en Dirección de Empresas del Sector del Vino pero, por encima de todo, un enamorado de la tierra que le vio nacer, de sus terrazas pobladas por almendros, olivos y, sobre todo, cepas; un enamorado de la Terra Alta.
Terra Alta es, hoy en día, la segunda comarca vitícola de Cataluña por número de cepas. Fronteriza con Aragón, tiene en la Garnacha Blanca su uva más característica, y es precisamente esta variedad la que se ha empleado para elaborar este Edetària Selecció Blanco 2019.
Sus uvas proceden de viñas ecológicas de bajo rendimiento plantadas sobre “panal”, que es como llaman en la zona a sus suelos de duna fósil del cuaternario con estructura arenosa y una base caliza. Tras la fermentación, en barricas nuevas de roble francés de 500 litros, el vino permanece ocho meses afinándose en las barricas y una buena temporada descansando en el interior de la botella; dos años en el caso de nuestro mágnum, descorchado en diciembre de 2022 en una cata de más de cuarenta referencias en el restaurante Canadá, un auténtico templo del vino en el Bierzo donde hoy se juntan los críticos más exigentes que existen: los propios elaboradores de la zona.
El resultado de esta mimada elaboración es un vino de color amarillo limón, glicérico, que en nariz muestra claramente el terruño mineral del que procede con unas notas tímidas de flores silvestres y un leve recuerdo a hidrocarburos. En la boca es un vino con peso; hay concentración, una carga frutal muy superior a lo que sugiere la nariz, una gran estructura y un posgusto largo. No te recibe con una intensidad punzante, como la mayoría de vinos blancos que cataremos hoy, sino que más bien va inundando tu boca suavemente, colándose por todos sus rincones y dejando un recuerdo persistente, como si quisiese resistirse a dejarla.
Y mientras comentamos la jugada, rodeados de elaboradores que dan su visto bueno casi unánime a este serio monovarietal de Garnacha Blanca, casi nos apena haberlo descorchado tres años después de su vendimia. No cabe duda de que se encuentra ya en su ventana de consumo óptimo, pero este mágnum de Edetària Selecció Blanco 2019 prometía crecer en la botella si hubiéramos tenido paciencia suficiente.
Dejamos aparcadas nuestras notas de cata para escuchar a quienes saben mucho más que nosotros. Algunos se sorprenden de que esta variedad oxidativa pueda servir para elaborar un vino con semejante potencial de guarda. Otros comentan lo poco que se marca la madera o el buen trabajo que se ha hecho con las lías. Pero en el fondo, lo mejor de todo no es lo que se dice sobre el vino, sino que casi nadie vacía la copa en las escupideras ante la llegada del siguiente vino.
Vino | Alcohol | Producción | Precio |
Edetària Selecció Blanco 2019 | 14 % | – | 24,50 euros (75 cl) |
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Edetària Selecció Blanco 2019: organic Grenache Blanc from Terra Alta
If you combine family tradition, organic viticulture, the terroir of your childhood and a solid technical and business training, you have good ingredients to make a good wine. This is the case of Joan Àngel Lliberia, an agronomist and Master in Business Management in the Wine Sector but, above all, a lover of the land where he was born, of its terraces populated by almond and olive trees and, above all, strains; a lover of Terra Alta.
Terra Alta is, today, the second wine region in Catalonia by number of vines. Bordering Aragon, its most characteristic grape is Grenache Blanc, and this is just the variety that has been used to make this Edetària Selecció Blanco 2019.
Its grapes come from low-yield organic vines planted on “panal”, which is what people in the area call its Quaternary fossil dune soils with a sandy structure and a limestone base. After fermentation, in new 500-litre French oak barrels, the wine spends eight months refining in the barrels and a long time resting inside the bottle; two years in the case of our magnum, uncorked in December 2022 in a tasting of more than forty references in the Canadá restaurant, an authentic wine temple in El Bierzo where today the most demanding critics meet: the winemakers of the area.
The result of this pampered production is a lemon-yellow, glyceric wine, which on the nose clearly shows the mineral terroir from which it comes, with some timid notes of wild flowers and a slight hint of hydrocarbons. In the palate it’s a wine with weight; there’s concentration, a much higher load of fruit than what the nose suggests, a great structure and a long aftertaste. It doesn’t welcome you with a sharp intensity, like most of the white wines that we will taste about today, but rather it gently floods your mouth, seeping into all its corners and leaving a persistent memory, as if it wanted to resist leaving it.
And while we comment on the move, surrounded by winemakers who give their almost unanimous approval to this serious Grenache Blanc single-varietal, we are almost saddened to have uncorked it three years after its harvest. There’s no doubt that it’s already in its optimum consumption window, but this Edetària Selecció Blanco 2019 magnum promised to grow in the bottle if we had been patient enough.
We put aside our tasting notes to listen to those who know much more than us. Some are surprised that this oxidative variety can be used to make a wine with such aging potential. Others comment on how little the wood come out or the good work that has been done with the lees. But deep down, the best of all is not what is said about the wine, but that almost no one empties the glass into the spittoons before the arrival of the next wine.