Lo fácil es decir que la historia de Dominio de Berzal comienza en 1999, cuando se inaugura la actual bodega y, con ella, empiezan a elaborarse sus vinos de guarda. Pero la tradición vitivinícola de la familia Berzal se remonta más de un siglo atrás, con los abuelos y los padres de José Luis, Juan Mari e Íñigo que, durante décadas, cultivaron el viñedo fronterizo de Rioja Alavesa y Rioja Alta y elaboraron vinos cosecheros en los lagares de Baños de Ebro.
Estamos a principios de noviembre. La vendimia ya ha quedado atrás. Las hojas de las vides se pintan de colores imposibles a la vez que se vuelven quebradizas y finas, mientras las varas comienzan a agostarse. Hoy el sol se pelea con las nubes, pero no es suficiente para hacerlas llorar. Ya ha caído bastante estos días atrás, dejando que los suelos arcillosos del paraje de la Peñaescalera moldeen nuestras huellas que parecen seguir a las de un jabalí ladera arriba que ha ido a la rebusca antes que nosotros.
Íñigo nos explica que la bodega tiene en propiedad 50 hectáreas en cinco municipios: los alaveses Baños de Ebro, Lapuebla de Labarca, Elciego y Laguardia, y el riojano San Vicente de la Sonsierra. Son 50 hectáreas con diferentes altitudes, inclinaciones, orientaciones, variedades, suelos, sistemas de conducción, marcos de plantación, edades de las cepas… un auténtico muestrario de la diversidad de la Sonsierra, de esta Rioja fronteriza vertebrada siempre por el río Ebro.
El viñedo de Dominio del Berzal en el paraje de Peñaescalera
Nos encontramos en la parte más alta de Las Laderas de José Luis, el viñedo singular con el que los Berzal han elaborado uno de los primeros vinos de la denominación de origen calificados como Viñedo Singular.
“Cuando fuimos a registrarlo comprobamos que el paraje de Peñaescalera estaba ya cogido, por lo que tuvimos que buscar un nombre alternativo –nos comenta Íñigo– y decidimos llamarlo Las Laderas de José Luis porque «Las Laderas» es como mi padre llamaba a esta viña que compró él”, una viña que nadie quería por su dificultad para trabajarla y que hoy ha demostrado producir un Tempranillo excepcional.
Mientras observamos diferentes parcelas desde una zona alta, Íñigo nos explica que su padre plantaba el Tempranillo en la parte inferior de las laderas, mientras que la Viura se ubicaba en las zonas más altas, al igual que el Graciano, que, nos comenta Íñigo, “es un acidificador natural por Ph y por acidez”, una uva que cada vez plantan más porque les ayuda a compensar el cambio climático. “No es un fenómeno que hayamos notado tanto por el calentamiento en sí como porque cada vez hay más sucesos inesperados en el clima”, afirma Íñigo, quien explica además que la Maturana Tinta, por su parte, se planta orientada al noroeste para evitar que un exceso de sol haga que suba demasiado el grado. A pesar de tratarse de una uva con mucha acidez, cuando sube de golpe la temperatura se dispara su grado de alcohol probable.
El viñedo centenario de Dominio de Berzal
Desde Peñaescalera, a un kilómetro y medio de Baños de Ebro, justo en la frontera de Álava y La Rioja, vamos desplazándonos primero hacia el norte y más tarde hacia el Ebro, donde los Berzal tienen una parcela de viñedo centenario plantado a pie franco sobre un suelo arenoso que hoy, por las lluvias, parece más bien barro.
Se trata de una viña fértil a pesar de su edad, una parcela que ya heredaron sus abuelos y que cuenta con todos los ingredientes para convertirse en Viñedo Singular pero que Íñigo prefiere emplear en el Crianza, ya que, a pesar de su innegable singularidad, no da tanta calidad como para vinificarse por separado.
Toda la producción, no obstante, se vendimia por parcelas y de forma manual. Se hace una selección en el viñedo, y la uva llega a la bodega en menos de 15 minutos. Y aunque hoy es él quien nos muestra la viña, Íñigo es en realidad el responsable de la bodega, mientras que Juan Mari lo es del campo, y José Luis es el puente entre ambos.
A la hora de trabajar la viña, Íñigo nos explica que realizan una viticultura integrada, muy respetuosa, sostenible, sin herbicidas, pero desde su punto de vista a día de hoy la viticultura 100 % orgánica no es compatible con las condiciones de la zona. No suelen abonar (llevan varios años sin hacerlo), labran tras la poda, deshojan y desnietan a mano las cepas de uva blanca (y, según la añada, también las tintas), hacen aclareo tras el envero (vemos en el suelo abundantes restos de racimos que han sido descartados) y vendimian a mano tanto en remolque como en cajones de 400 kilos (en Las Laderas).
La bodega de Dominio de Berzal
Mientras nos dirigimos a la bodega, preguntamos a nuestro anfitrión por la vendimia de 2021. No duda en afirmar que para él ha sido una de las tres mejores desde el 97, desde el año en el que él comenzó a tomar responsabilidades en el proyecto.
La gente joven prueba vinos malos y cree que el vino es eso, y posiblemente ya no volverán a probar otra copa de vino hasta dentro de mucho tiempo”
Íñigo Berzal
Íñigo responde con franqueza; con positividad. Busca siempre los ojos de su interlocutor. Es buen conversador, expresivo pero diplomático, y no puede ocultar sentirse ilusionado cuando está en “sus dominios”, hablando de los huevos de hormigón en los que se elabora su monovarietal de Viura, de su colaboración con Alejandra (Alexandra Schmedes, copropietaria y enóloga de Más Que Vinos) o de cualquiera de los nueve vinos que componen la actual oferta de Dominio de Berzal.
Cuando llegamos a la bodega, encontramos una nave sobria pero bien rematada. Todo está cuidado en el entorno, sin ostentaciones, pero con detalles de buena calidad. Para nosotros, el protagonista es el “viñedo experimental”, plantado con Graciano, Mazuelo, Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Garnacha, Merlot y Prieto Picudo, una uva esta última que estamos más acostumbrados a ver en las cepas rastreras del páramo leonés que en las impecables espalderas de este jardín alternativo. Íñigo nos explica que, cuando levantaron la bodega, prefirieron plantar algunas vides en lugar de adornar la entrada con un jardín o con césped, y para nosotros tiene todo el sentido.
Ya en el interior, pronto nos damos cuenta de que se trata de una bodega muy bien planteada, pensada para trabajar por gravedad, con la entrada de la uva al nivel de la calle y los depósitos a un nivel inferior. El problema de esta distribución, reconoce Íñigo, es que durante la vendimia hay que subir al nivel de la calle y bajar al de los depósitos de forma recurrente, y cada vez que lo haces es como si subieras y bajaras dos pisos. No obstante, la nave de elaboración está muy bien planteada, con una pasarela integral entre las dos filas de depósitos de acero inoxidable de 31.000 litros en los que fermentan los tres vinos de mayor volumen de la bodega: el blanco, el de maceración carbónica (del que se elaboran 160.000 botellas anuales que se venden al 90 % en el País Vasco) y el crianza. Ah, y aunque los vascos son los mejores clientes de la bodega, los Berzal venden también fuera, en Alemania, Bélgica, Holanda, Suiza, Polonia, EE.UU. y Japón, si bien el 70 % de la producción se quedará en España.
En la sala contigua se encuentran los depósitos de pequeño formato, en los que fermentan los vinos más mimados, junto con los huevos de hormigón. Allí el mosto de la Viura no solo fermenta sino que se cría con sus lías finas, que, debido a su forma, van moviéndose solas por el interior del recipiente.
Hay también un pequeño tanque cúbico de hormigón en el que se elabora parcialmente Las Laderas de José Luis, un recipiente donde las uvas se encuban por capas con pellets de hielo seco entre medias para provocar una maceración en frío previa a la fermentación alcohólica, durante la cual se realizan bazuqueos en vez de remontados. Tras una crianza de siete meses en barricas de 500 litros, el vino volverá al depósito de hormigón para redondearse.
Otro de los “juguetes” de Íñigo en la bodega es un depósito de acero inoxidable con mecanismo de pigeage interno. Allí fermenta y macera Selección Privada, otro de los niños mimados de la casa; un vino al que se le hacen remontados solamente los dos primeros días para pasar posteriormente a “batirse” cuidadosamente, de forma parecida a como lo hacen esos granizados que vemos en los bares de las playas durante el verano.
Antes de pasar a la sala de crianza, Íñigo nos enseña su “lavadero” de barricas, el cual permite semi-automatizar el proceso de lavado durante los trasiegos, con una estructura que sujeta el recipiente mientras una lanza inyecta en su interior agua caliente y vapor a 180 ºC, para acabar el proceso con la quema de una pastilla de azufre de solamente 2,5 gramos.
Pero lo realmente importante del proceso es que las barricas se manejan en todo momento con la carretilla elevadora, algo que se antoja imprescindible cuando comprobamos que en la sala de crianza se acumulan varias largas filas de barricas apiladas hasta en cinco alturas. Y es que teniendo en cuenta que el Crianza es uno de los vinos de mayor volumen de la bodega, es lógico que el parque de barricas (el 60 % de roble americano y el 40 % restante de roble francés) sea importante.
Cata de Dominio de Berzal
Finalmente, nuestra visita acaba en una amplia sala ubicada en el piso superior de la bodega, donde vamos a tener la oportunidad de catar la gama completa de los vinos que elabora Dominio de Berzal.
Comenzamos por Dominio de Berzal Blanco 2020, un coupage de Viura (90 %) y Malvasía (10 %) que la bodega comenzó a elaborar en 2007. Por aquel entonces salieron al mercado 5.000 botellas. Hoy se hacen 30.000, y es el único vino para el que la bodega compra uva a viticultores de la zona. Íñigo nos comenta que las dos variedades se encuentran ya mezcladas en el propio viñedo, ya que cuando sus padres las injertaron, iban poniendo indistintamente las púas que llevaban encima.
Cuando lo catamos, encontramos una nariz floral. Nos sorprende el peso aromático de la Malvasía, a pesar de su escasa presencia en el coupage; también hay fruta blanca. En boca es un vino sencillo pero intenso, con un final amargo sobre una base suficientemente untuosa pero nada grasa que denota un buen trabajo con las lías. Es un vino impecable y a la vez sencillo, uno de esos blancos que te encantaría encontrar chateando por copas.
Comentando esto último, Íñigo nos comparte una reflexión a la que no podemos sino sumarnos, una reflexión sobre el gran daño que los malos vinos de chateo hacen en general al mundo del vino: “La gente joven prueba vinos malos y cree que el vino es eso, y posiblemente ya no volverán a probar otra copa de vino hasta dentro de mucho tiempo”. No es nada nuevo, nada que no sepamos, pero pone en valor la importancia de ofrecer un vino básico que sea, cuanto menos, bebible.
La siguiente parada es la primera de las dos botellas de una misma familia. Dominio de Berzal Blanco Parcelas Viura 2020 es un monovarietal fermentado y criado en huevo de hormigón, sin clarificar ni sulfitar, del que esperamos hacer una cata en mayor profundidad algo más adelante. Es diferente, fresco, original, con una nariz sorprendentemente exuberante en la que encontramos aromas a brioche, mantequilla e hinojo. Su boca es mineral, levemente anisada y con un adictivo toque amargo que alarga algo el posgusto.
Dominio de Berzal Blanco Parcelas Garnacha Blanca 2020 es la segunda parte de la colección. Si del primero se elaboran 1.900 botellas, de este solamente hay 1.800. Nuevamente es un vino del que esperamos hablar próximamente más en profundidad. Fermentado y criado en bocoyes de roble francés de 500 litros (dos usados y uno nuevo), en su nariz hay fósforo y cáscara de naranja, mientras que su boca, elegante y glicérica, acaba en un posgusto muy amable, siempre con la madera muy bien integrada, presente, pero en segundo plano.
Los vinos tintos de Dominio de Berzal
Teníamos ganas de catar Dominio de Berzal Maceración Carbónica 2020, el origen de todo; el vino con el que empezó el proyecto y que enlaza directamente con la historia vitivinícola de la Rioja Alavesa. Se trata de un varietal de Tempranillo (92 %) con un pequeño aporte de Viura (8 %) cuyas uvas, como su nombre indica, fermentan (durante un máximo de seis días) sin despalillar. Tras el prensado, el mosto acaba la fermentación, y el vino realiza la conversión maloláctica en el depósito, antes de pasar a la botella.
En la copa encontramos lo que se espera de este tipo de vino: mucha fruta roja en la nariz y un paso por boca tremendamente fácil. Es un vino sencillo y a la vez impecable, con buena intensidad, un trago corto y una acidez correcta.
Dominio de Berzal Crianza 2018 inaugura la serie de vinos con madera (con permiso del Parcelas de Garnacha Blanca). Es un varietal de Tempranillo (95 %) con un 5% de Graciano que descansa durante 12 meses en barricas de roble francés (50 %) y americano (50 %). Para nosotros, es un crianza de gama media alta, con taninos presentes y un trago más bien largo. Como todos los vinos de Berzal, vuelve a destacar por su expresividad, con los habituales aromas varietales de la Tempranillo y unas agradables notas de monte bajo e hinojo que parecen el hilo conductor de muchos de los vinos de esta bodega de Rioja Alavesa.
A continuación, decidimos saltarnos Dominio de Berzal Graciano 2019, ya que es un viejo conocido sobre cuya cata y elaboración puedes leer aquí. Así, pasamos a Dominio de Berzal 7 Varietales 2017, otro de los vinos que teníamos realmente ganas de conocer. Elaborado con uvas procedentes del viñedo experimental, se estructura en torno a la Maturana (40 %), mientras que el 60 % restante de la mezcla se reparte, a partes iguales, entre Graciano, Garnacha, Merlot, Cabernet Sauvignon, Syrah y Prieto Picudo. Como peculiaridad, el viñedo se vendimia de una sola vez, y las uvas fermentan todas juntas. La maduración fenólica de la Maturana es la que manda, y el vino hace una crianza de nada menos que 17 meses en barricas nuevas de grano muy fino de roble francés.
El resultado es un vino diferente, con mucho monte bajo, pimiento verde, pimienta negra, aromas de violetas… Su paso por boca es el de un buen Reserva, con estructura, taninos muy domados, una buena acidez, mucha longitud… Nos recuerda bastante a un vino bordelés, lo que de alguna forma nos conecta con esa historia de los vinos finos de Rioja reinterpretada o, como dicen ahora, desestructurada. No es un vino barato, pero si tienes ocasión de hacerte con alguna de sus 1.800 botellas, ni lo dudes.
Pero el auténtico “Reserva” de la casa es Dominio de Berzal Selección Privada 2017, un monovarietal de Tempranillo del que se elaboran 3.500 botellas. En su nariz encontramos la versión más seria de la Tempranillo: fruta negra, pimienta, regaliz, caramelo tostado… mientras que en su boca mandan los taninos, bastante bien domados, con muy buena acidez. Es un vino elegante, complejo y serio que promete afinarse con el paso del tiempo y que se ha mostrado algo más expresivo que la anterior añada, cuya elaboración y cata puedes leer aquí.
Acabamos la cata con una muestra de Las Laderas de José Luis 2018, la segunda añada del vino con el que los Berzal reclaman un lugar destacado entre los vinos de Viñedo Singular de Rioja. Este monovarietal de Tempranillo rebosa elegancia, voluptuosidad… rebosa monte bajo y fruta roja, con toques de violetas y pimiento verde. Su boca te habla también de equilibrio y de complejidad mientras estimula absolutamente todas tus papilas gustativas. Es un vino soberbio del que se elaboran únicamente 1.900 botellas. Y, de alguna manera, Las Laderas además es un vino que habla de esfuerzo, de constancia y de historia, de la historia de esta familia de viticultores que ha apostado por el viñedo propio, ese viñedo de tierras fronterizas vertebradas por el río Ebro en la Sonsierra, a caballo entre Rioja Alavesa y Rioja Alta.
Vino | Alcohol | Producción | Precio |
Dominio de Berzal Blanco 2020 | 13,5 % | 30.000 botellas de 75 cl | 8,50 euros |
Dominio de Berzal Blanco Parcelas Viura 2020 | 14 % | 1.900 botellas de 75 cl | 14 euros |
Dominio de Berzal Blanco Parcelas Garnacha Blanca 2020 | 14 % | 1.800 botellas de 75 cl | 14 euros |
Dominio de Berzal Maceración Carbónica 2020 | 13,5 % | 160.000 botellas de 75 cl | 8 euros |
Dominio de Berzal Crianza 2018 | 14,5 % | ~110.000 botellas de 75 cl | 9,50 euros |
Dominio de Berzal Graciano 2019 | 14 % | 1.500 botellas de 75 cl | 15,50 euros |
Dominio de Berzal 7 Varietales 2017 | 14 % | 1.800 botellas de 75 cl | 27 euros |
Dominio de Berzal Selección Privada 2017 | 14,5 % | ~10.000 botellas de 75 cl | 19,80 euros |
Las Laderas de José Luis 2018 | 14,5 % | ~1.900 botellas de 75 cl | 40 euros |