Stanislas Thiénot se apasiona cuando habla de sus cuvées, de cómo cada una encaja en un perfil meticulosamente ideado para abarcar un amplio espectro de gustos, para ofrecer el maridaje perfecto a cualquier plato. Y es que el 90 % de la producción de la maison Thiénot se comercializa en hostelería, donde sus ocho referencias ofrecen perfiles diferentes ligados a la vez por un leitmotiv común a todos ellos o, al menos, a los siete que hemos tenido el gusto de probar.

El uso del concepto del leitmotiv, de ese tema recurrente asociado a una pieza musical compleja y refinada, no es algo casual. Al alinear las copas y repasar la cata de cada referencia, súbitamente surge la idea de encontrarnos delante una especie de “piano gustativo”, un “teclado” en el que cada copa es la nota de una escala que va ganando en matices pero manteniendo un “timbre” y una intensidad, preservando las claves de una armonía que los unifica. Y es que los champanes de Thiénot son tan asombrosamente perfectos, tan finos, tan impecables que, no tanto individualmente como en su conjunto, casi parece imposible que hayan sido hechos por la mano del hombre.
Champagne Thiénot Cuvée Brut
Comenzamos probando el champán de acceso, que no básico, de la bodega. Champagne Thiénot Cuvée Brut es un clásico coupage de Pint Noir (45 %), Menieur (30 %) y Chardonnay (20 %) en el que el 60 % del vino procede de la añada 2016, mientras el 40 % restante lo forman vinos de reserva de las vendimias de 2012 a 2014. Este espumoso de método tradicional permanece entre cuatro y cinco años en rima, un periodo que depende en cierta medida de la demanda de botellas, ya que en la bodega hacen degüellos cada dos o tres meses para intentar que sus vinos lleguen con la menor oxidación posible a su consumidor.

Para Stanislas Thiénot, quien desde 2005 dirige la maison junto a su hermana Garance, tomando el relevo de su padre, Alain, que creó la bodega en 1985, evitar la oxidación es una auténtica obsesión, junto con lograr que sus espumosos reflejen pureza, finura, mineralidad y fruta.
Para nosotros, este Brut es, ante todo, un ortodoxo e impecable ejemplo de equilibrio. Hay fruta, un elegante toque de amargor, longitud y una extrema elegancia. La burbuja es perfecta, la acidez también, e incluso percibimos unas notas tostadas realmente tenues. En la “recata”, con la copa cruelmente atemperada, no hay ni un defecto que se pueda sacar, y sí encontramos unos leves matices minerales, herbales, quizá de tapenade, que hacen, si cabe, más rica la experiencia pero que en ningún momento rompen la sensación del balance perfecto.
Champagne Thiénot Cuvée Brut Rosé
La segunda etiqueta de la tarde corresponde a un rosado elaborado con Chardonnay (50 %), Pinot Noir (40 %) y Meunier (10 %). Pero en este Champagne Thiénot Cuvée Brut Rosé no solamente se mezclan vinos de variedades blancas y vinos de variedades tintas, sino además vinos del año y vinos de reserva. En concreto, el vino base es de la añada 2017 y representa el 70 % del coupage, mientras los vinos de reserva, que van de las añadas de 2013 a 2016, son el 30 % de la mezcla. Para complicar un poco más las cosas, entre los vinos de 2017 hay un pequeño porcentaje de vino tinto de Pinot Noir procedente de viñedos viejos, si bien en general para el rosado se buscan uvas tintas de la zona sur de Champagne, más frutales y con menos tanino.

Cuando lo catamos encontramos un vino mucho más seco de lo que esperábamos. Stanislas nos explica que todos sus champanes se mueven en un rango de entre 2 y 8 gramos de azúcar residual, confirmando esa idea de uniformidad, ese persistente leitmotiv que aflora a cada trago.
También nos cuenta que tanto el rosado como el blanc de blancs (que probaremos a continuación) tienen entre seis meses y un año menos de crianza en botella, por lo que hablaríamos de, aproximadamente, cuatro años con las lías.
Elegante, equilibrado, frutal pero nada goloso, con una boca amplia, matices minerales, buena estructura y unos agradables toques cítricos, nos sorprende por su gran persistencia, por una persistencia que no se corresponde con su moderada intensidad. No es, desde luego, un rosado goloso, sino un fantástico espumoso seco con matices de esa fruta roja que uno espera encontrar en un rosé.
Champagne Thiénot Cuvée Blanc de Blancs
La tercera copa nos depara una nueva sorpresa. Si esperas que un monovarietal de Chardonnay sea menos complejo o menos elegante, te sorprenderás. En este caso, el 55 % del vino base es de la añada 2018, mientras que los vinos de reserva (el 45 % restante) corresponden a las dos añadas anteriores. Pero, obviamente, no solo hay una mezcla de añadas, sino también de suelos, orientaciones y zonas, con uvas procedentes de diferentes crus.

Stanislas nos explica que la bodega cuenta con 30 hectáreas de viñedo propio, de las que la mitad corresponde a viñas clasificadas como grand cru y premier cru. Con ellas elaboran la mayor parte del vino base, aunque emplean también uvas de viticultores de la zona.
Con todo ello se explica la complejidad que encontramos en este Champagne Thiénot Cuvée Blanc de Blancs, cuya nariz nos ofrece aromas florales junto a la fruta blanca, cítricos… En boca es algo más punzante que sus compañeros, algo más vertical y quizá un poco menos persistente, pero sigue ofreciendo esa burbuja fina, esa estructura, esa elegancia y esa sutileza común con las demás referencias de la casa.
Champagne Thiénot Cuvée Vintage 2012
Con el Champagne Thiénot Cuvée Vintage 2012 entramos de lleno en los champanes de añada. Nuestro anfitrión nos explica que los mejores millésimes en los tiempos recientes son 2002, 2008, 2012 y 2018. Para Stanislas, en 2012 se produjo una maduración perfecta con la acidez idónea, algo crucial en un champán de añada, en el que no es posible jugar con el recurso de “equilibrar” la acidez con una cuidadosa elección de los vinos de reserva.

Estamos ante un vino de muy larga crianza sobre las lías elaborado con variedades clásicas, mayoritariamente Pinot Noir (65 %), complementada por Chardonnay (25 %) y Meunier (10 %); un espumoso que ofrece una frescura sorprendente para su edad.
Esa viveza, su carácter frutal y su burbuja fina pero abundante nos llevan a pensar que es un champán más joven, pero por otra parte su posgusto infinito y la complejidad de un trago que repunta en intensidad antes de extinguirse lentamente son claramente propios de una larga crianza. En cualquier caso, nuevamente encontramos un vino elegantemente equilibrado, que también ofrece una nota golosa y un marcado carácter mineral.
Champagne Thiénot Cuvée Stanislas 2008
La Cuvée Stanislas 2008 es una creación de Alain Thiénot dedicada a su hijo, un monovarietal de Chardonnay de añada en el que predominan las uvas de viñedos grand cru y premier cru. Se trata de un vino con 12 años de crianza en rima, pensado para poder guardarse pero que también se encuentra espléndido si decides descorcharlo ahora.

Muy mineral, cremoso, menos complejo que otras referencias de la maison Thiénot pero lleno de nervio, es uno de esos vinos cuya copa quieres “recatar” casi constantemente.
Champagne Thiénot Cuvée Garance 2010
Y si el vino espumoso creado por Alain para su hijo es un monovarietal de Chardonnay, el de Garance, su hija, es un monovarietal de Pinot Noir procedente de premier crus y grand crus con exposiciones norte y sur y suelos de pizarra.
Estamos ante un blanc de rouges muy serio, con una nariz en la que encontramos fruta más madura, piel de naranja y toques especiados junto con matices muy sutiles de evolución, como champiñones, y un toque ferroso.

Stanislas nos explica que las laderas norte aportan la frescura y la fruta roja, mientras las uvas de las laderas sur aportan estructura y fruta blanca. Y es cierto que cuando pruebas nuevamente este Champagne Thiénot Cuvée Garance 2010 todo eso está ahí: la fruta blanca, la fruta roja, el frescor sorprendente en un champán que ha estado nueve años criándose con lías antes de degollarse… Nos encanta, además, encontrar esa estructura, esa seriedad, esa firmeza en un vino con nombre de mujer, dinamitando el manido estereotipo de que los vinos dulces, simples y vulgares son vinos “femeninos”.
Champagne Thiénot Cuvée Alain Thiénot Vinotèque 1999
Terminamos la cata con un champán que ha permanecido más de 20 años en rima, una mezcla de Chardonnay (55 %) y Pinot Noir (45 %) procedentes mayoritariamente de premier crus y grand crus con el que la familia Thiénot pretende evocar “un paseo íntimo por el santuario interior de las bodegas de la maison para conocer cómo el paso del tiempo ha dado forma a los más notables y prestigiosos champanes de Alain Thiénot”.

Cuando lo catamos, encontramos un espumoso muy elegante, con muy buena acidez, muchas notas terciarias y un fondo mineral muy evidente, con matices ferrosos. Es, posiblemente, el champán que presenta menos equilibrio, el que despunta por su personalidad. Pero en el fondo es el final lógico de una cata en la que cada copa es como una nota musical en una escala que asciende conservando intensidad y timbre pero en la que la última tecla, la nota más brillante, no es necesariamente la mejor afinada pero sí la más evocadora. Quizás, de alguna forma, el Champagne Thiénot Cuvée Alain Thiénot Vinotèque 1999 es el mejor reflejo de la humanidad, la excelencia y el discurrir del tiempo que debe transmitir una maison 100 % familiar.

Los vinos catados de Champagne Thiénot
Vino | Alcohol | Producción | Precio (75 cl) |
Champagne Thiénot Cuvée Brut | 12 % | – | 41,90 euros |
Champagne Thiénot Cuvée Brut Rosé | 12 % | – | ~53 euros |
Champagne Thiénot Cuvée Blanc de Blancs Brut | 12 % | – | 65 euros |
Champagne Thiénot Cuvée Vintage 2012 | 12 % | – | 68,50 euros |
Champagne Thiénot Cuvée Stanislas Extra Brut 2008 | 12,5 % | 25.000 botellas de 75 cl 800 botellas de 1,5 l | 99,90 euros |
Champagne Thiénot Cuvée Garance 2010 | 12,5 % | ~5.000 botellas de 75 cl ~500 botellas de 1,5 l | 99,90 euros |
Champagne Thiénot Cuvée Alain Thiénot Vinotèque 1999 | 12 % | – | – |
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