“La aldea” –que es como Manolo se refiere a Cabarcos– se encuentra a apenas 40 kilómetros de Ponferrada, pero tardarás tres cuartos de hora en llegar en coche o, más bien, en “subir”. Y es que las viñas que Manolo tiene en “la aldea” están a más de 750 metros de altitud, mientras la “capital del Bierzo” se sitúa doscientos y pico metros más abajo. De hecho, hay ocasiones en las que los (escasos) habitantes de Cabarcos disfrutan de un día soleado mientras un mar de nubes cubre, a sus pies, la práctica totalidad de la hoya berciana.
Vivir en este olimpo, no obstante, paga sus peajes. Los inviernos son duros y las infraestructuras escasean. Es una tierra de “héroes, campeones o gigantes”, que es como La enciclopedia del Árbol Celta define a los “cavaros”, un pueblo procedente del Ródano que se extendió por el norte de nuestra península y que, quizás, dio origen a la población que hoy conocemos como Cabarcos… Pero no nos enrollemos, o no lo hagamos aún, que ya habrá tiempo para especular sobre la toponimia, sobre lo humano y, por supuesto, sobre lo divino, que de eso hay mucho aquí.

El viñedo de Manolo en Cabarcos
“Manolo”, que es como todo el mundo conoce a Manuel López Núñez, no es solamente uno de los pocos irreductibles habitantes de Cabarcos, sino de los que aún trabajan el escaso viñedo que ha sobrevivido al abandono en las laderas que miran hacia el pico de la Tara (de casi 1.100 metros), el Madroñal, el Pinouco y el Pinouquín, un auténtico peine de montañas donde nace el arroyo de Cabarcos que riega los castaños y las vides de este paraíso escondido en la sierra de la Encina de la Lastra, la tierra fronteriza vertical que separa El Bierzo y Valdeorras.

Hasta ahora, las parcelas dispersas de este viñedo eran solamente un complemento para la economía familiar de los habitantes de la zona, que mayoritariamente empleaban sus uvas para elaborar sus vinos cosecheros y los orujos con los que combatir el frío del invierno.
Pero en 2017 el ingeniero agrónomo y viticultor Nacho León (alma mater de la bodega Demencia Wine) se fijó en estas tierras y emprendió una campaña para recuperar parte de ese viñedo. Y fue así como se juntaron el hambre con las ganas de comer, o Manolo (quien tenía la viña y la inquietud por sacarle el partido que merece) con Nacho (quien tenía la misma inquietud, el conocimiento y los medios para llevarlo a cabo). Así fue como se juntaron… y así fue como nació Cabarcos 2020.

Así es Cabarcos 2020
Cabarcos 2020 es un coupage de viña, un varietal de Mencía con otras uvas de cepas de diferentes castas salpicadas por estas anárquicas parcelas de montaña. Las uvas, vendimiadas a mano, en cajas, despalilladas pero sin estrujar, fermentaron en recipientes abiertos de 500 litros con una mínima cantidad de raspón para criarse posteriormente durante siete meses en dos barricas usadas de roble francés y permanecer una buena temporada afinándose primero en un pequeño depósito de acero inoxidable y, más tarde, en el interior de la botella.

Cuando lo servimos encontramos un vino de color rojo picota y capa media que en nariz entrega aromas de fruta roja, violetas y notas de campo. Pero la magia surge en el preciso instante en el que el vino comienza a pasearse por tu boca con su entrada fresca pero no punzante, con la acidez perfecta para que salives sin guiñar el ojo. Enseguida percibes su finura, su complejidad, su buena intensidad y su equilibrio. Es vertical pero a la vez es ancho. Hay un toque salino, leves notas de hinojo, regaliz… Es tan perfecto, tan elegante, tan equilibrado y tan auténtico que no dudamos en situarlo, a día de hoy, entre los mejores tintos que hay actualmente en El Bierzo.
Cabarcos: De íberos, celtas, romanos y suelos de pizarra
Mientras vaciamos la botella, discutimos sobre lo divino y sobre lo humano, sobre el terruño que hace posible un vino como éste, sobre cuánto aporta la uva y cuánto la persona, sobre los pueblos celtas, sobre “los cavaros”, sobre si la toponimia de Cabarcos es íbera, celta o incluso latina, emparentada con esas “cárcavas” que en gallego se conocen como cavorcos.

Una y otra vez llenamos nuestras copas como si el vino tuviera la respuesta, que en realidad la tiene, porque las cepas forman parte del Bierzo desde que los romanos las trajeran tras aniquilar a los cavaros, los íberos, los cántabros, astures o comoquiera que llamemos a aquellos “héroes, campeones o gigantes” que hollaban estas tierras cuando el latín aún no se había oído en la península y Cabarcos sonaba a algo parecido a ika-ama-barako, que en euskera (nuestra única lengua prerromana) significa “la gran cuesta del bosque”.
Las copas se vacían. Nuestros dedos acarician la textura rugosa de una etiqueta que refleja las lascas de pizarra entre las que serpentean las raíces de las cepas con cuyas uvas se elabora este vino, la pizarra que emerge del suelo montañoso de Cabarcos.

Cuentan las crónicas que, en su conquista de nuestra península, los romanos libraron una última batalla con los pobladores de esta zona en el monte Medulio, donde, tras un asedio dirigido por el militar romano Cayo Furnio, se suicidaron colectivamente envenenándose con las hojas del tejo, arrojándose al fuego o acuchillándose.
Así que estas montañas, regadas con la sangre de aquellos pobladores, esconden hoy entre sus laderas escarpadas algunas de los viñas más extremas de toda la región, viñas que hasta hace poco tiempo ni siquiera entraban en el territorio amparado por la Denominación de Origen Bierzo, un error corregido, afortunadamente, en el último pliego de esta D. O., que entró en vigor a finales de 2019, justo a tiempo de amparar la primera añada de Cabarcos.

El origen de todo: un vino cosechero y un terruño único
Por supuesto, tras probar el vino, no dudamos en visitar la zona, en “subir” a Cabarcos y observar sus laderas, sus suelos pizarrosos, sus viñas centenarias, sus anárquicos marcos de plantación, las grandes diferencias de tamaño y vigor de aquellas cepas viejas…
Manolo nos enseña el paraíso y nos invita, incluso, a probar varias añadas de Carduil, el vino cosechero que hasta ahora elaboraba con sus uvas y con sus propias manos a falta de una prensa; un vino que, si sabes entenderlo, te cuenta el potencial de esta tierra de héroes, campeones o gigantes, del lugar que alberga “la gran cuesta del bosque”, del olimpo que emerge de las nubes, de la aldea de Manolo… de Cabarcos.

Vino | Alcohol | Producción | Precio |
Cabarcos Demencia 2020 | 13 % | 641 botellas de 75 cl | 26 euros (75 cl) 150 euros (6 x 75 cl) |