Ovejas, abejas, aves rapaces, una pareja de cerdos, vacas y en un futuro un rebaño de cabras y unas gallinas, todos forman parte del Bosque de Matasnos, todos tienen o tendrán su función para que este pequeño ecosistema de la Ribera del Duero funcione en perfecta armonía. Y es que no hablamos solo de una bodega, que también; hablamos de sostenibilidad en todos los aspectos, de un proyecto global con el que la familia Postigo, con Jaime a la cabeza, muestra al mundo unos vinos con mucho que contar.
La bodega
En nuestro viaje al universo Matasnos, la primera parada es la bodega; una bodega que en un futuro, esperemos que no muy lejano, estará situada dentro del bosque (de hecho, la construcción ya ha empezado, aunque la pandemia la haya dejado en pausa), si bien ahora mismo tiene sus instalaciones en Moradillo de Roa. Allí, Jaime nos explica el proyecto, un proyecto con unos inicios bastante complicados. 2007 fue su primera añada, una añada que no salió al mercado. En 2008, una helada el 12 de octubre se llevó por delante toda la producción de uva, y es la añada 2009 la primera en ver la luz, algo que ocurriría en 2012.
Estamos hablando de casi cinco años trabajando sin poder sacar un vino al mercado, con todo lo que ello conlleva, aunque desde ese 2012 Bosque de Matasnos se ha hecho un nombre dentro y fuera de la Ribera del Duero.
Estamos en una nave con tres partes bien diferenciadas: elaboración, crianza y administración. En la zona de elaboración podemos observar depósitos de acero inoxidable de distintos tamaños y algún “siemprelleno”. Los depósitos más grandes están unidos en su parte superior por una pasarela para así facilitar el trabajo en bodega.
Nos cuenta Jaime que en la nueva bodega elaborarán también en depósitos de hormigón, nos habla de que lo importante, en bodega, es cuidar al máximo lo conseguido en el campo. Por eso las uvas llegan refrigeradas y descansan toda la noche en un camión frigorífico para, al día siguiente, pasar por una doble mesa de selección en la que primero se controlan los racimos y, tras ser despalilladas, las uvas se seleccionarán en una mesa óptica que separará los granos que no cumplan con los estándares de calidad de la bodega.
Para la fermentación se usan tres tipos de levaduras: las autóctonas que llegan en la uva, levaduras previamente seleccionadas de su propia viña con las que hacen un pie de cuba, y finalmente también utilizan una pequeña parte de levaduras comerciales.
La temperatura del mosto y del vino durante toda la estancia en la bodega no sube de quince grados, y de hecho la obsesión por la temperatura llega a tal punto que, si el vino ha de viajar en verano, lo hará siempre refrigerado para que llegue al consumidor en condiciones óptimas.
En la zona de crianza encontramos un amplio parque de barricas y un huevo de hormigón. En Bosque de Matasnos trabajan con doce tonelerías: diez francesas, una americana y otra del Cáucaso, y cada barrica es usada dos veces. Tras el segundo uso, todas las barricas se venden. Nos cuenta Jaime que cuanto más viejas son las barricas, más posibilidades de contaminación bacteriana hay, motivo por el que ellos solamente les dan dos usos. Además, para evitar que la madera esté demasiado presente en sus vinos, han optado por utilizar formatos más grandes (hay muchas barricas de 500 litros) y jugar con los diferentes tostados.
Cada parcela del Bosque de Matasnos es elaborada por separado, y todas se catan a ciegas a la hora de decidir los coupages. Todos los vinos hacen la fermentación maloláctica en acero inoxidable excepto la Syrah, que la realiza en barrica.
El bosque
Pero lo más importante en Bosque de Matasnos es el bosque en sí mismo, un bosque que fue parcialmente deforestado en 1960 gracias a la existencia de una subvención para cambiar bosques por tierra de labor. Y fue tras aquella deforestación en la que la madera se transportaba en burros, muchos de los cuales fallecieron, que el paraje del bosque empieza a aparecer en los registros como Bosque de Matasnos. Fue también bajo el amparo de aquella subvención que se plantó la primera viña, una viña de cuatro hectáreas plantada en vaso que hoy ha sido reconducida a espaldera, conducción que manda en los viñedos dentro de la propiedad.
El Bosque de Matasnos se encuentra en la Ribera del Duero burgalesa, casi en la frontera con Soria, a 950 metros de altitud. Estamos hablando de una finca de 240 hectáreas de las cuales actualmente 60 son viñedo. Cada año se planta viñedo en la propiedad, y se espera llegar a las 120 hectáreas de viña rodeadas de otras 120 de bosque. Y aparte del viñedo situado dentro de la finca, la bodega trabaja con otras 10 hectáreas de viñedo viejo de Tempranillo plantado entre 1920 y 1960.
Dentro del bosque encontramos distintos tipos de suelo: arcilloso, arenoso, de aluvión y calizo. La amplitud térmica llega hasta los 20 grados debido a la altitud de la finca, lo que ayuda a la correcta maduración de las uvas. En la finca hay plantadas distintas variedades de uva elegidas cuidadosamente en función del tipo de suelo. Además de las cuatro hectáreas de Tempranillo plantado en 1960, se han plantado 29,16 hectáreas más de esta variedad, lo que hace de esta uva la más abundante en la propiedad.
Con el Tempranillo conviven seis hectáreas de Merlot, 8,85 hectáreas de Syrah, seis hectáreas de Malbec (lo que hace que en el bosque se encuentre la plantación de Malbec más grande de la Ribera del Duero) y seis hectáreas más de Viognier, Chardonnay y Verdejo, uvas blancas que se plantaron para experimentar pero que han funcionado muy bien y son la base de sus vinos blancos.
Para que este bosque sea ecológico y, sobre todo, sostenible, se han introducido aves rapaces autóctonas para luchar contra el topillo. Las ovejas y en un futuro también las cabras ayudan a mantener el bosque limpio de maleza y a abonar las viñas, lo que también hacen las vacas y los cerdos. Por su parte, las abejas son indispensables para la polinización de las plantas silvestres que habitan este ecosistema, donde también se han “sembrado” trufas.
La electricidad proviene íntegramente de placas solares, y hay una balsa para aguas grises y negras que se depuran de manera ecológica y que, una vez limpias, son aprovechadas para el riego de las viñas. Pero la sostenibilidad también ha de ser económica, y para ello es imprescindible que el proyecto sea rentable, y esa rentabilidad se consigue gracias a unos vinos que son una representación fiel del terruño de donde proceden.
Guisos y Vinos en el Txoko de Matasnos
Después de conocer un poco más de la historia y el viñedo de Bosque de Matasnos, es el momento del hedonismo, y éste tiene lugar en el Txoko, una construcción perfectamente integrada en el paisaje, concebida para disfrutar de la comida y de los vinos.
Mientras los cocineros de La Bodeguita del arte acaban de ultimar el cocido que vamos a disfrutar, vamos abriendo boca con un poco de jamón y queso acompañados del blaco estrella de la bodega.
Blanco de Matasnos 2020 es un coupage a partes iguales de Viognier, Verdejo y Chardonnay plantadas en 2009 sobre suelos franco-arcillosos y arenosos y vendimiadas a mano, cada una en su momento óptimo de maduración. Tras una noche de maceración pelicular en frío, la fermentación tiene lugar en barricas nuevas de roble francés de 500 litros, donde el vino también tendrá una crianza de seis meses.
Estamos ante un vino de un color amarillo limón con reflejos metálicos. Su nariz es floral y frutal, con frutas tropicales y cítricas acompañadas de notas de panadería y mantequilla en un segundo plano. En boca es amplio, complejo y elegante, con un trago intenso y largo en el que destaca una buena acidez cítrica que le aporta frescura.
Ya sentados a la mesa, acompañamos el primer vuelco de este espectacular cocido con Petit Blanco de Matasnos 2020. Se trata de un blanco elaborado, al igual que el anterior, con Viognier, Verdejo y Chardonnay procedentes de las viñas más jóvenes del bosque, acompañadas del Albillo Mayor que crece en las viñas viejas que la bodega tiene fuera de la finca. Como en todos los vinos de la bodega, las uvas son vendimiadas a mano y en cajas de 10 a 12 kilos, y al igual que con su hermano mayor pasan la noche en frío antes de fermentar en barricas nuevas de roble francés de 500 litros. A diferencia del Blanco de Matasnos, este Petit se cría sobre lías en depósitos de acero inoxidable.
En copa se presenta con un bonito color amarillo limón con reflejos verdosos. Su nariz es intensa y frutal, con cítricos y fruta de hueso en primer plano, acompañados de aromas florales, y con la madera bien integrada en un segundo plano. Su boca es frutal, compleja y elegante, con una buena acidez y un trago largo, de buen volumen, en el que la madera está muy bien integrada.
Y con el segundo vuelco del cocido hace su aparición el primer tinto de la cata. Se trata de Bosque de Matasnos Etiqueta Blanca 2019. Estamos ante el vino de mayor producción de la bodega, un varietal de Tempranillo (94 %) con un ligero aporte de Merlot (4 %) y Malbec (2 %). Las uvas, plantadas en suelos arcillosos y franco-arenosos, son vendimiadas de manera manual. La fermentación tiene lugar en depósitos de acero inoxidable con control de temperatura. El vino tiene una crianza de doce meses en barricas, el 70 % de ellas nuevas y el 30 % restante de segundo uso, de 500 y 225 litros de capacidad.
Se presenta en copa con un bonito color rojo picota de capa alta. Su nariz es compleja y elegante. En ella encontramos fruta roja, acompañada de notas de campo y minerales. En un segundo plano aparecen notas ahumadas y vainilla. Su boca es fina, frutal y elegante, con una buena acidez y un tanino pulido en un trago equilibrado y largo. Es un vino que se puede disfrutar ya, pero creemos que unos años en botella le sentarán de maravilla.
Con el tercer y último vuelco del cocido hace su aparición Bosque de Matasnos Edición Limitada 2018, para nosotros el vino más clásico de la cata. Se trata del único monovarietal de Tempranillo de la bodega. Su elaboración es muy similar al Etiqueta blanca excepto por la crianza, también de doce meses pero en este caso en barricas nuevas de roble francés de 225 litros.
Es un vino de un color rojo picota con halo violáceo y capa alta. En nariz manda la fruta negra con notas de regaliz, especias, vainilla y tabaco. Su boca tiene muy buena acidez y un tanino sedoso en un trago que te recibe con fruta madura para desvanecerse poco a poco con un postgusto de especias y vainilla muy largo.

El último vino de la bodega que cataremos hoy es Bosque de Matasnos Tempranillo Malbec 2017, un vino que maridaremos con un delicioso hojaldre de crema. Estamos ante un coupage de Tempranillo (75 %) y Malbec (25 %) cultivadas sobre suelos de arena y guijarro. La vendimia, como es norma de la casa, se realiza de manera manual y en cajas, y las uvas pasan la noche en una cámara frigorífica. Tras pasar por la doble mesa de selección, las uvas fermentan con levaduras autóctonas en depósitos de acero inoxidable a temperatura controlada. El vino tiene una crianza de entre 22 y 24 meses en barricas nuevas de 500 litros de grano extrafino.
Este coupage del que solo se elaboran algunas añadas se presenta en copa con un color rojo picota de capa alta. Su nariz es exuberante. En ella encontramos fruta roja acompañada de notas florales y especiadas, con la madera muy bien integrada en un segundo plano. En boca tiene una deliciosa acidez y un tanino dulce y sedoso en un trago elegante, frutal, complejo y largo.
Es un vino exquisito que además nos parece el perfecto cierre a una gran cata, a la que seguirá un paseo entre viñas y sabinas, porque no hay mejor manera de cerrar este día que viendo cómo el sol se pone en el viñedo del Bosque de Matasnos.

Vino | Alcohol | Producción | Precio (75 cl) |
Blanco de Matasnos 2020 | 14 % | 3.400 botellas de 75 cl | 25,30 euros |
Petit Blanco de Matasnos 2020 | 14 % | 21.200 botellas de 75 cl | 16,50 euros |
Bosque de Matasnos Etiqueta Blanca 2019 | 15 % | 161.916 botellas de 75 cl | 27,90 euros |
Bosque de Matasnos Edición Limitada 2018 | 15 % | 29.400 botellas de 75 cl | ~ 38,95 euros |
Bosque de Matasnos Tempranillo Malbec 2017 | 15 % | – | ~ 42,75 euros |