Hablar de Bodegas Riojanas es hablar de la historia del vino en nuestro territorio, de la profesionalización de la vitivinicultura, de la elaboración de “vinos finos”, del hermanamiento con los bodegueros bordeleses, de la lucha contra la filoxera, del nacimiento de la denominación de origen más antigua de España y más reconocida fuera de nuestras fronteras… Hablar de Bodegas Riojanas es, sencillamente, hablar de la historia de Rioja.
Por eso, compartir la ocasión de pisar este templo del vino y la tierra sobre la que asientan algunas de las cepas más viejas que forman parte de su viñedo es una ocasión especial, y más aún cuando nuestro anfitrión es Emilio Sojo Nalda, nombrado recientemente Mejor Enólogo de Rioja por The Master Winemaker 100, la guía que la revista The Drinks Business edita cada año con la lista de los cien mejores enólogos del mundo.
A pie de viña con Emilio Sojo
Nuestra visita comienza a pie de viña, en Agudillo, en una terraza situada a apenas 600 metros al sur del río Ebro y a escasos dos kilómetros de la bodega; una sobria ladera orientada hacia el norte cuyas viejas cepas muestran sus irregulares esqueletos semanas antes de la floración. Hace apenas diez días, la borrasca Juliette escarchaba los suelos de esta zona en la que las arcillas se recubren con esa fabulosa capa de cantos rodados que acumula calor durante el día para devolverlo por la noche, y hoy un cielo triste no consigue bastarse para ocultar las flores de los almendros que han empezado a salpicar las viñas.
Emilio Sojo trata de mostrarnos una imagen sobria, pero le cuesta reprimir la pasión que siente por la viña mientras nos explica que esta zona es una de sus favoritas para elaborar vinos de guarda. Emilio nos comenta que la bodega controla alrededor de 650 hectáreas de viñedo, de las que unas 200 son en propiedad, mientras que el resto corresponde a arriendos con contratos de larga duración. Eso no impide que en los últimos años se busquen nuevas viñas en las zonas más frescas tratando de encontrar ese equilibrio que el cambio climático pone cada día más difícil.
En total, Bodegas Riojanas procesa en torno a cuatro millones de kilos de uva, la mayoría de ellos en la bodega madre, en Cenicero, mientras que una pequeña parte se lleva a San Vicente de la Sonsierra, donde cuentan con otra bodega de elaboración y crianza.
Mientras paseamos entre las hileras de la viña, que dibujan impecablemente el eje norte-sur, observamos los sarmientos podados en el suelo que serán triturados para convertirse en parte del abono que nutrirá las cepas, cepas cuya madera vieja dibuja retorcidas cornamentas descascarilladas. Hay algunas faltas, hierbas silvestres, musgo y sobriedad en esta viña plantada en 1920 con Tempranillo, algo de Garnacha, Viura y Malvasía. Pero, sobre todo, hay historia; la historia de Rioja
Comenzamos a viajar en el tiempo por el interior de la bodega
Ya en la bodega, comenzamos un apasionante recorrido en el tiempo. Aunque el edificio es de 1890, una puerta de piedra de 1799 que hoy da la bienvenida a los visitantes es un sobrio testigo de que la viticultura forma parte de la historia vitivinícola de la familia Frías-Artacho (documentada desde 1769), una familia cuyos descendientes siguen hoy al frente de la bodega.
En este tiempo, el edificio original ha vivido ocho ampliaciones hasta llegar a los 35.000 metros cuadrados construidos, y en la actualidad compagina su rol original de elaboración y crianza de vinos finos con el de museo, tienda e, incluso, punto de encuentro para los habitantes de Cenicero, que han convertido el wine bar de Bodegas Riojanas en uno de los locales más populares de esta localidad riojana que hace frontera con Álava.
Como edificio, es singular por su edad y su altura, ya que, al estar construido en la pared oriental del barranco que atraviesa la localidad, es como una especie de rascacielos al que se excede por las plantas superiores, mientras las inferiores quedan por debajo de la cota de la calle.
No cabe duda de que el hecho de estar rodeados por las mismas paredes que hace un siglo y “un tercio” se levantaron bajo la dirección de técnicos venidos de Burdeos tiene un valor intrínseco. Por aquel entonces, 22 tinos de roble alsaciano se empleaban para elaborar el vino que posteriormente se criaba en tres centenares de barricas que descansaban en cuatro calados subterráneos.
Hoy paseamos por aquella bodega original, por lo que hoy es un salón de actos o una sala de microvinificaciones, observando, buscando, escudriñando, deslizando una mano por detrás de la espalda disimuladamente para tocar sus muros a hurtadillas con la intención de conectar directamente con la historia, de sumar el tacto al resto de sentidos: a la vista, al oído, al olfato y al gusto, sentidos todos que nos conectan con el vino y su historia.
La importancia de los sentidos
Eso es precisamente lo que desde Bodegas Riojanas proponen a sus visitantes, una experiencia que recibe el sugerente nombre de Sensaciones del vino. En ella, los enoturistas se embarcan en un viaje interactivo en el que descubrirán las principales estancias de la bodega, experimentarán sensaciones olfativas relacionadas con el vino, viajarán a través de un singular botellero en el que las añadas se cruzan con las efemérides, disfrutarán de una cata final y, antes de eso, vivirán una experiencia audiovisual única. Pero, mantengamos un poco de misterio sobre este tema…
Volviendo a “nuestra” visita, Emilio nos explica que tienen nada menos que 1.740 parcelas propias, lo que hace que la logística de la recepción de uva en la bodega sea un auténtico rompecabezas que hay que ir empezando a resolver semanas antes de que dé comienzo la vendimia. A cada remolque que llega a la bodega se le hace una analítica a fin de detectar posibles problemas como la botrytis. De todos modos, en la actualidad, el principal problema del viñedo son las posibles paradas vegetativas debidas al calor, lo que genera el consecuente desequilibrio entre la acidez, el grado potencial y la madurez fenólica, además de complicar el “rompecabezas” de la vendimia.
Bodegas Riojanas: De barricas y de grandes números
Para complicar un poco más las cosas, el 70% de lo que se elabora en la bodega son reservas y grandes reservas, lo que hace que el parque de barricas sea inmenso y, con diferencia, la mayor inversión anual de la bodega, que cuenta con un total de 25.000 barricas, de las que 20.000 se encuentran aquí, en Cenicero, mientras las restantes están en San Vicente de la Sonsierra.
Así, cada año se adquieren 2.500 barricas nuevas, de las cuales el 70 % es de roble americano, mientras el 30 % restante corresponde a roble francés. Las barricas se desechan a los 12 años, y para garantizar su salubridad, el vino que contienen se trasiega cada seis meses, un proceso en el que, desde 2017, interviene una compleja línea automatizada de trasiego diseñada en conjunto con un laboratorio de Logroño.
Ver trabajar a este llamémoslo “túnel de trasiego, lavado y esterilización de barricas” es un auténtico espectáculo. De entrada, a la vez que el vino va saliendo de la barrica, ésta se va llenando de nitrógeno para minimizar la oxidación del vino.
Cada año se adquieren 2.500 nuevas barricas. La máquina de lavado y esterilización de las barricas se diseñó y fabricó en 2017.
Una vez vaciada, la barrica se somete a un lavado con el siguiente ciclo: agua fría, agua a 80 ºC y vapor de agua a 140 ºC. De este modo, el vapor penetra en los poros de las duelas hasta quedarse a 60 ºC cuando se encuentra a sólo dos milímetros de la superficie exterior de la madera, ayudando a romper las paredes celulares de bacterias y hongos.
Curiosidades, anécdotas y, sobre todo, historia
Seguimos recorriendo la bodega y descubriendo decenas de curiosidades, anécdotas e historias en cada estancia, en cada recoveco. Emilio nos explica que la ampliación de 1940 permitía elaborar un millón de litros en depósitos de cemento, que aún hoy se utilizan para afinar el vino tras la crianza por la microoxigenación que proporcionan.
Esa circularidad es un leitmotiv de la bodega, una constante que se repite en lo que hoy es el salón de actos, en la bodega original convertida en sala de microvinificaciones, en los espacios e incluso en los objetos, en el utillaje del pasado transformado en piezas de museo que nos recuerdan que lo que hoy es tecnología punta ya ha comenzado su camino hacia la obsolescencia.
Algunos de los viejos tinos de roble alsaciano originales conviven hoy con modernos depósitos troncocónicos de acero inoxidable dotados de camisas de frío en lo que fue la primera bodega, convertida hoy en sala de microvinificaciones.
Guarnecidos de acero corten recorren verticalmente las entrañas del edificio recordándonos cómo ha ido creciendo a lo largo de más de un siglo, paralelamente a las raíces de las cepas viejas con cuyas uvas se elaboran los mejores vinos de la bodega.
Llegamos a la ampliación de los años 60, en la que la bodega deja de hacer graneles. Un botellero histórico guarda botellas desde 1964, la primera añada elaborada por Felipe Nalda, anterior enólogo de la bodega y tío de Emilio Sojo.
Allí descubriremos auténticas rarezas embotelladas en botellas renanas, y Emilio nos explicará el porqué de la botella borgoñona de Monte Real, elegida en 1933 por el enólogo francés Gabriel Larrendat por la semejanza de aquel vino con las elaboraciones de Borgoña. Monte Real, de hecho, debe su nombre a la finca de la que procedían sus uvas (El Monte) y su apellido (Real) a la nobleza de aquella fruta.
Cata de vinos de Bodegas Riojanas
Entre anécdotas, curiosidades y otros descubrimientos, vamos avanzando en el tiempo y en el espacio hasta llegar al presente y a la vinoteca, al lugar donde terminaremos la visita poniendo a prueba vista, olfato y gusto y viajando, esta vez sentados, a través de la copa.
Veiga Naúm Albariño 2022
Nuestro viaje comienza lejos de Cenicero, lejos de La Rioja: en el valle del Salnés, la codiciada comarca costera de Pontevedra donde la uva Albariño ha dado fama a la D. O. Rías Baixas. Buena acidez, fruta blanca, cítricos y notas de eucalipto con un toque salino nos llevan al Atlántico a través de un vino que pretende respetar la autenticidad de la zona y de la variedad.
Viore Verdejo Sobre Lías 2021
El segundo blanco es un vino con una vocación más gastronómica que catamos aquí hace poco tiempo, un monovarietal de Verdejo de Rueda de nariz expresiva, en la que encontramos fruta de hueso (melocotón), flores silvestres, notas anisadas y minerales. En boca es fresco, con muy buen equilibrio entre volumen y acidez, trago bastante largo y un posgusto amargo y ligeramente picante.
Monte Real Tempranillo Blanco 2021
Acabamos nuestro viaje por los vinos blancos volviendo a La Rioja y disfrutando de un vino del cual hemos hablado también hace algunas semanas, un monovarietal de Tempranillo Blanco procedente de viñedos plantados en 2010 que nos entrega aromas de flores blancas y fruta de hueso, así como piel de naranja sobre un fondo de mantequilla y especias. En boca destacan su acidez cítrica, su final amargo, un buen volumen y una intensidad media alta.
El Lago de Bodegas Riojanas 2022
Saltamos a los tintos con un vino joven de maceración carbónica cuyo nombre alude a los lagares abiertos en los que se pisa la uva, sin despalillar. Su nariz es pura fresa fresca, típica de los vinos de maceración carbónica, mientras que su boca es más seria de lo habitual en estas elaboraciones. Es un vino láctico, con una boca sorprendentemente estructurada que nos prepara para los tintos más serios que probaremos a continuación.
Emilio nos comenta que parte de esa estructura más seria que encontramos se debe a que para su elaboración solamente se emplea el vino de la zona central del depósito. También aprenderemos que la etiqueta es una reinterpretación de La danza, el célebre cuadro de Henri Matisse, en un guiño al pisado de la uva, que es, de alguna forma, una danza ancestral.
Marqués de Peñamonte Colección Privada 2019
Una nueva copa nos saca de Cenicero para llevarnos directamente a la localidad de Toro, donde Felipe Nalda, sobrino de Emilio Sojo, es el enólogo de Bodegas Torreduero, proyecto con el que, desde 1999, Bodegas Riojanas elabora vinos amparados por la D. O. Toro pensados, entre otras cosas, para responder a los mercados norteamericano y australiano.
Este monovarietal de Tinta de Toro se elabora con uvas procedentes de un viñedo anterior a 1940 plantado a pie franco en marco real o, lo que es lo mismo: en cuadrícula.
Tras permanecer 14 meses en barricas de roble francés y, en nuestro caso, un par de años más en la botella, encontramos un vino de taninos pulidos y una cierta sensación licorosa. Tiene volumen, buena acidez y aromas a regaliz y fruta negra. Pero, sobre todo, es un vino muy estructurado que promete ser el compañero perfecto de una comida contundente.
Monte Real Crianza 2020
De vuelta a Cenicero, ya para quedarnos, dejamos atrás la contundencia de un “reserva” de Toro para “resetear” el paladar con la finura de un crianza clásico de la D. O. Ca. Rioja, un coupage de parcelas de Tempranillo con un mínimo de 12 meses de crianza en barrica posteriormente afinado en botella que nos entrega aromas de fruta negra, monte bajo, yogur de fresa y matices de la crianza en madera. Es un vino fino y equilibrado de una zona que siempre nos ha parecido especialmente elegante y capaz de producir vinos “completos”, que pueden presumir de una buena estructura sin renunciar a un carácter frutal.
Monte Real de Familia Reserva 2019
Ya con el paladar bien afinado, nos enfrentamos a un auténtico icono de la bodega, un vino que trasciende las décadas para transportarnos al origen de Monte Real, a ese paraje de El Monte, ubicado a entre 430 y 530 metros de altitud, un paraje de suelos arcillosos calcáreos con cantos rodados en su superficie que hace 90 años encandiló a Gabriel Larrendat recordándole a los vinos de Borgoña.
Emilio nos comenta que es el vino característico de Cenicero, con esas uvas en las que el hollejo tiene más peso respecto a la pulpa que en otros clones y otras parcelas de Tempranillo. Y a pesar de esa supuesta mayor presencia de taninos y antocianos, encontramos una ligereza, incluso en el color, que nos sorprende y que dota a este vino de una elegancia, de una amabilidad que te invita de manera constante a dar un nuevo trago a la copa que tienes ante ti.
Viña Albina Reserva Vendimia Seleccionada 2019
Ya para acabar (o casi), nos paramos en el reserva de la gama Viña Albina, la primera marca comercial de Bodegas Riojanas, creada en 1901 partiendo del nombre de la hija de uno de los propietarios.
Este varietal de Tempranillo que mezcla parajes tanto de Cenicero como de San Vicente de la Sonsierra nos agrada por su complejidad, su buena intensidad y su frescura. Es un vino fácil de beber, con abundante fruta y un equilibrado peso de los aromas proporcionados por su crianza en barrica.
Monte Real Gran Reserva 1998
Cuando creemos que la cata ha acabado y estamos aún disertando sobre las diferencias entre suelos, altitudes, clima, la influencia del Ebro o la relación entre pulpa y hollejo de la Tempranillo de diferentes zonas, aparece un vino que lo cambia todo, que nos abre los ojos e inunda de contexto y de sentido nuestra percepción sobre Rioja, sobre los vinos finos de Rioja.
Este gran reserva es un monovarietal de Tempranillo de Cenicero, de viñas de 40 años y bajos rendimientos del paraje de El Monte. Tras 40 meses en barrica y cerca de 10 años más en la botella, viajamos en el tiempo a través de la copa para descubrir su color cereza casi traslúcido con una capa teja, sus aromas a hoja de tabaco, champiñones, guindas en aguardiente… Y cuando lo llevamos a la boca encontramos aún toda su fruta, una acidez fantástica y taninos sedosos mientras disfrutamos de su complejidad, de unos aromas y de unos sabores tan amalgamados que son realmente indescifrables, intraducible a la lengua de los descriptores clásicos del vino.
A medida que el vino va abriéndose en la copa y va dejando atrás unos tenues aromas reductivos propios de esa década que ha permanecido encerrado en su jaula de vidrio, el genio se despierta y las piezas de puzle van armándose solas. Trago a trago, todo cobra sentido y empezamos a entender el vino como un catálogo de sensaciones, como esa mezcla de la investigación y la experiencia, de décadas de esfuerzo y de conocimiento, de la profesionalización de la vitivinicultura, de la elaboración de “vinos finos”, del hermanamiento con los bodegueros bordeleses, de la lucha contra la filoxera, del nacimiento de la denominación de origen más antigua de España y más reconocida fuera de nuestras fronteras… Trago a trago, este gran reserva nos habla, simplemente, de la historia de Rioja.
| Vino | Alcohol | Producción | Precio (75 cl) |
| Veiga Naúm Albariño 2022 | 13 % | – | 12,75 euros |
| Viore Verdejo Sobre Lías 2021 | 13 % | ~6.000 botellas | 12,55 euros |
| Monte Real Tempranillo Blanco 2021 | 12,5 % | 10.000 botellas | 16 euros |
| El Lago de Bodegas Riojanas 2022 | 13 % | – | 9,50 euros |
| Marqués de Peñamonte Colección Privada 2019 | 14,5 % | – | 21 euros |
| Monte Real Crianza 2020 | 14 % | – | 13 euros |
| Monte Real de Familia Reserva 2019 | 14 % | – | 17 euros |
| Viña Albina Reserva Vendimia Seleccionada 2019 | 13,5 % | – | 16 euros |
| Monte Real Gran Reserva 1998 | 13,5 % | – | 44 euros |
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