Todos los que han estudiado el WSET habrán leído que “un albariño típico es seco, con alta acidez. Tiene cuerpo medio y sabores de fruta cítrica y fruta de hueso. El albariño es comúnmente un vino sin roble para beber cuando es joven”. Aunque nosotros lo hemos estudiado, nunca hemos estado de acuerdo con esta definición, y los vinos de Bodegas Gerardo Méndez (más conocida como Do Ferreiro) demuestran que a un Albariño bien elaborado los años en botella le sientan fenomenal. Pero hay que tener en cuenta que, quizás, Do Ferreiro no elabora un albariño típico, sino que elabora monovarietales de Albariño que desbordan tipicidad y terruño, y a los que la crianza en botella no hace más que engrandecerlos.
La bodega de “el albariño do ferreiro”
Bodegas Gerardo Méndez está situada en Meaño, en el corazón de la denominación de origen Rías Baixas, en la subzona Val do Salnés, la cual tiene la mayor influencia del mar. Es una bodega familiar fundada en 1973 por Gerardo Méndez, y poco a poco la segunda generación, Manuel (Manu) en viticultura y enología y Encarna en la gestión, va tomando el relevo. Ellos tres serán los encargados de guiarnos en nuestra visita y mostrarnos todo el potencial de unos monovarietales de Albariño de diferentes zonas y añadas, así como algunas de las viñas donde nacen las uvas con las que se elaboran.
Cuando Gerardo Méndez buscaba un nombre para su primer vino, un vecino del pueblo le hizo ver que el nombre ya lo tenía: todo el pueblo se refería a él como “el albariño do ferreiro”. ‘Ferreiro’ era el mote de la familia, ya que el padre de Gerardo era el herrero del pueblo (ferreiro, en gallego). Así, el vino se llamó Albariño Do Ferreiro y, de alguna manera, cedió su nombre a la bodega, convirtiéndose en su vino icónico.
La bodega trabaja con 14 hectáreas de viñedo, siete en propiedad y siete arrendadas, divididas en 166 viñas, todas ellas dentro de la subzona Val do Salnés. La parcela más grande tiene 1,6 hectáreas, mientras la más pequeña se conforma con 38 metros cuadrados (0,0038 hectáreas). Casi todo el viñedo está conducido por el sistema tradicional de emparrado, excepto dos viñas que están en espaldera. Los suelos son fundamentalmente de arenas graníticas, y todas las viñas son trabajadas con cubierta vegetal silvestre, por lo que no se utilizan herbicidas.
La producción de la bodega varía dependiendo de la añada, pero oscila entre las 80.000 botellas en una añada problemática y las 115.000 botellas en una muy buena. De ellas, el 60 % se vende en España, y dentro de este 60 %, un 22 % se comercializa en Galicia. El 40 % restante se exporta a 17 países diferentes, siendo Estados Unidos el mercado exterior más importante.
Albariño Do Ferreiro
El vino más conocido de la bodega, el Albariño Do Ferreiro, está elaborado con uvas de distintas zonas, todas ellas situadas en el valle del Salnés. Las cepas, de entre 10 y 50 años de edad, están plantadas fundamentalmente sobre suelos graníticos.
La vendimia es manual y en cajas; las uvas son sometidas a una maceración pelicular en frío y fermentan con un pie de cuba –que proviene de la viña más vieja de la bodega, con la que se elabora su Cepas Vellas– en depósitos de acero inoxidable. El vino tiene una crianza de entre cuatro y cinco meses sobre sus lías finas en los depósitos de acero.
A lo largo de nuestra visita, vamos a catar diferentes añadas de este vino para así comprobar las diferencias entre ellas y la capacidad de envejecimiento del Albariño Do Ferreiro.
Las añadas 2023 y 2022, cara a cara
Empezamos catando la añada 2023, y lo primero que nos sorprende es lo hecho que está un vino que apenas lleva un mes en botella. Es un vino afilado y vertical, con una gran acidez que muestra una añada fresca, donde la brotación fue desigual, con hasta 20 días de diferencia entre algunas viñas, lo que dio como resultado la vendimia más temprana y prolongada en el tiempo en la historia de la bodega; un vino con una nariz cítrica en la que también encontramos fruta de hueso y notas anisadas y balsámicas.
En comparación, la añada 2022 nos muestra un vino en el que la fruta de hueso tiene un mayor protagonismo, aunque también encontramos esos aromas cítricos y anisados. Su boca es menos afilada, aunque tiene una buena acidez y un mayor volumen. Es un vino con más estructura y centro de boca, lo que nos hace pensar que tiene una gran capacidad de envejecimiento en botella.
Cata Vertical de Albariño Do Ferreiro 2012, 2014, 2016 y 2017
Mediante esta cata vertical vamos a comprobar la gran capacidad de envejecimiento de estos vinos blancos, que en todas las añadas han sido elaborados de la misma forma: fermentación en depósitos de acero inoxidable con pie de cuba y unos cinco meses de crianza sobre lías en los mismos depósitos. Las diferencias entre ellos son los años de envejecimiento en botella y las añadas, que como podemos comprobar, marcan mucho los vinos.
Por ejemplo, en añadas con un pico alto de calor, como fue el caso del 2016, los aromas a hidrocarburos están muy presentes en la nariz. En general, son vinos con narices expresivas donde encontramos fruta de hueso, mantequilla, notas anisadas y yodadas, y bocas amplias donde la acidez sigue estando presente y el trago es largo e intenso. Probablemente, nuestros favoritos fueron 2014 y 2016, pero todos ellos son vinos muy interesantes que demuestran que la Albariño es una uva con un gran potencial de envejecimiento en botella.
Cepas Vellas
El viñedo de Cepas Vellas es, como dice Manu, el viñedo de casa, un viñedo prefiloxérico registrado en 1790. Sí; has leído bien. Se trata de un viñedo plantado en el siglo XVIII y que se encuentra al lado de la bodega. Es el viñedo favorito de Gerardo, que nos cuenta que “esta viña es especial; ella me eligió a mi”
Los padres de Gerardo compraron la finca donde se encuentra el viñedo y la bodega en 1969, una finca de dos hectáreas donde había un viñedo abandonado de 1,4 hectáreas. Gerardo, al que no le gustaba la profesión de herrero, encontró en él su salvación y decidió recuperar la viña y elaborar vino con ella. Así, en 1973 nació Bodegas Gerardo Méndez, pero hubo que esperar hasta 1993 para disfrutar de la primera añada de Cepas Vellas, ya que antes sus uvas se destinaban a Do Ferreiro.
La viña se encuentra en Meaño, a 116 metros de altitud, y las cepas llevan dos siglos creciendo sobre suelos de arenas graníticas. La elaboración de Cepas Vellas es la misma que la de casi todos los vinos de la bodega: vendimia manual, despalillado, maceración pelicular en frío y fermentación alcohólica con pie de cuba (realizado con uvas de esta viña) en depósitos de acero inoxidable, seguida de una crianza sobre lías en depósitos de acero, en este caso de entre 10 y 11 meses.
Las diferentes añadas de Cepas Vellas
Durante nuestra visita catamos diferentes añadas de este monovarietal de Albariño proveniente de cepas de más de 200 años. Empezaremos con la añada que está actualmente a la venta, Cepas Vellas 2022, que es un vino muy equilibrado, fino, elegante, complejo y varietal, con cítricos, fruta de hueso y notas anisadas y minerales en nariz, y una boca con un buen volumen y un final de trago ligeramente amargo que lo hacen irresistible.
La cata de Cepas Vellas 2023, como no podía ser de otra manera, es en rama, ya que es un vino que todavía está en su periodo de crianza sobre lías. En él destaca una acidez punzante e intensa, que creemos que es característica de la añada, pero que la crianza acabará de pulir, en un trago mineral, vertical y fino. Su nariz es de nuevo varietal pero ligeramente más vegetal que la de 2022.
Es el turno de Cepas Vellas 2019 en formato Magnum; un vino que, según acercamos la copa a la nariz, nos dibuja una sonrisa en la cara. Encontramos una nariz tremendamente compleja, con fruta de hueso y cítricos, pero también con hidrocarburos, notas de panadería, miel y mantequillas; una nariz compleja y elegante que te hace salivar. En boca es un vino tremendamente fino, con una buena acidez en un trago elegante, complejo, mineral y largo, con un final ligeramente salino. Se trata, en definitiva, de un vino que no podemos dejar de beber intentando desentrañar todos sus secretos.
Tres vinos especiales que nacen en tres parajes especiales
En esta categoría, Do Ferreiro nos presenta tres vinos de paraje, tres vinos de tres zonas cercanas entre sí pero con diferentes características tanto de suelo como de influencia del mar, diferencias que permiten elaborar tres vinos diferentes entre sí.
La elaboración por parcelas siempre ha formado parte de la vinificación de la bodega. Por eso, cuando decidieron elaborar estos vinos “especiales”, ya conocían perfectamente las características de cada una de las parcelas que iban a formar parte de ellos. Y también tenían muy claro qué zonas tenían la personalidad necesaria para elaborar un vino solo con sus uvas.
Adina
La idea de los vinos de paraje surgió en 2013, y la primera zona que consideraron para elaborar por separado fue Adina, un paraje situado en Sangenjo, a 2,5 kilómetros de la ría de Pontevedra y con una altitud de 75 metros. El suelo de Adina es realmente especial, ya que forma parte de una veta de gneis oxidado que se extiende desde Oporto hasta el sur de Inglaterra. Esta zona cercana a la ría es una área con brumas, pero también muy ventilada, y debido a su orientación y conducción, recibe alrededor de una hora más de sol al día que los otros parajes.
Lourido
Lourido está compuesto por seis viñas ubicadas en Castrelo (Cambados), a solo 500 metros de la ría de Arosa y a 14 metros sobre el nivel del mar. Estas viñas tienen una edad media de unos 60 años y están plantadas sobre suelos de xabre, como se conoce en Galicia al granito meteorizado.
Este tipo de suelos es extremadamente permeable, lo que permite que las raíces de las cepas penetren fácilmente en él, produciendo vinos minerales y finos con una excelente capacidad de evolución en botella.
Tomada do Sapo
Tomada do Sapo es la niña bonita de Manu, quizás porque en 2013 tuvo que tomar la difícil decisión de arrancar las cepas que habían sido plantadas en 1991. Tomada do Sapo es una viña de una hectárea escasa con suelos de piedra granítica que se encuentra a 250 metros de altitud y a cinco kilómetros de la ría de Pontevedra. Al ser una zona alta, las brumas de la ría afectan mucho a la viña, lo que hacía que año tras año las uvas de las cepas conducidas en emparrado tradicional sufrieran botritis y se perdiera la mayoría de la producción. Por eso, en 2013, se decide arrancar la viña y plantarla de nuevo en 2016 con una alta densidad de plantación, 4.500 cepas por hectárea, y conducirla en espaldera para facilitar la ventilación de los racimos. Con ello se ha logrado que las raíces profundicen rápidamente debido a la competencia entre cepas, y se ha mantenido a raya la botritis.
Cata horizontal de los vinos especiales
Vamos a realizar dos catas horizontales de los vinos especiales. Comenzamos con la añada 2022, la cual está actualmente en el mercado. El primero que catamos es Tomada do Sapo, que es el vino más vertical y con una acidez más punzante de los tres. Presenta una nariz muy mineral, donde también se aprecian notas de fruta de hueso, cítricos y matices anisados y mentolados. En boca, tiene una entrada directa y un final de trago sápido que lo hacen adictivo.
Lourido 2022 nos muestra una nariz inicialmente más tímida, donde también encontramos los aromas varietales de fruta de hueso, cítricos y notas anisadas. En boca, es un vino más ancho que Tomada do Sapo, con una buena acidez y un trago elegante, mineral y largo.
Por último, catamos Adina 2022, que consideramos el vino más fino y elegante de los tres, y quizás el menos mineral. Presenta una nariz varietal y un trago fresco, amplio y etéreo que parece flotar en nuestra boca.
Tenemos la suerte de catar en rama la añada 2023 de los tres parcelarios, y podemos decir que las sensaciones no varían mucho con respecto a los vinos del 2022. Tomada do Sapo sigue siendo el vino más directo, con una acidez más punzante y un final más salino. Lourido continúa mostrando una nariz muy varietal y se destaca por ser el vino con más peso en boca y un gran equilibrio, con un final de trago ligeramente amargo. En esta ocasión, Adina es el vino que muestra la nariz más tímida, pero conserva el mismo carácter fino, elegante y etéreo que nos conquistó en la añada 2022.
Do Ferreiro 2010 y Cepas Vellas 2011
Los vinos más viejos que catamos durante nuestra visita a Do Ferreiro se presentan junto con una selección de vinos internacionales. Después de catar un Champagne y un Chardonnay de Saint-Aubin, ambos Premier Cru, probamos Do Ferreiro 2010, un vino de una añada complicada y cálida. Nos muestra una nariz de fruta de hueso y cítricos, acompañados de ligeras notas de hidrocarburos. A pesar de ser del 2010, es un vino que aún mantiene acidez en boca, con un trago fresco y mineral y un final amargo.
Le sigue el Cepas Vellas 2011 en formato Magnum. De nuevo, las notas de hidrocarburo se entremezclan con los aromas varietales en la nariz. En boca, es un vino amplio y persistente que conserva una excelente acidez en un trago mineral y fresco; dos ejemplos de cómo la guarda en botella beneficia a los buenos vinos blancos. Tras ellos, disfrutamos de una Nebbiolo de Langhe y una Syrah de Sonoma County.
De esta manera, contextualizamos unos monovarietales de Albariño que nos demuestran que no siempre lo que estudiamos en el mundo del vino se cumple. Hay excepciones como los vinos que salen de Bodegas Gerardo Méndez, alejados –quizás– del perfil del “albariño típico” pero que a la postre son monovarietales de Albariño que desbordan tipicidad y terruño, y a los que la crianza en botella no hace más que engrandecerlos.
Hemos creado este espacio para ti
Si quieres que los lectores de Nos Vamos de Vinos accedan a la web de tu bodega, distribuidora, tienda, vinoteca, hotel rural… a través de un enlace con foto como éste, te sorprenderá lo económico que es.