Hablar de Álvaro Domecq es hablar de Jerez y de caballos, del apego a una tierra y una forma de vida. Álvaro Domecq fue ganadero, rejoneador y fundador de la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre. Pero también es un bodeguero que siempre ha sabido mirar hacia el futuro sin olvidar la tradición, como bien nos muestra el lema “Nacer de nuevo” que podemos leer en el escudo de la bodega.
Bodegas Pilar Aranda fue fundada en 1850, y cuando en 1998 Álvaro Domecq se hizo cargo de esta histórica bodega del marco de Jerez, “nació de nuevo” y pasó a convertirse en Bodegas Álvaro Domecq. En la actualidad, la bodega guarda 1.300 botas donde se crían vinos generosos, brandy y vinagre. Estas botas están apiladas de manera diferente a la tradicional en las bodegas jerezanas. En lugar de estar la solera en el suelo y la segunda y primera criaderas encima de ella, aquí encontramos las botas de la solera apiladas a tres alturas por su lado, al igual que la primera y segunda criaderas, cada bloque guardado independientemente.
José Manuel Anhelo, gerente de Bodegas Álvaro Domecq, y Ana Real, su enóloga, serán los cicerones durante nuestra visita a la bodega. Ellos se encargarán de mostrarnos los distintos cascos de bodega, y Ana será quien elegirá las botas y venenciará los numerosos vinos que catamos en rama durante nuestra escapada jerezana.
Unos vinos en honor al caballo y a la historia
Los vinos de Álvaro Domecq están divididos en dos gamas: Colección Álvaro Domecq y Colección 1730. Esta última rinde homenaje a Pedro Domecq Lembeye, el primer Domecq en el mundo del Jerez, gracias a que su tío abuelo Jean Haurie, junto con Patrick Murphy, fundaron en 1730 la primera bodega que envejece sus vinos en Jerez.
Colección Álvaro Domecq
Con esta gama de vinos se rinde homenaje a los caballos más especiales en la vida de Álvaro Domecq. Cada uno de los seis vinos de esta familia está dedicado a un caballo que, de una u otra manera, formó parte de su familia. Hoy vamos a conocer un poco más a fondo dos de los vinos de esta gama que tuvimos la ocasión de catar durante una cena en el restaurante Tiemar.
Fino La Janda
Este fino está dedicado a Jerezano, uno de los caballos fundadores de la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre. Se trata de un monovarietal de Palomino que, tras ser encabezado hasta alcanzar el 15,5 % de volumen de alcohol, tiene una crianza media de entre ocho y nueve años bajo velo de flor, siguiendo el sistema de soleras y criaderas en botas de unos 500 litros de roble americano.
Según Ana Real, “es un fino muy jerezano ya que en verano baja el velo de flor y cuando vuelve a crecer hay más acetaldehído, lo que le aporta complejidad y volumen”. Nosotros queremos destacar los aromas de membrillo que acompañan a las levaduras en nariz y su buen volumen en boca.
Oloroso Alburejo
El Oloroso de la colección Álvaro Domecq está dedicado a Universo, uno de los caballos más queridos por la familia. Este monovarietal de Palomino fue encabezado hasta alcanzar un 17,5 % de alcohol antes de comenzar su crianza oxidativa. La crianza se lleva a cabo durante una media de entre 15 y 18 años bajo el sistema de soleras y criaderas.
En este oloroso encontramos una gran complejidad en una nariz donde mandan los frutos secos acompañados de la madera y las notas golosas de la vainilla. En boca encontramos un vino más seco de lo que la nariz sugiere, donde los frutos secos vuelven a ser los protagonistas de un trago complejo y largo.
Colección 1730
Agrupados en esta familia encontramos los vinos con mayor crianza de la bodega: cinco vinos (un fino en rama y cuatro VORS) y un vinagre. Pero hoy nos vamos a centrar en los tres vinos que disfrutamos en la cena maridaje que tuvo lugar en el restaurante Tiemar.
Amontillado 1730 VORS
Estamos ante un amontillado sencillamente delicioso, amable, con un alcohol perfectamente integrado que hace que su 19,5 % de volumen de alcohol pase totalmente desapercibido. Su nariz es intensa, con notas del velo de flor y almendras, mientras que en boca es complejo, elegante y muy largo. Se trata de un monovarietal de Palomino que comienza su crianza bajo velo de flor siguiendo el sistema de soleras y criaderas. Una vez que el vino ha perdido el velo, empieza la crianza oxidativa, hasta que el vino pasa un mínimo de 30 años de media en botas de roble americano, sumando los tiempos de crianza biológica y oxidativa.
Palo Cortado 1730 VORS
Al igual que el amontillado, este Palo Cortado 1730 es un monovarietal de Palomino que suma al menos 30 años de edad media, combinando la crianza biológica y la oxidativa, que se realiza siguiendo el sistema de soleras y criaderas en botas de roble americano.
Es un vino exuberante en nariz, con los frutos secos y la madera muy presentes, y sutiles notas de levadura en un segundo plano. En boca es intenso, con un alcohol bien integrado que hace que su 21 % de volumen alcohólico no sea invasivo. El trago es complejo y persistente, con una leve nota salina que lo hace muy atractivo.
Pedro Ximénez 1730 VORS
Estamos ante el único monovarietal de Pedro Ximénez que vamos a catar durante nuestra escapada a Jerez. Las uvas de este VORS son sometidas a un proceso de pasificación, dejando los racimos al sol. La fermentación se frena mediante la fortificación del vino que, posteriormente, tendrá una crianza oxidativa media mínima de 30 años mediante el sistema de soleras y criaderas en botas de roble americano.
La nariz de este Pedro Ximénez es intensa, y en ella encontramos ciruelas pasas e higos pasos acompañados de notas de cacao, café y vainilla. En boca es un vino denso, dulce sin ser empalagoso, en un trago largo con un ligero postgusto a café.
Álvaro Domecq: Una Bodega llena de sorpresas
No queremos dejar de mencionar el Vermut La Janda, un vermú que es un coupage de Palomino y Pedro Ximénez, ya que para su elaboración se utiliza oloroso y pedro ximénez provenientes de algunas de las botas de la bodega. Es un vermú que te hace viajar a Jerez a cada trago y donde las notas dulces que le aporta el Pedro Ximenez no le quitan protagonismo al posgusto amargo que lo hace exquisitamente adictivo.
Tuvimos la suerte de que Ana, venencia en mano, se acercara a algunas de las botas más especiales de la bodega, donde se crían vinos, brandys y vinagres de manera estática. Lo único que se hace en estas botas es rellenar lo que se evapora cada año, como es el caso de la bota de Iniciador 1873, donde los aromas a frutos secos y a madera, junto con la inmensa complejidad de un trago larguísimo, nos hacen viajar a otro siglo.
Ese viaje hacia la tradición más pura es una constante en la bodega Álvaro Domecq, donde los vinos cabalgan entre siglos mientras los caballos se asoman en las etiquetas y hacen, incluso, acto de presencia sobre el albero de la propia bodega, donde estos prodigiosos animales danzan siguiendo el ritmo de una sevillana en una coreografía en la que la bailarina, el caballo y el jerez se combinan para mostrarnos la esencia de esta tierra; la esencia de Álvaro Domecq.
Vino | Alcohol | Producción | Precio (75 cl) |
Fino La Janda | 15 % | – | 12,70 euros |
Oloroso Alburejo | 19 % | – | 16.85 euros |
Amontillado 1730 VORS | 19,5 % | – | 61,55 euros |
Palo Cortado 1730 VORS | 21 % | – | 61,55 euros |
Pedro Ximénez 1730 VORS | 17 % | – | 64,00 euros |
Vermut La Janda | – | – | 16,90 euros |
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