Estamos a un par de semanas de la vendimia, y las uvas de la finca La Malata están acabando de madurar. Su pulpa empieza a estar dulce; ya notamos esos azúcares que en octubre las levaduras se encargarán de transformar en alcohol, pero la pepita todavía está verde. Cuando la muerdes, muestra esa astringencia que no quieres que aparezca en el vino. Mientras me llevo un nuevo grano de uva a la boca, tengo que reconocer que me encanta imaginar todo el proceso, imaginar cómo será Ritus 2023, el vino que Balbás elaborará con las uvas de la finca La Malata.
El viñedo de Balbás
Hemos viajado hasta La Horra para conocer Balbás, una bodega familiar que fue una de las fundadoras de la denominación de origen Ribera del Duero. La familia Balbás lleva ligada al vino desde 1777, siendo viticultores pero también elaboradores y boteros, siempre ligados a un terruño donde la vid marca los tiempos.
Juan José Balbás y Fernando Izquierdo en la finca La Malata.
Juan José Balbás es la cabeza visible de una bodega donde la séptima generación, María y Patricia, están empezando a tomar el relevo de una empresa que no deja de renovarse pero que a la vez tiene claros sus principios, porque como nos dice Juan José “nosotros no somos bodegueros, somos viticultores” y por eso nuestra visita comienza precisamente en el viñedo.
Fernando Izquierdo, el responsable de campo de Bodegas Balbás y nuestro cicerone en el viñedo, es quien nos explica que la Finca La Malata es una viña con una orientación norte-sur, plantada a una altitud de 940 metros. En sus suelos, la roca madre se encuentra a 40 centímetros de la superficie, y sobre ella encontramos arenas y arcillas, y es precisamente por este suelo por lo que este viñedo tiene riego. Fernando nos recalca que el riego sólo se usa cuando es estrictamente necesario, que muchos años no se llega a utilizar y que es en el único viñedo de la bodega donde está instalado.

Balbás posee 160 hectáreas de viña en propiedad, casi toda plantada en laderas. La búsqueda de distintos suelos y orientaciones es lo que ha hecho que el viñedo se encuentre repartido en cuatro municipios distintos alrededor de La Horra, el pueblo burgalés donde se encuentra ubicada la bodega.
La variedad mayoritaria en el viñedo es el Tempranillo, aunque también tienen alguna parcela con Cabernet Sauvignon, Merlot y Albillo Mayor. Balbás tiene una gama de vinos clásicos, pero en la actualidad está apostando por los parcelarios, ya que, como dice Juan José Balbás, “se pueden imitar elaboraciones y elegir los clones, pero cada viña es única, y ese terruño es lo único que no se puede copiar en un vino.”
En la viña se apuesta por una viticultura sostenible, se utiliza abono orgánico, y en algunos viñedos una cubierta vegetal de gramíneas que se siega y se conserva todo el año. Las nuevas plantaciones se hacen con un clon sacado de una selección masal de sus mejores tempranillos que realizaron junto con Vitis Navarra, con lo que se aseguran que además de tener el clon de Tempranillo deseado, las nuevas plantas están libres de virus.

La bodega Balbás
Ya en la bodega, será Pedro de la Fuente, director técnico de Balbás, el encargado de mostrarnos las nuevas instalaciones y de explicarnos los secretos de cada uno de los vinos que vamos a catar.

La bodega original de Balbás es un antiguo calado que están rehabilitando para volver a ser utilizado en un futuro. Hoy nos encontramos en una bodega cuya construcción comenzó en 1987 y cuya última fase acaba de terminarse. Y es que, como ya hemos dicho, Balbás está dirigiendo sus pasos hacia vinos parcelarios, y para ello ha ampliado sus instalaciones con el fin de dar cabida a depósitos de distintos materiales y de tamaño más reducido para así vinificar cada parcela por separado y estudiar el comportamiento de las distintas zonas y variedades. Durante nuestro paseo, podemos ver depósitos de acero inoxidable de 10.000, 5.000 y 4.000 litros donde fermentarán los vinos tintos, así como huevos de cemento donde lo harán los blancos. También podemos observar barricas de diferentes tamaños para las crianzas, así como foudres de 2.500 y 3.000 litros.


En Balbás la vendimia es manual, y las fermentaciones son con levaduras autóctonas. No se utilizan levaduras seleccionadas ni se hace un pie de cuba con el fin de que el vino de cada parcela exprese su terruño al máximo. Todos los vinos pasan al menos el mismo tiempo en botella que en barrica y se apuesta por largas crianzas y corcho natural, porque, como nos cuenta Pedro de la Fuente, “si queremos apostar por el desarrollo de las zonas rurales también hay que mantener la dehesa.”

Cata de los vinos Balbás
Durante nuestra visita cataremos distintos vinos de la bodega, algunos de la gama clásica y otros parcelarios. Eso sí: todos ellos están elaborados con uvas procedentes de los viñedos de la bodega, porque para Juan José Balbás la única manera de asegurarse el control de todo el proceso es elaborando el vino con tus propias uvas.
La Retama 2020
El único vino blanco que vamos a probar durante nuestra visita a Balbás es La Retama 2020. Este monovarietal de Albillo Mayor nace en la finca La Retama, un viñedo plantado a 800 metros de altitud sobre suelos de arcillas arenosas con gravas fluviales.
Las uvas fermentan en hormigón, recipiente donde el vino también tiene una crianza sobre lías seguida de una crianza de doce meses en barrica de roble francés de 500 litros.
Estamos ante un vino de un color amarillo entre pajizo y limón con reflejos verdosos. En nariz combina la fruta con aromas de panadería y ahumados. En boca destaca una buena acidez y volumen en un trago elegante y bastante largo. Es un vino con capacidad de guarda que nos encantaría catar de nuevo dentro de unos años.
Ancestral 2019
Este vino, que viste una reinterpretación de la primera etiqueta comercializada por la bodega, tiene la vocación de mostrar los vinos que se hacían en la Ribera del Duero hace 200 años. Se trata de un varietal de Tempranillo con un ligero aporte de Albillo Mayor, elaborado con uvas procedentes de la finca El Castillo, un viñedo plantado a 870 metros sobre suelos franco arcillosos y arenosos.
Tras una vendimia manual, las uvas fermentan en foudres de roble francés donde el vino también tendrá una crianza de 24 meses.
La nariz de Ancestral 2019 es frutal; en ella encontramos fruta negra acompañada de notas de monte bajo, con una madera muy bien integrada en un segundo plano. En boca es un vino con muy buena acidez y un tanino presente pero domado, en un trago frutal, estructurado y largo.
Balbás Rosado 2022
Estamos ante un monovarietal de Tempranillo procedente de viñedos situados en el municipio de La Horra, a una altitud de entre 880 y 950 metros, plantados sobre suelos arcillosos calizos.
Tras una vendimia manual, las uvas son sometidas a una ligera maceración prefermentativa. El mosto fermenta en depósitos de acero inoxidable a unos 14º C con levaduras autóctonas. Tras la fermentación, el vino tiene una ligera crianza sobre lías en los mismos depósitos.
Balbás Rosado 2022 se presenta en copa con un color rosa pálido con reflejos anaranjados. Su nariz nos muestra fruta roja acompañada de notas florales. En boca es un vino con una buena acidez y un trago frutal y fresco.
Balbás Crianza 2020
Balbás Crianza 2020 es un monovarietal de Tempranillo procedente de viñedos de más de 30 años de edad plantados a una altitud de entre 830 y 880 metros sobre suelos franco arcillosos y franco areniscos, todos ellos pertenecientes a La Horra.
Tras una vendimia manual, las uvas fermentan con levaduras autóctonas en depósitos de acero inoxidable, y el vino tiene una crianza de 18 meses en barricas de roble francés y americano.
Estamos ante un buen ejemplo de un crianza de Ribera del Duero, con una nariz comandada por la fruta negra madura acompañada de especias, vainilla, y notas ahumadas. En boca es un vino con una buena acidez y un tanino presente, todo ello en un trago estructurado y de buen volumen. Es un vino que agradecerá un tiempo más en botella para acabar de suavizar el tanino.
Balbás Reserva 2018
Este monovarietal de Tempranillo también procede de viñedos situados en La Horra, a una altitud de entre 830 y 880 metros y plantados sobres suelos franco arcillosos y pedregosos. Las uvas, vendimiadas a mano, fermentan con levaduras autóctonas en depósitos de acero inoxidable. El vino tiene una crianza de 24 meses en barricas nuevas de roble francés.
Balbas Reserva 2018 se presenta en copa con un color picota brillante, en nariz manda la fruta negra madura acompañada de notas de monte bajo y especias. En boca tiene una buena acidez y un tanino pulido en un trago equilibrado, elegante, complejo y largo.
Botero 2014
El vino con el que nos despedimos de Balbás es un monovarietal de Tempranillo realmente especial. Se elabora con uvas procedentes de El Pende, un viñedo prefiloxérico situado en La Horra con suelos arenosos y una producción de tan solo 550 kilos por hectárea. El vino tiene una crianza de entre 12 y 18 meses en barricas de roble francés de 225 litros seguida de otra de 12 meses en barricas de 500 litros y al menos tres años en botella.
Botero 2014 se presenta en copa con un bonito color picota brillante. Su nariz es elegante y compleja, con fruta negra madura acompañada de notas de monte bajo y especias, con la madera en un segundo plano. En boca mantiene una buena acidez y un tanino sedoso en un trago muy vivo, complejo, elegante y muy largo.
Es un vino con la madera muy bien integrada que muestra el potencial de un viñedo prefiloxérico y el buen hacer de una de las bodegas fundadoras de la denominación de origen Ribera del Duero.
Vino | Alcohol | Producción | Precio (75 cl) |
La Retama 2020 | 13,5 % | – | 37,60 euros |
Ancestral 2019 | 15 % | – | 47,85 euros |
Balbás Rosado 2022 | 13 % | – | 10,65 euros |
Balbás Crianza 2020 | 14,5 % | – | 24,80 euros |
Balbás Reserva 2018 | 15 % | – | 41,50 euros |
Botero 2014 | 15 % | – | 325 euros |