Bodegas Corral ha elegido la festividad de San Isidro, patrón de los agricultores, para dar a conocer sus niños mimados, Altos de Corral Crianza 2016 y Reserva 2010, dos vinos de gama alta que cambian de imagen con una etiqueta más limpia y una cápsula más corta, si bien conservan esa gruesa botella troncocónica que es toda una declaración de intenciones.
Carlos Rubio Villanúa, gerente y director técnico de Bodegas Corral, nos explica en una amena charla on-line las singularidades de la finca Altos de Corral, 10 hectáreas de un viñedo de Tempranillo de entre 30 y 40 años situado en la localidad de Navarrete, en la Rioja Alta, un terreno ubicado a entre 611 y 620 metros de altitud con suelos arcillosos ferrosos, calizos y aluviales, con la sierra de Cantabria al norte y la sierra de la Demanda al sur creando un corredor en el que el Cierzo ayuda a sanear un viñedo plantado con orientación Norte-Sur.
“El 75 % del vino que producimos en Altos de Corral se destina a la exportación.”
Carlos Rubio Villanúa
Carlos Echapresto, alma mater del restaurante Venta Moncalvillo y colaborador habitual de la bodega, nos comenta que la zona de Moncalvillo es una de las grandes desconocidas de La Rioja, de esa Rioja seccionada por el río Ebro y por la autopista AP-68 más difícil de descubrir para quienes no se alejen de las rutas marcadas. Y si Carlos Rubio nos había hablado de la geología del viñedo, Carlos Echapresto nos da unas pinceladas sobre sus singularidades climatológicas, con grandes cambios térmicos entre el día y la noche, una pluviometría más escasa y, en general, temperaturas algo más bajas con respecto a otras zonas de Rioja.
Y esto es especialmente interesante porque este viñedo de 10 hectáreas se dedica exclusivamente a la elaboración de la gama Altos de Corral, pero la proporción de Crianza y Reserva variará en función de lo cálida o fresca que haya sido la añada. Antiguamente, en añadas más cálidas directamente se dejaba de elaborar el vino, pero desde que Carlos Rubio se pone al frente de Bodegas Corral, en 2015, decide elaborar todas las añadas, dejando que cada una exprese su singularidad y jugando con esa proporción de crianza y reserva.
Altos de Corral Single Estate Crianza 2016
Para la elaboración de este crianza, la uva se vendimia en cajas y se realiza una selección en viñedo, un viñedo que además se encuentra prácticamente junto a la bodega, lo que facilita la llegada de la uva en condiciones óptimas. Con el fin de aportar ese toque de frescor de la maceración carbónica, parte de la uva fermenta sin despalillar. Durante la fermentación, se controla la temperatura, pero sin un reglaje estricto, ya que se busca realizar siempre la mínima intervención y, afortunadamente, la bodega es fresca y contribuye decisivamente a que no sea necesario tener que reducir la temperatura de fermentación. La crianza se lleva a cabo en barricas de roble americano con tostados bajos, durante 12 meses, buscando nuevamente conservar la frescura de la fruta.
Y ¿qué cabe esperar de esa obsesión por conservar la fruta, la frescura? Por lo pronto, en la copa encontramos un vino rebosante de vida, a pesar de tratarse de un 2016, con un brillante y vivo color rojo fresa y un halo muy limpio.
En parado, la nariz nos recibe con notas de crianza: toques de vanilla y de azúcar quemado, aromas golosos que poco a poco dejan paso a una fruta roja y también negra en un conjunto de notas olfativas que va ganando en complejidad a medida que aireamos el vino, que poco a poco deja aparecer un frescor vegetal, notas minerales, notas del terruño en un conjunto siempre amalgamado, elegante e impecable. Puede ser tu perfil o puede no serlo, pero no hay nada feo, nada a lo que se le pueda poner la más mínima pega.
“Todo lo que hacemos está orientado a la sontenibilidad y la ecología, desde el trabajo en el viñedo a la elaboración en bodega, sin olvidar el enoturismo.”
Carlos Rubio Villanúa
La boca es rematadamente fresca, con una deliciosa acidez, explosiva, adictiva… una acidez que deja paso a un posgusto láctico, suave pero largo, en el que encontramos, incluso, sutiles notas de café con leche sobre la base de un tanino domado. Es un vino adictivo, con un retronasal limpio y frutal que, según nuestra impresión, tiene todavía bastante margen para seguir creciendo si no se quiere descorchar ahora.
Altos de Corral Single Estate Reserva 2010
Aunque el crianza ha dejado muy alto el listón de la cata, el reserva no tiene motivos para acomplejarse. Como comentábamos, se trata de un monovarietal de Tempranillo de la misma finca, si bien para el reserva se elige la parte más occidental del viñedo, con suelos más calizos.
También hay diferencias en la elaboración. Aquí ya no hay raspón, se vigila especialmente que la temperatura no baje demasiado durante la extracción, y la maloláctica se lleva a cabo en barricas de roble americano, mientras que la crianza se realiza en barricas nuevas de roble francés, nuevamente con tostados suaves, en las que el vino permanecerá durante una media de 24 meses.
El color nuevamente nos llama la atención. Es un color muy vivo; no hay ni rastro de ocres en el halo de un vino cuya vendimia se llevó a cabo hace casi 10 años. Una vez más encontramos esa capa glicérica brillante que por sí sola no hace bueno a un vino, pero que raramente encontraremos en los vinos malos.
La nariz del reserva es quizá algo más clásica, aunque apenas hay rastro de aromas de crianza salvo un leve recuerdo a la vainilla. La fruta negra manda, con agradables notas vegetales, resina de pino y también regaliz. Tanto en el reserva como en el crianza nos llama la atención la escasa percepción de aromas volátiles, a pesar de que hablamos de vinos con un 14 % de volumen de alcohol.
Y, finalmente, en boca encontramos un vino muy amable, con ese trago largo cuya intensidad decrece lentamente. Es un vino fresco, frutal, levemente goloso, con un claro recuerdo a la fruta madura que manda en la nariz, muy elegante, con taninos presentes pero muy domados y una acidez marcada que nuevamente promete muchos años de guarda.
La clave de los vinos de Altos de Corral
Carlos Rubio nos explica que la clave para hacer estos vinos se encuentra en el trabajo en el viñedo, un viñedo que, desde que él se hizo cargo de Bodegas Corral, se trabaja de manera ecológica, como todo el viñedo de la propiedad y como la mayoría de parcelas que controla la bodega.
En el caso de Altos de Corral, hablamos además de un viñedo de bajo rendimiento, con tan solo un kilo por cepa y con muchas horas de trabajo, de poda en verde, aclareo, retirado de grama… todo con tal de reducir la aplicación de manos de cobre o azufre al mínimo necesario.
Y así, sin darnos cuenta, han pasado dos horas, hemos conocido dos extraordinarios vinos de la Rioja Alta y nos hemos permitido poner fin a la cata probando unas rodajas de chorizo cular de Moncalvillo, una extraordinaria propuesta de maridaje de Carlos Echapresto, cuya Venta Moncalvillo prometemos conocer. También queda pendiente la visita a Bodegas Corral y a al viñedo del que nacen sus joyas. Pero ya habrá tiempo para todo eso. Por el momento, nos quedamos con el sabor de boca de unos vinos que hacen de embajadores de La Rioja, de la mejor Rioja, a lo largo del mundo.