Hay quien sostiene que los vinos son el fiel reflejo de quien los elabora. Puede que sea verdad; puede que no. Pero sí es cierto que si preguntas a José Luis Corral sobre sus vinos es muy probable que acabéis hablando sobre los suelos, sobre suelos silíceos y arcillosos, sobre pizarras, cuarzos y cuarcitas, sobre suelos pobres, sobre cotas altas… sobre lo mismo que te contará su vino a cada sorbo.
Almaz Godello 2014 es un monovarietal elaborado con uvas de cepas centenarias cuya vinificación es tan poco convencional como su intenso color dorado brillante. Y es que si lo habitual en los godellos amarillos pajizos es una fermentación en acero inoxidable y un rápido paso a la botella, el niño mimado de José Luis permaneció ni más ni menos que 43 meses sobre sus lías en el foudre de roble francés en el que fermentó.
Pero, no te asustes, la madera tiene un papel discreto en la nariz, una nariz frutal en la que por momentos nos parece que la fruta de hueso es la que manda, mientras que por momentos es la fruta blanca. En otra capa, siempre presentes, las notas minerales despiertan nuestra curiosidad y nos hablan de un vino que a la vez es fresco y muy estructurado. Al primer trago nuestra atención se centra en esa mezcla de intensidad, suavidad y elegancia que ya conocíamos de la anterior añada. Un segundo trago nos permite apreciar una buena acidez, una gran longitud, esa curva suave del sabor con dos “laderas” largas, de ese sabor que excita las papilas gustativas de todos los rincones de la boca y que se desvanece lentamente en un final ligeramente amargo.
Y quizá lo mejor (o lo peor, quién sabe) es que Almaz Godello 2014 no se parece a nada. Cada añada de Almaz tiene sus reglas; es el fiel reflejo de quien los elabora, y nos sugiere uno de los maridajes musicales más desacabellados que hemos hecho hasta ahora. There is an End, un tema de The Greenhornes, marca el inicio de Broken Flowers (Jim Jarmusch, 2005). Mientras la voz tranquila de Holly Golightly mece nuestros oídos, recordamos el variopinto elenco de ex parejas de un hierático Bill Murray; todas diferentes, todas dotadas de una marcada personalidad… como los godellos de la bodega Almaz, como los vinos de José Luis Corral.