Adega O Cabalí. Viñedo de Bascois.
Teresa López y Luis Peique cultivan tres hectáreas de viñedo viejo en las abruptas laderas de Carballeda, en el valle del río Casayo, con las que elaboran los vinos de Adega O Cabalín. Hemos visitado con ellos algunas de sus parcelas y su bodega, ubicada en Villamartín de Valdeorras, para conocer un poco más de estos vinos de mínima intervención y máxima calidad.

Nos gusta comenzar los relatos de visita a viñedos con algo de contexto, planteando, quizá, cómo llegamos al lugar al que vamos, si hace calor o frío, si la luz es distinta, si el olor de una planta o el canto de algún pájaro nos llama la atención… Pero hoy no queremos empezar el relato narrando lo que vemos mientras nos desplazamos a Villamartín de Valdeorras desde Ponferrada. No queremos que “eso” se acabe convirtiendo en el protagonista; ya habrá tiempo más tarde de comentar aquello que nos encontramos de camino.

En Villamartín nos reciben Teresa López y Luis Peique, quienes hace ya un año nos inocularon su entusiasmo por el viñedo viejo de Valdeorras cuando catamos (entonces en El Bierzo) los tres primeros vinos de su proyecto Adega O Cabalín y, muy especialmente, cuando escuchábamos cómo Teresa nos contaba que el proyecto surgió con la idea de recuperar las viñas de su abuelo y cómo Luis nos confesaba que en cuanto vio el viñedo de la zona supo que quería hacer un vino allí; supo, de alguna forma, que años más tarde lo acabaría haciendo junto a la persona llamada a compartir su vida. 

Rumbo al valle del río Casayo

Desde Villamartín de Valdeorras deshacemos parte del camino, cruzamos la bulliciosa población de El Barco y comenzamos el ascenso hacia Carballeda, dejando a nuestra izquierda el río Casayo, un afluente del Sil que dibuja el vértice del valle en que nos encontramos, un valle que divide sus laderas, a su vez, con cárcavas abruptas o cavorcos que conducen al río las aguas de la lluvia. Este es el entorno donde Teresa y Luis trabajan las parcelas de su proyecto.

Luis Peique en Bascois, una de las viñas de Adega O Cabalín, en Valdeorras.
Luis Peique nos explica las singularidades del viñedo de Valdeorras mientras conocemos el proyecto vitivinícola de Adega O Cabalín.

En la ladera orientada hacia el norte, donde nos encontramos, hay abundante monte con algunas edificaciones salpicadas, un par de canteras, pequeñas poblaciones (Robledo de Domiz, la propia Carballeda o la parroquia de Casayo, que presta el nombre al río) y, casi ocultas, parcelas de viñedo diseminadas de forma anárquica por el costado de este valle ‘en V’; parcelas de viñedo frecuentemente viejo que, según nos cuentan, son las supervivientes de lo que en el pasado fuera un mar de viñas.

Bascois será nuestra primera parada, un viñedo muy viejo ubicado a más de 800 metros de altitud con calles curvas que parecen dibujar las líneas de nivel; una especie de mapa vegetal mecido por la brisa constante propia de esta cota alta en la que las cepas son los espectadores de un anfiteatro cuyo escenario es la ladera opuesta, la ladera que mira hacia el sureste en este recoveco y en la que Teresa y Luis tienen también viñas.

Adega O Cabalí. Viñedo de Bascois.
Cepas más que centenarias surgen de entre la pizarra en Bascois, uno de los viñedos con mayor altitud de Adega O Cabalín.

De hecho, parte del atractivo de sus vinos radica en su capacidad de mostrar las diferencias de las dos laderas, de la misma tierra, de las mismas uvas, de la misma vitivinicultura y de la orientación completamente opuesta. Cuesta asimilar que hay menos de un kilómetro en línea recta entre los parajes de Bascois y Cabalín, menos de un kilómetro en línea recta y más de 12 por carretera, desandando el camino hasta llegar casi al final del valle, donde el Casayo se encuentra con el Sil, para recorrer en el sentido opuesto la carretera que serpentea por la ladera orientada hacia el sur. 

Bascois: El viñedo viejo y en altura de Valdeorras

Paseando por Bascois, mientras observamos los racimos en pleno envero de unas cepas que difícilmente darán más de un kilo por planta, Luis nos explica que el registro vitícola sitúa la antigüedad del viñedo en 1910, pero es posible que sea incluso anterior. Lo más probable es que la plantaran poco después de que la filoxera asolara la zona (un hecho fatídico que comenzó en Oporto en 1865 y dos años después alcanzaría El Barco de Valdeorras), y lo hicieron con un surtido casi inacabable de variedades.

La Mencía supone un 40 % de la viña, en la que también hay Merenzao, Garnacha Tintorera, Brancellao, Mouratón (que es como se conoce aquí a la Juan García), Grao Negro, Ferrón y algunas uvas blancas. Viendo el calibre de su madera vieja, nunca dirías que estas luchadoras cepas tienen más de un siglo, pero no hay que fijarse demasiado para darse cuenta de que nuestros zapatos pisan casi más pizarra que tierra en estos suelos pobres, minerales, en los que el agua de la lluvia se drena casi hasta los confines de la Tierra y en los que las raíces crecen mucho más que las partes aéreas de las plantas.

Cepas en la ladera de orientación norte en el valle del río Casayo, en Valdeorras.
Cepas en la ladera de orientación norte en el valle del río Casayo, en Valdeorras.

–Si traes un depósito de agua y riegas la viña, no se nota nada. Enseguida se filtra. Podrías echar 1.000 litros de agua en una sola cepa y parecería que no has echado nada –nos comenta un enfático Luis Peique–. Este año ha sido muy seco y con mucho calor, por lo que las plantas llevan estresadas desde febrero –apostilla el vitivinicultor y profesor de historia, quien reconoce que desde mediados de julio no han necesitado hacer ningún tratamiento en la viña.

La sanidad de las uvas es clara. Sí se aprecia algo de corrimiento (flores que no han cuajado, que no se han transformado en frutos) motivado por las lluvias caídas en la floración, y algunas hojas afectadas por la erinosis (una enfermedad producida por un ácaro que en estas latitudes deteriora la materia foliar de la planta y, consecuentemente, reduce su capacidad de hacer la fotosíntesis); nada realmente preocupante. No será una cosecha abundante (nunca lo es), pero sí promete una gran calidad.

Caidó: Un oasis de cepas sobre esquistos de pizarra y cuarcita

Posteriormente, visitaremos un par de parcelas en un paraje de esta misma ladera conocido como Caidó (Caido, según el Catastro), que se encuentra a mitad de la ladera, más cerca del Casayo. En total el proyecto se articula en torno a 48 parcelas que totalizan tres hectáreas, todas registradas entre 1910 y 1929, si bien muchas de ellas pudieron haberse plantado con anterioridad, como ya habíamos visto.

En Caidó nos sorprende encontrar mucha viña contigua, muy bien cuidada en líneas generales. Hay más cuarcita, pizarra descompuesta y, sobre estos suelos, diferentes sistemas de conducción, muy distintos estilos de poda, distinta densidad de plantas, zonas abancaladas y otras con su pendiente natural… Al cabo de las décadas, cada viticultor ha ido forjando su pequeño pedazo de terruño, y ver todo este “bosque” de cepas sobreviviendo juntas te reconforta el alma.

Adega O Cabalín. Palomar en el viñedo de Caidó
Un palomar en ruinas construido, cómo no, con pizarra se asoma a la ladera en el viñedo de Caidó.

–Muchos de nuestros vecinos tienen la viña para hacer vinos para sus casas –nos comenta Teresa– como lo han hecho sus padres y sus abuelos toda la vida. Nosotros con esta uva vamos a hacer un vino de paraje que se va a llamar A Valigota.

A pesar de tratarse de una zona de menor altitud, es un paraje hermoso, con semejante concentración de plantas entre las que aflora un palomar en ruinas que Luis y Teresa pretenden restaurar en el futuro. Tienen también una parcela con una viña joven, de unos 20 años, impecablemente conducida en espalderas paralelas al río, y otra de Godello muy viejo, rescatada de las zarzas y aún en recuperación, de la que confían obtener una uva de suma calidad.

Villamartín de Valdeorras: La bodega de Adega O Cabalín

Tras unas horas caminando entre viñas, preguntando mucho, escuchando y aprendiendo un poco de todo lo que Teresa y Luis saben del viñedo en general y del de Valdeorras en particular, ponemos nuevamente rumbo hacia Villamartín de Valdeorras, hacia la bodega.

Exterior de la Adega O Cabalín, en Villamartín de Valdeorras.
Adega do Cabalín. Bodega de elaboración en Villamartín de Valdeorras.
Barricas de gran formato en Adega O Cabalín, en Villamartín de Valdeorras.

Completamente restaurada, se trata de una edificación casi colgada en lo alto de una abrupta ladera, una preciosa nave de paredes de piedra y argamasa con un patio a la entrada, perfecto para la recepción de uva, y techo de pizarra.

En el interior, la elaboración y la crianza comparten el espacio de la planta baja, si bien cuando llegamos las barricas han sido retiradas para ser lavadas. De hecho, quedan pocas semanas para la vendimia, y la bodega se encuentra cerca de “velar las armas”.

Acabado con un gusto exquisito, el edificio dispone de una primera planta multiusos con un gran ventanal que se abre hacia la ladera opuesta de ese valle central de Valdeorras por el que en este tramo “se desparraman” las casas y las huertas de Villamartín y por el que discurren la carretera nacional 120 (que llega a Vigo partiendo de Logroño) y el tren que une parsimoniosamente Vigo con León.   

Sala multiusos con un ventanal que se abre al valle central en la Adega O Cabalín, en Villamartín de Valdeorras.
Sala multiusos con un ventanal que se abre al valle central en la Adega O Cabalín.
Teresa López en Adega O Cabalín, en Villamartín de Valdeorras.
Teresa López nos habla de sus vinos en su bodega, en Villamartín de Valdeorras.

Luis y Teresa nos reconocen que faltan muchas cosas todavía, pero lo importante, el edificio en sí, las cubas para la fermentación, el equipo de frío con el que se macerará previamente el Godello y todos “los papeles” se encuentran en perfecto orden de revista… sin olvidar, por supuesto, las jardineras con coloridas flores que flanquean la entrada. 

Cata de los vinos de Adega O Cabalín

Conocido el viñedo, conocida la bodega… el siguiente paso es evidente. Si el año pasado catábamos A Espedrada 2018, O Cabalín 2018 y Viladequinta 2018, en esta ocasión comenaremos con A Espedrada 2020, la primera añada de este monovarietal de Godello que se vinificó en la nueva bodega.

Tras una fermentación alcohólica que duró aproximadamente una semana, con levaduras autóctonas y sin control de temperatura (como el resto de vinos del proyecto), se desfangó y trasegó a barricas para hacer una crianza de entre nueve y diez meses. 

Cata de A Espedrada Godello 2020.
Cata de A Espedrada Godello 2020.

Cata de A Espedrada 2020, el Godello de Adega O Cabalín.

Después de descansar un año en la botella, encontramos un vino de color amarillo limón intenso, con una nariz limpia, varietal y compleja. Los aromas a pera dulce, hinojo y flores dan paso a una boca muy fina, vertical, cítrica, fresca, mineral… con una fantástica acidez que nos hace pensar en un gran potencial como vino de guarda. Es, una vez más, uno de los mejores monovarietales de Godello que hemos tomado nunca.

O Cabalín 2019 es el siguiente vino, elaborado con uvas vendimia manual y nocturna (como todos los vinos del proyecto) que fermentaron en ocho barricas abiertas de 500 litros, el 40 % con raspón, y el 60 % restante despalillado pero sin estrujar, mojando los sombreros cada día durante los 20 días que duró la fermentación y la posterior maceración con los hollejos para pasar posteriormente a criarse en las mismas barricas, ya cerradas. En este punto, Luis nos aclara que todos los tintos se crían entre nueve y doce meses, preferiblemente en barricas de formato grande, seguidos de otros tres meses, ya ensamblados, en depósito de acero inoxidable.

Cata de O Cabalín 2019
Cata de O Cabalín 2019

Cata de O Cabalín 2019, el vino de la ladera orientada al sur.

Vino muy regular añada tras añada, siempre encuentra su denominador común: fruta “seria” con un fondo de especias, frescor y ligereza (o, más bien, sutileza), finura y verticalidad. La mezcla de Mencía, Garnacha Tintorera y Brancellao, la orientación sur, el uso del raspón, la fermentación en barricas abiertas, sin remontados, sin ningún artificio, dotan a este vino de una personalidad fuera de toda duda y le hacen un perfecto embajador de la zona. 

Viladequinta 2019 es el tercer vino de la cata. En su segunda añada, el vino de la ladera orientada hacia el norte se crió en dos barricas de 500 litros y una barrica de 225. Con un mayor aporte de Merenzao que en O Cabalín, encontramos fruta roja fresca, especias, hierbas aromáticas o recuerdos a ese monte bajo que rodea las viñas y hasta un fondo de incienso en un vino muy fresco, mineral, liviano pero a la vez complejo, elegante, muy fino…

Cata de Adega do Cabalín Viladequinta 2019.
Cata de Adega do Cabalín Viladequinta 2019.

Cata de Viladequinta 2019, el vino de la ladera orientada al norte.

Y la cata concluye con Bascois 2019. El nuevo parcelario de la primera viña que visitamos cierra hoy el círculo. Fermentado en una barrica de 500 litros y criado en una única barrica de 225 litros, este exclusivo coupage de parcela con predominio de Mencía llena nuestra boca con un extraordinario, coqueto y hasta aparentemente sencillo trago en el que una elegante e intensa carga de fruta roja deja paso a recuerdos a regaliz, toques de pimienta, monte bajo…

Cata de Bascois 2019.
Cata de Bascois 2019.

Cata del vino parcelario Bascois 2019.

Es tan intenso y a la vez tan fino que en una cata a ciegas lo situaríamos fácilmente en El Ródano. Repetimos la cata una y otra vez completamente enamorados de este vino mientras cerramos los ojos para transportarnos al paraje de donde provienen las uvas con las que se elabora.

Nos han robado el verde y la alegría (epílogo)

No queremos quitar mucho más tiempo a nuestros anfitriones. Nos despedimos y emprendemos el camino de vuelta. Pero, antes de subir al coche y recorrer primero la N-120 y después la N-VI, déjame preguntarte: ¿Te gusta la lectura?

En caso afirmativo, ¿recuerdas un pasaje narrativo en el que se describa algún incendio o, más bien, sus consecuencias, la devastación del paso de las llamas, la impotencia al verte rodeado unos días después por la tierra quemada, las casas arrasadas, los cultivos… Las columnas de humo, las mangas de cenizas que se elevan, caprichosas, al cielo cuando todo ha pasado, la paleta de grises en la tierra y el cielo, el olor de la madera verde calcinada, de la savia que ha hervido en sus entrañas, el grito sordo de la agonizante vida vegetal? ¿Recuerdas un pasaje que lo describa?

Probablemente no. No hay demasiados, y muchos son asépticos; quizá porque resulta tan difícil expresar con palabras tanta desolación… o quizá porque cuando franqueas la entrada a un valle que ha arrasado el fuego, lo que te pide el cuerpo es el silencio. Por eso recorremos en silencio, con los ojos abiertos como platos, los meandros de la carretera nacional 120, sin ser capaces de dejar de mirar las paredes teñidas de un gris desolador donde el verde debería ser el color dominante…

Casi media hectárea del viñedo trabajado por Teresa y Luis se ha visto afectada por las llamas de un incendio contra el que se ha luchado demasiado tarde. No queríamos que se hiciera el protagonista del relato y, por eso, lo hemos “ocultado” hasta el final, aunque ha estado presente desde el primer momento.

Ladera con orientación sur del valle del río Casayo, en Valdeorras, donde se encuentra la viña de O Cabalín.
Ladera con orientación sur del valle del río Casayo, en Valdeorras, donde se encuentra la viña de O Cabalín y se ven claramente las consecuencias del incendio del pasado julio.

Dicho todo esto, nos quedamos con la positividad de esta pareja de auténticos amantes del vino y de la vida, de dos personas que, cuando se miran, se convierten una. Nos quedamos con la positividad de dos viticultores ilusionados después de comprobar que parte del viñedo asolado comenzaba a tener algunos brotes verdes; una pareja que te contagia de esa positividad de quienes ven el vaso medio lleno a pesar de que hoy, a nosotros, nos parece que esté casi vacío.

Luis Peique y Teresa López en Adega O Cabalín, en Villamartín de Valdeorras.
Luis Peique y Teresa López nos enseñan sus vinos en Adega O Cabalín, en Villamartín de Valdeorras.

Vinos catados durante la visita a Adega O Cabalín

VinoAlcoholProducciónPrecio
A Espedrada 202012,5 %1.600 botellas de 75 cl~26 euros
O Cabalín 201913,0 %2.100 botellas de 75 cl~25 euros
Viladequinta 201912,5 %2.000 botellas de 75 cl~25 euros
Boscois 201913,0 %325 botellas de 75 cl
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