Azar, casualidad, albur, fortuna, chamba, chiripa, suerte, accidente, ventura, aleatoriedad, chance, contingencia, eventualidad… Nos gusta la sorpresa, lo imprevisto. Tenemos mil maneras de referirnos a aquello que jamás esperamos que suceda, a lo que rompe nuestra monotonía, a los pequeños milagros fortuitos con que, de vez en cuando, la vida nos recuerda que hay una apasionante historia por contar que da comienzo siempre por azar.
Y la pequeña historia que nos trae hoy aquí comienza en un no muy lejano 1988, en el no muy lejano pueblo de Murillo de Río Leza, en La Rioja, al sureste de Logroño, donde el viticultor Jesús Galilea Esteban, conocido coloquialmente como ‘Jario’, observó que los racimos de una vara de una de sus cepas de Tempranillo no habían enverado. Ocurrió durante la que iba a ser la última vendimia de una parcela plantada por su padre en los años 30 del pasado siglo en La Higuerilla, paraje fronterizo con Villamediana de Iregua. Al año siguiente, esa vieja y poco productiva viña conducida en vaso iba a ser reemplazada por una plantación en espaldera, pero antes ‘Jario’ le comentó el hallazgo a Nicolás, técnico de campo de Marqués de Murrieta, quien le pidió no arrancar esa planta. La cepa, en realidad, se trasplantó en Ygay con un gran cepellón y acabaría muriendo, pero Nicolás ya tenía aquel sarmiento tocado por la casualidad, el azar, el albur o la chamba, aquel sarmiento del que nacería la primera plantación de Tempranillo Blanco a cargo del Servicio de Investigación y Desarrollo Tecnológico Agroalimentario (CIDA), que en 1993 tenía ya 100 vides.
En el año 2000 se llevaría a cabo la primera vinificación de aquella “uva mutante”, y el resultado fue un vino muy prometedor, con acidez, con grado y con polifenoles. El CIDA le pasó el testigo a La Grajera, la bodega institucional del Gobierno de La Rioja, que plantó viñedos experimentales en las diferentes zonas de producción de Rioja a fin de analizar su comportamiento con diferentes climas y diferentes suelos.
A partir de entonces, la nueva uva sale del anonimato y comienza su meteórica carrera. Desde junio de 2007, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) autoriza el uso del Tempranillo Blanco para vinificación en La Rioja, Navarra y País Vasco. Un año más tarde, la nueva casta se incluiría en el Registro de Variedades del Consejo Regulador de la D. O. Rioja, y hoy es la segunda variedad blanca más extendida en el territorio amparado por esta denominación de origen, con un 12,6 % de cuota entre las variedades blancas y un 1,14 % en el total del viñedo riojano.

Han pasado, por tanto, apenas 36 años y unos pocos meses desde que el Tempranillo Blanco fuera descubierto, y hoy son ya 612 las hectáreas de esta variedad plantadas en La Rioja de un total nacional de 774 hectáreas. No es la primera mutación blanca de una uva tinta, pero sí es un caso peculiar porque su origen está documentado y porque, al haber pasado tan poco tiempo desde la mutación, todas las plantas de Tempranillo Blanco siguen siendo idénticas, genéticamente; cosa que no ocurre necesariamente con las cepas de Garnacha Blanca o de Pinot Blanc (y Gris), mutadas de la Garnacha Tinta y la Pinot Noir, respectivamente. ¿Será más fácil, entonces, encontrar una clara identidad varietal entre sus vinos? ¿Significa esto que los monovarietales de Tempranillo Blanco son menos complejos que los monovarietales de uvas con mayor diversidad genética? Y, lo más importante: Más allá de la historia de su descubrimiento, ¿hasta qué punto el Tempranillo Blanco es interesante enológicamente?
Para responder a todo esto y para conocer un poco más esta pujante nueva variedad que amenaza con robar a la Viura su cetro entre las castas blancas riojanas, hemos seleccionado una docena de vinos monovarietales de Tempranillo Blanco y vamos a catarlos a ciegas junto con tres enólogos y viticultores y junto al responsable de un restaurante que es toda una referencia por su carta de vinos. Sorteado el orden, comenzamos nuestro viaje por esta nueva cara de los vinos blancos de Rioja a través de esta uva nacida del azar.

Rioja Vega Tempranillo Blanco 2023
Han pasado muchas cosas desde que en 1882 Felipe Ugalde fundara su bodega en Haro, más de un siglo antes de que existiera el Tempranillo Blanco. Hoy Rioja Vega es propiedad del grupo navarro Príncipe de Viana, que elabora sus vinos en una moderna bodega rodeada de 70 hectáreas de viñedo en el paraje conocido como La Venta del Jalón, a apenas 10 kilómetros de Logroño, no muy lejos de donde se produjo la mutación que convirtió las bayas negro-azuladas del Tempranillo Tinto en uvas de color amarillo verdoso.
Elaborado con uvas procedentes de una parcela de secano ubicada en una ladera de suelos pobres con plantas conducidas tanto en vaso (50 %) como en espaldera (50 %) con producciones bajas, la fermentación alcohólica tiene lugar, durante 30 días, en barricas de orígenes y tostados diversos, con una posterior crianza sobre lías con batonages.
Durante la cata encontramos un vino floral, con aromas a lichis, chirimoya y madera bien integrada. Su boca ofrece muy buena acidez y un destacable volumen, con un sugerente final amargo.
Es un vino agradable que no emociona ni posiblemente lo pretenda. Ofrece una clara identidad varietal y una calidad destacable para su precio. Su trabajo de lías contribuye a darle una buena estructura y cierto potencial gastronómico. No hay que olvidar que la bodega ofrece también un Reserva de 2021 pensado para ofrecer un perfil mucho más complejo.
Ad Libitum Tempranillo Blanco 2023
Ingeniero técnico en industrias agrarias, licenciado en enología y doctor en viticultura y enología, Juan Carlos Sancha lleva investigando y cultivando el Tempranillo Blanco desde sus orígenes. Tras haber conocido la viticultura en 30 países y haber asesorado a decenas de bodegas, en 1997 este erudito viticultor decide convertir los viejos viñedos del Alto Najerilla plantados por su bisabuelo Daniel y su abuelo Domingo en la pieza central de su proyecto personal.
Pero si la preservación del viñedo viejo es uno de los pilares del proyecto vitivinícola de Sancha, la apuesta por las variedades autóctonas no es menos importante, y a ella está dedicada la colección Ad Libitum, compuesta por vinos monovarietales de Maturana Blanca, Maturana Tinta, Monastel de Rioja y Tempranillo Blanco.
Ad Libitum Tempranillo Blanco 2023 se elabora con uvas de un viñedo propio de cultivo ecológico plantado en 1997 con una densidad de 5.000 cepas por hectárea sobre los suelos arcillosos calcáreos con alto contenido en hierro y cantos rodados de Baños de Río Tobía, en el valle del Najerilla, a 565 metros de altitud.
Las uvas se vendimiaron en cajas, se despalillaron, se prensaron, y el mosto se sometió a un desfangado estático, finalizando la fermentación a 15º C en depósitos de acero inoxidable, sin una posterior crianza.
Se trata de un vino con aromas florales y frutales que nos recuerdan al lichi. Más adelante, cuando se haya abierto completamente y volvamos a catarlo, encontraremos aromas a fósforo que achacamos a los suelos ferrosos más que a la variedad. Es, en cualquier caso, una nariz muy limpia que da paso a una boca de buena acidez, buen volumen y un final amargo y largo.
Claramente estamos ante uno de los mejores vinos de la cata, a pesar de su sencillez (o gracias a ella). Se aprecia la concentración de una fruta de cepas de bajo rendimiento (5.000 kilos por hectárea), y este vino nos da además la oportunidad de catar una elaboración proveniente de uno de los viñedos más viejos que existen de esta variedad. Su relación entre calidad y precio es, probablemente, la mejor de la cata.
Ijalba Varietales Tempranillo Blanco
No podía faltar en nuestra cata uno de los vinos pioneros de Tempranillo Blanco. Viña Ijalba presume de ser la bodega que elaboró el primer monovarietal de esta uva mutante, así que es uno de los productores que cuenta con mayor experiencia trabajando con esta variedad.
Sus uvas provienen de la viña de “Laderas Costanazo”, en Villamediana de Iregua, lindando con el sur de Logroño. Tras una maceración pelicular y tras el prensado en frío durante 10 horas, el 85 % del mosto fermenta en hormigón, mientras el 15 % restante lo hace en barrica de roble americano, con una posterior crianza de tres meses sobre lías antes de procederse al ensamblaje y al embotellado.
En nariz seguimos encontrando una identidad varietal, pero en este caso con un perfil más tropical, con aromas a melocotón maduro, recuerdos a algodón de azúcar, lichis y aromas florales en un segundo plano. Su boca destaca por una buena acidez, un notable volumen y ese agradable amargor final que se confirma como leitmotiv del Tempranillo Blanco.
En esta ocasión, encontramos un vino de un perfil más goloso, menos fluido, un vino que puede ser una interesante puerta de entrada al mundo del vino en general y al de Rioja en particular para bebedores no iniciados.
La Vicalanda Tempranillo Blanco 2022
Cuando llega la botella de La Vicalanda, reparamos en que Bodegas Bilbaínas ha sido una de las pocas bodegas que se ha decantado por la tradicional botella bordelesa, habitual en los vinos de Rioja.
La bodega fundada en 1901 en el conocido Barrio de la Estación de Haro elabora este vino monovarietal a partir de uvas de viñedo propio de la finca Viña Pomal, cercana a la bodega, que forma parte de un proyecto sostenible en el que se trabaja en secano, con cubierta vegetal y colonias de aves rapaces. Sus cepas de más de 25 años se desarrollan sobre suelos francos, arcillosos, con rendimientos controlados, algo interesante teniendo en cuenta que el Tempranillo Blanco es una variedad poco productiva, que ronda los 6.000 kilos por hectárea.
Tras una vendimia manual a primeras horas de la mañana, los racimos llegan a bodega, se produce un prensado en frío en prensa vertical, se lleva a cabo un desfangado estático a baja temperatura y se encuba el mosto en tinos de madera en los que se produce la fermentación alcohólica a baja temperatura (14 ºC). Posteriormente, el vino se trasiega a foudres de roble francés, donde permanece durante seis meses.
Cuando lo servimos nos sorprende su color pajizo. En fase olfativa se muestra algo tímido a la vez que elegante, con aromas florales, a lichis y ni rastro de la crianza en madera. Su boca resulta especialmente equilibrada, poco compleja, con muy buena acidez, el agradable y esperado final amargo y un paso por boca fluido.
Se trata de la interpretación más delicada y elegante del Tempranillo Blanco que hemos encontrado hasta ahora; una sutileza que puede resultar muy acertada para esta variedad, capaz de resultar suficientemente expresiva sin buscar la máxima extracción de aromas, sabor o densidad.
La Bicicleta Voladora Tempranillo Blanco 2023
La minimalista etiqueta y la ausencia de cápsula e incluso de etiqueta trasera ya nos da una pista sobre la filosofía de Germán R. Blanco. Viticultura tradicional, orgánica y mínima intervención son una constante en sus diferentes proyectos de Ribera del Duero (Quinta Milú), El Bierzo (Casa Aurora) y Rioja (La Bicicleta Voladora).
Este último proyecto es precisamente el más reciente de Germán. Se puso en marcha en 2015, y su protagonista es el paisaje riojabajeño de la sierra de Yerga, entre Alfaro y Autol. Para elaborar su monovarietal de Tempranillo Blanco, se emplean uvas de cultivo ecológico de Las Planas, una viña de exposición sur y suelos arcillosos calcáreos profundos con abundantes piedras ubicada a entre 335 y 359 metros de altitud. Las cepas, de entre 15 y 25 años, están conducidas en espaldera, carecen de riego y se vendimian a mano.
Tras el despalillado y el estrujado, las uvas se someten a una maceración prefermentativa de 24 horas. Posteriormente, el mosto fermentará en depósitos de hormigón a 15 ºC, con suaves remontados, y el vino resultante hará una crianza de 11 meses en depósitos de hormigón y acero inoxidable.
La nariz de La Bicicleta Voladora Tempranillo Blanco 2023 nos ofrece aromas florales y frutales, con recuerdos a lichis, fruta de hueso madura y una nota de azufre. En boca encontramos un vino amable, equilibrado, con menor sensación de acidez que en los anteriores ejemplos catados de esta variedad, buen volumen y el agradable y ya familiar toque de amargor final.
Lo cierto es que es un vino que, inicialmente, no parece destacar, pero a medida que pasa el tiempo y se va oxigenando muestra una cara más expresiva y va desvelando un perfil claramente más interesante.
Ontañón Contrebia 2023
Bautizado en honor a la ciudad prerromana de Contrebia Leucade y a los lagares encontrados entre sus restos arqueológicos, Ontañón Contrebia 2023 se elabora exclusivamente con Tempranillo Blanco de El Aniceto, una viña situada en las faldas de la sierra en la zona de Quel, en Rioja Oriental (unos 20 kilómetros al norte de Contrebia Leucade), plantada en 2013 sobre suelos mayormente arenosos, a 640 metros de altitud.
Las uvas se vendimian al alba y, ya en la bodega, el mosto macera con los hollejos antes de llevarse a cabo un prensado muy suave. La fermentación arranca en frío y se mantiene a 16 ºC durante 15 días. Posteriormente, el vino descansará entre dos y tres meses con sus lías finas mientras se le realizan bazuqueos.
Cuando lo catamos, lo cierto es que nos sorprende encontrar un perfil algo diferente al de una botella de esta misma añada que habíamos catado hace apenas cinco meses. En nariz muestra aromas a flores y lichis, a gominolas, fruta de hueso con toques confitados… La boca es coherente con la nariz, frutal, con buena acidez, un trago corto pero amplio, de buen volumen y con el característico final amargo mucho más diluido.
Estamos ante el vino más asequible de la cata; una elaboración sin crianza pensada para un consumo rápido, como muestra sin complejos su acertado y llamativo tapón de rosca. Una hielera repleta de cubitos y una tarde de verano son el marco perfecto para disfrutarlo.
Nivarius Tempranillo Blanco 2023
Nivarius, la bodega de Palacios Vinos de Finca en Rioja dedicada exclusivamente a elaborar vinos blancos y rosados, nos ofrece su interpretación del Tempranillo Blanco a través de un coupage de fincas: Valdecabos (en Albelda de Iregua), La Raposa (en Montes de Clavijo), La Aspillera (ubicada entre barrancos de la sierra de Moncalvillo) y Nalda (en Monjalgara); una selección de parcelas con altitudes de entre 550 y 700 metros, suelos arcillosos, ferrosos, calcáreos y arenosos, así como plantas de en torno a 15 años de edad en las estribaciones de la sierra de la Demanda, al suroeste de Logroño.
Tras un prensado ligero en ausencia de oxígeno, el mosto fermenta en depósitos de acero inoxidable a baja temperatura. Posteriormente, el vino experimenta una crianza de cuatro meses sobre lías, con dos batonages por semana.
Su nariz es marcadamente intensa, con los habituales aromas a flores blancas y lichis, así como recuerdos a jabón de tocador. Es una nariz franca, limpia, poco compleja pero muy agradable que da paso a una boca de buena acidez e intensidad.
Posiblemente estemos ante la interpretación más fresca del Tempranillo Blanco que hemos encontrado hasta este momento. Es un vino fácil de beber, menos pesado y ofrece una extraordinaria calidad para su precio.
Paco García El Yergo Tempranillo Blanco 2023
Otro vino que no podía faltar en esta cata es el monovarietal de Tempranillo Blanco de Paco García. No podía faltar porque nos encantan las elaboraciones que Juan Bautista García lleva a cabo en la bodega que sus padres, Paco García y Julia Pablo, crearon con el nuevo siglo en Murillo de Río Leza; sí, en la cuna del Tempranillo Blanco, lo que nos daba otro motivo más para catar este vino que nace de un viñedo plantado en 2013 en el paraje de El Yergo, en la misma localidad en la que en 1988 se dejó descubrir esta uva mutante.
El Yergo es una parcela de suelo arcilloso calcáreo poco profundo, con su estrato calcáreo a apenas 70 centímetros de la superficie. Ubicada a 540 metros de altitud, se trata de una viña poco productiva, cuyas uvas se prensan, y el mosto resultante fermenta tanto en un depósito de 10.000 litros de acero inoxidable como en barricas nuevas de roble francés de 500 litros, donde el vino experimentará seis meses de crianza.
En la primera ronda nos sorprende una nariz poco expresiva pero varietal, con aromas a lichis, flores, jabón de tocador… Una “recata” mostrará una nariz mucho más abierta y algo más compleja, siempre muy limpia, muy franca, dejando claro que hay fruta de calidad sin artificios. En boca, este Yergo ofrece una gran acidez, buen volumen y un posgusto de alta intensidad, con la habitual nota amarga.
Lo cierto es que es un vino con vocación de guarda. Su combinación de acidez, estructura y mayor grado, así como su paso por madera, nos dejan claro que hemos descorchado demasiado pronto esta añada 2023. Estamos convencidos de que su ventana de consumo óptimo no se ha abierto aún, y muy probablemente dentro de unos años encontraremos un vino fabuloso si tenemos paciencia y guardamos unas pocas botellas.
Monte Real Tempranillo Blanco 2023
Bodegas Riojanas decidió lanzar su primer monovarietal de Tempranillo Blanco en octubre de 2021, tras vinificar en 2020 las uvas de dos de las primeras plantaciones existentes de esta variedad, ubicadas en Cenicero (a 480 metros de altitud, en la misma localidad en la que se sitúa la bodega) y Tricio (a 600 metros de altitud, en una de las zonas más frescas de Rioja).
Para elaborarlo, el mosto fermenta en depósitos de 10.000 litros con levaduras autóctonas seleccionadas del viñedo, y posteriormente se lleva a cabo una crianza de tres meses en barricas de roble francés y tostado ligero.
Cuando catamos Monte Real Tempranillo Blanco 2023, encontramos un vino de color amarillo limón en cuya nariz disfrutamos de flores blancas, lichis, chirimoya, fruta de hueso (melocotón) y piel de naranja sobre un fondo de mantequilla y especias. Su boca nos recibe con una moderada acidez cítrica que da paso a un trago de buena intensidad y bastante volumen para despedirnos con un final ligeramente amargo.
Es quizás algo menos redondo que la añada anterior, que catamos aquí, o puede que simplemente le falten unos meses de botella para dar lo mejor de sí mismo. También hay que entender que este Tempranillo Blanco carece de la vocación de gran vino de guarda que sí encontramos en la otra referencia que la bodega ha elaborado con esta variedad (Monte Real Colección Larrendant Tempranillo Blanco Reserva); un soberbio vino que confirma la versatilidad de esta uva y su capacidad para la elaboración de vinos de largo recorrido.
Queirón Mi Lugar Tempranillo Blanco 2021
No es tampoco la primera vez que catamos este vino que, de hecho, surge a raíz del éxito cosechado por una elaboración efímera de la colección Ensayos Capitales, colección con la que la bodega de Quel experimenta con pequeños lotes para perfeccionar su conocimiento sobre variedades, parcelas y elaboraciones.
Para elaborarlo, se emplean uvas de Tempranillo Blanco procedentes de El Aniceto, una viña compuesta por pequeñas parcelas ubicadas a más de 600 metros de altitud sobre suelos franco-arenosos en la falda del pico Gatún, en la sierra de Yerga, en la frontera sur de Rioja Oriental. Las uvas se vendimian al alba, en cajas, y viajan refrigeradas a la bodega, donde se despalillan y encuban, por gravedad, en depósitos de acero inoxidable con nieve carbónica y se someten a bazuqueos para homogeneizar su temperatura a 7 ºC. Después de 24 horas, se deja que la temperatura alcance los 14 ºC para que arranque la fermentación con levaduras autóctonas. Pasados siete días, cuando el mosto ha alcanzado determinada densidad, se retiran los hollejos, la temperatura sube a 16 ºC, y finalmente la fermentación concluye en barricas de roble francés de 500 litros. Posteriormente, el 85 % del vino pasa a criarse con sus lías finas en barricas de 500 litros de roble francés durante seis meses, mientras el 15 % restante lo hace en una tinaja de gres.
Cuando lo catamos, observamos un vino de color amarillo entre pajizo y limón con reflejos dorados. En la nariz encontramos fruta de hueso, lichis, flores, jabón de tocador, hierbas aromáticas, aromas mentolados y toques de vainilla. Su boca nos recibe con un trago fresco, de buena acidez, intensidad y longitud. Es untuoso, complejo, con matices balsámicos, salinos, mentolados, una madera muy bien integrada y un posgusto levemente amargo.
Unánimemente, es el vino más redondo de esta cata a ciegas, si bien es también el más caro y el que recurre a una elaboración más compleja, lo que también le aleja del perfil general sin hacerle perder una reconocible identidad varietal. Es además la añada más antigua, si bien todas las muestras corresponden a la añada que cada bodega tiene ahora a la venta.
Inconsciente Tempranillo Blanco 2023
Seguimos en Rioja Oriental o en Rioja Baja, como con orgullo explican los responsables de Bodegas D. Mateos. Allí, en Aldeanueva de Ebro, la bodega elabora sus tres gamas de vinos procedentes de cuatro diferentes fincas. Con apenas 12 años, el Tempranillo Blanco es la plantación más joven, proviene de la finca Los Quemaos y da origen a uno de los cuatro vinos de la familia In, todos ellos monovarietales de corte pretendidamente moderno y frutal: Insensato, Insolente, Insaciable e Inconsciente.
Fermentado en depósito de acero inoxidable con una posterior crianza de seis meses con sus lías finas, Inconsciente 2023 se presenta con la nariz más “comercial” de la cata, con aromas a fruta muy madura, tropicales, golosos y florales. En boca es un vino muy ligero, poco concentrado, con el reconocible toque amargo en el posgusto que nos permite identificarlo como varietal.
Se trata del vino con un perfil menos adecuado para los grandes aficionados al vino o quienes busquen una propuesta gastronómica, dado su carácter liviano, comercial y un tanto goloso; un perfil que quizá pueda hacer de esta elaboración una propuesta de transición entre los vinos semi-dulces y los vinos más serios para un público joven que poco a poco va iniciándose en el mundo del vino.
Tarón Tempranillo Blanco 2022
Otro viejo conocido es el encargado de poner el cierre a esta cata. Tarón, la cooperativa que agrupa a los viticultores de los pueblos riojalteños de Cuzcurrita de Río Tirón, Sajazarra, Tirgo y Villaseca, cuenta con siete hectáreas de Tempranillo Blanco, con las cuales se elabora este vino.
Las uvas, procedentes de vendimia mecánica, se someten a un ligero prensado, y su mosto fermenta en depósitos de acero inoxidable a temperatura controlada. Posteriormente, el vino resultante disfrutará de una crianza sobre lías de seis meses en barricas de roble americano de 225 litros y un pausado afinamiento en la botella.
Curiosamente, cuando lo catamos encontramos un perfil levemente diferente al que hemos encontrado en otras ocasiones, con una nariz más balsámico, en la que los aromas a fruta de hueso, lichis, chirimoya y jabón de tocador que interpretamos como claramente varietales van acompañados de mantequilla y recuerdos a la madera de la crianza. Su boca ofrece un perfil frutal con un claro toque balsámico, muestra buena acidez, longitud y el característico final amargo de la variedad.
Se trata de un vino con interesantes virtudes: serio, versátil, válido para alternar pero con potencial gastronómico. No cabe duda de que tanto la madera como el reposo en botella han tenido un impacto positivo en esta elaboración.
¿Qué hemos aprendido del Tempranillo Blanco?
Acabada la cata, extraemos algunas interesantes conclusiones. La primera es que todos los vinos muestran un perfil varietal bastante definido, con poca dispersión. Es algo netamente positivo que puede contribuir a crear afición por esta nueva casta y expandir su fama fuera de las fronteras de Rioja.

Ese perfil podemos resumirlo en marcados aromas florales y frutales, con recuerdos a jabón de tocador, lichi, chirimoya y frutas tropicales en general; aromas que en ocasiones recuerdan a frutas maduras. En boca, los monovarietales de Tempranillo Blanco son vinos equilibrados, de buena intensidad, buena longitud y no demasiada complejidad. Su acidez es media, ofrecen un distintivo amargor al final de su trago, un grado alcohólico medio o medio alto, y el trabajo con las lías puede aportarles un interesante volumen, aunque también puede hacerlos pesados.
Otro destacable aspecto es su potencial de guarda. De hecho, creemos que a los vinos elaborados con Tempranillo Blanco les sienta bien tanto la crianza como el afinamiento en la botella.
También entendemos que las zonas de cultivo más frescas y un control sobre el rendimiento ayudan a lograr monovarietales de Tempranillo Blanco más expresivos, algo acrecentado por el hecho de que la complejidad no es el fuerte de esta variedad, por lo que las elaboraciones más sencillas corren el riesgo de dar vinos más planos, si bien algunos de los vinos mejor parados de la cata apenas tenían crianza en soportes inertes. Y es que, en el fondo, cualquier perfil puede ser interesante si la materia prima es de gran calidad y se trabaja con honestidad.

En cualquier caso, nos queda claro que, ya sea como protagonista único de la elaboración o aportando sus matices florales y frutales a otras variedades como la Viura, el Tempranillo Blanco tiene un próspero futuro por delante y una apasionante historia por contar; una de esas historias que dan comienzo siempre por azar.
Vino | Alcohol | Producción | Precio (75 cl) |
---|---|---|---|
Rioja Vega Tempranillo Blanco 2023 | 13 % | 16.560 botellas de 75 cl | 13,11 euros |
Ad Libitum Tempranillo Blanco 2023 | 13 % | 9.500 botellas de 75 cl | 9,95 euros |
Ijalba Varietales Tempranillo Blanco 2023 | 13 % | – | 13 euros |
La Vicalanda Tempranillo Blanco 2022 | 13 % | – | 19 euros |
La Bicicleta Voladora Tempranillo Blanco 2023 | 12,5 % | 6.000 botellas de 75 cl | 12,50 euros |
Ontañón Contrebia 2023 | 12,5 % | – | 7,50 euros |
Nivarius Tempranillo Blanco 2023 | 13,5 % | – | 8 euros |
Paco García El Yergo Tempranillo Blanco 2023 | 13,5 % | – | 11,90 euros |
Monte Real Tempranillo Blanco 2023 | 12 % | – | 12,80 euros |
Queirón Mi Lugar Tempranillo Blanco 2021 | 12,5 % | – | 21,50 euros |
Inconsciente Tempranillo Blanco 2023 | 12,5 % | – | 10,50 euros |
Tarón Tempranillo Blanco 2022 | 13,5 % | – | 13 euros |
Otros datos: Ad Libitum Tempranillo Blanco 2023: pH: 3,32. Acidez total: 6,0 g/l. Acidez volátil: 0,55 g/l. Sulfuroso total: 55 mg/l. Azúcar residual: 1,8 g/l. Ijalba Varietales Tempranillo Blanco 2023: Sulfuroso: 80 mg/l. Nivarius Tempranillo Blanco 2023: pH: 3,40. Acidez total (tartárico): 5,9 g/l.
Hostal Restaurante Canadá: Un paraíso para los amantes del vino
Ubicado en la localidad de Toral de los Vados, en la comarca leonesa de El Bierzo, el Hostal Restaurante Canadá lleva prácticamente medio siglo ofreciendo comida y alojamiento a viajeros y trabajadores de la zona. José Potes y su hermana Pilar regentan hoy este negocio familiar cuya carta de vinos cuenta con la más amplia oferta de referencias del Bierzo, sin olvidar otras denominaciones de origen, incluidas algunas internacionales como Champagne.
Más allá de su soberbia carta de vinos y de una cocina en la que el producto de calidad tratado con respeto es el protagonista, el Hostal Restaurante Canadá ha acabado convirtiéndose en punto de encuentro de los enólogos y viticultores de la zona, y gracias a su desinteresada colaboración ha sido el lugar en el que hemos llevado a cabo esta cata a ciegas de monovarietales de Tempranillo Blanco de Rioja.
Por cierto, si decides visitarlo, no dudes en preguntar por el pescado fresco que pueda haber fuera de carta y en comenzar tu comida con una copa de Godelola, el Godello elaborado con uvas de su propio viñedo.
